Se presentó el primer libro de cuentos de Gabriela Larralde, una de las mejores escritoras jóvenes locales. El libro de doce relatos ya está en las librerías (Ediciones Zona Borde).
El escritor Pablo Ramos escribe en la contratapa:
Con una prosa clara y efectiva Gabriela Larralde trae en estos cuentos los pequeños infiernos de la vida familiar. La mirada de la hija de?, la hermana de?, la mujer de?, van construyendo un personaje que mientras se deshace frente a los demás se hace literatura frente al lector. Doy fe del trabajo enorme y el enorme empeño que Gabriela le imprime a su literatura. Una literatura que acá empieza a dar sus primeros frutos, pero que no va a cesar de evolucionar y reproducirse. No dude lector en comprar y leer este libro, no dude lector en festejar a esta narradora que se suma a la gran tradición argentina de hacer de la narración de un cuento un arte exquisito.
En la presentación, el escritor Horacio Convertini dijo: “Gabriela tiene un arma que usa como un instrumento de precisión: el diálogo. El diálogo a lo Hemingway. Que no explica. Que a veces oscurece, porque lo coloquial se monta en los sobreentendidos que sólo manejan los personajes, y que por eso mismo inquieta. La autora dibuja con pulso de cirujana, ya que hablamos de soluciones quirúrgicas, infiernos mínimos, apenas esbozados, y si me permiten el juego de palabras, apenas embozados. Porque están ahí, se perciben, pero casi no se dejan ver, lo que aumenta el cosquilleo del lector. “¿Cómo es un frío que no se siente?”, se pregunta la protagonista del relato “La altura perfecta”. Y me parece que esta frase sintetiza lo que deja en uno la lectura de los textos de Gaby. Contagia un frío imperceptible. Y la sensación angustiante de que cualquier cosa, cualquier palabra, la menor anécdota, puede contener un drama universal”
Extracto del cuento que le da el título al libro:
No era la primera vez que Papá terminaba en el hospital por alguna de sus actividades de los sábados. Sus fines de semana, nuestros fines de semana, tenían una apariencia de normalidad, pero estaban muy lejos de ser normales. Andar en bicicleta con mi papá no era solamente pasar un rato en la plaza.
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