La curiosidad mató al gato, pero mantiene vivo al usuario de las redes sociales. Porque si algo trajo la explosión de la llamada Web 2.0 es el fisgoneo virtual. Con un par de clicks o desde nuestros smartphones podemos saber donde están los demás, qué están haciendo, con quién,
qué comen habitualmente, la ropa que usan, los tragos que toman, el nuevo corte de pelo. En fin, todo lo que quieren que veamos. Y de gente que jamás vimos! Podemos saber el día a día y el minuto a minuto, de personas que tal vez no veamos nunca.
Todo está ahí a la vista. Si Andy Warhol viviera, hoy invertiría su famosa frase: “En el futuro, todos vamos a tener nuestros 15 minutos de anonimato”.
Creo que todos somos stalkers. Y potenciales víctimas. La diferencia está en el grado. Pero diferenciemos. En realidad stalker, palabra anglosajona, significa acechar y describe un cuadro patológico de quienes acosan obsesivamente a sus víctimas. Primero espían pero después pasan a la acción física como perseguir por la calle, llamadas por teléfono,
envío de cartas, regalos, amenazas en público y privadas, etc.
Sin llegar tan lejos, asumamos que nos gusta espiar al otro en las redes. Saber de la intimidad ajena, a dónde se fue de vacaciones el vecino, el amigo del amigo del amigo, esa chica que nos gusta, ese que no nos da bola. El chisme no es algo propio de esta época digital, por supuesto. Es horrible pero viene de hace muchos años. Muchos! Infinidad de películas (un clásico imperdible: La ventana indiscreta, del gran Hitchcock), series, libros y obras de teatro tocaron el tema de la intimidad y el morbo que genera en el otro. Lo que ocurre es que ahora con Internet todo se potencia y los actuales stalkers trabajan muy rápido, a la velocidad de la banda ancha, y disparan clicks atrincherados detrás de las muros de las redes sociales.
Es veneno para un stalker darse cuenta de que la persona a espiar tiene el candadito en twitter o cierra su perfil de Instagram para que solo puedan ver las fotos quien esté autorizado. Por eso pensemos dos o tres veces antes de subir una foto, una frase o un video, si realmente queremos que TODO el mundo pueda ver eso. Podemos ahorrarnos un dolor de cabeza en el futuro porque ya saben que lo que se sube a la web, lo que se comparte con algún amigo vía email, no se borra nunca más.
Y cierro con una frase que alguien me puso en twitter: ?No soy tan stalker como pusiste en tu diario íntimo”.
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