(Columna publicada en el diario El Cronista el viernes 10 de octubre)
Hace muy pocos años Gastón Aguirre no hubiese tenido sus tristes quince minutos de fama. Pero ahora existen las camaritas que todo lo graban y Aguirre se convirtió en el motochorro más famoso del mundo cuando intentó asaltar al turista canadiense en el barrio de La Boca.
La tecnología está alterando la realidad a una velocidad que impresiona. Toda la novela que se generó después (Aguirre en TV, el ?corta la bocha? de Ivo Cutzarida, los debates, etc.) fue posible porque existen las GoPro y YouTube.
Se llaman ?cámaras de acción? y nacieron para grabar en primera persona deportes extremos y urbanos pero se vendieron tanto que su uso trascendió la aventura. Hoy se usan para filmar cualquier momento, desde un casamiento o un cumpleaños hasta las vacaciones familiares. Su éxito se debe a varios motivos: facilidad de uso, tamaño diminuto, almacenan varias horas de video en HD, larga duración de batería, resisten el agua, los golpes y el polvo y el fenomenal poder de Youtube, que permite subir y viralizar las imágenes de cientos de miles de usuarios que forman una activa comunidad.
La empresa que creó el nicho de mercado se llama GoPro, fundada hace diez años por Nick Woodman, un surfista de 39 años de Silicon Valley que sin imaginarlo se hizo millonario gracias a su idea. El primer modelo de GoPro se llamó ?Hero? y se vendía en algunos locales de surf. Por su tamaño diminuto se podía atornillar en cualquier lado: cascos, manubrios, autos, etc. Pero su éxito traspasó el ambiente y en 2009 el emprendimiento generó 64 millones de dólares. Las ventas se dispararon en los últimos tres años, cuando se vendieron cuatro millones de unidades. La gran marca creada se convirtió en un genérico para referirse a estas cámaras y videos, que generaron una estética nueva y muy típica de la era actual de selfies y redes sociales. Según Forbes, la compañía GoPro está valuada en 2.600 millones de dólares, tiene 500 empleados y cotiza en la Bolsa.
Los buenos números atrayeron a otras empresas como Sony, Ricoh, Contour, HTC y hasta la retro Polaroid. Todas ya lanzaron sus modelos para intentar comer un pedazo de la apetecible torta de Woodman.
La simpática y colorida Cube de Polaroid es ideal para el público adolescente sin muchas exigencias. Cuesta sólo 100 dólares. En cambio la Ricoh WG-M1 es un verdadero todoterreno. Es un poco más grande que las demás pero se la banca mucho porque tiene certificación IPX8. Eso significa que sin carcasa de protección soporta 10 metros de profundidad, temperaturas extremas de frío y calor, caídas de hasta dos metros, etc. Además trae una pantalla de LCD de 1,5 pulgadas. Todavía no llegó a nuestro país.
La japonesa Sony por ahora es la empresa que al parecer tiene más chances de competirle seriamente a GoPro. Lanzó el mes pasado en la feria IFA de Berlín la tercera versión de su muy buena Action Cam Mini (HDR-AZ1VR), que mide y pesa un 30 por ciento menos que las dos versiones anteriores. Su fuerte es el control Live View Remote que viene incluído (antes era un accesorio que se compraba aparte) y se ajusta a la muñeca para ir viendo la imagen que va grabando la cámara. También viene incluida la carcaza plástica que permite sumergirla en el agua hasta cinco metros de profundidad. En nuestro país se vende el modelo AS100, que permite hacer streaming para transmitir contenido en vivo por Internet. El precio es alto: $8.000.
La última novedad en el sector es de la taiwanesa HTC, que presentó esta semana a Re, una mini cámara con forma de periscopio cuya novedad es que graba video en cámara lenta y se conecta al celular (que se puede usar como control remoto) para transferir los videos. Estará a la venta a fin de año en los Estados Unidos a 200 dólares.
Como vemos, llegarán más y mejores camaritas y con ellas, un carrusel infinito de nuevas imágenes en primera persona, intimistas, originales. Crudas y reales. Como las del motochorro de La Boca.