Algunos apuntes de la biografía “Lanata, secretos, virtudes y pecados del periodista más amado y más odiado de la Argentina”, de Luis Majul:
1) Se trata de una biografía íntima sobre Lanata. Si bien ya conocía bastante de su carrera, hay varios datos sobre él que me sorprendieron. Uno fue su adicción a la cocaína que hasta hace pocos años lo condenó a tomar religiosamente 8 gramos diarios (!) durante más de una década. Lanata cuenta detalles sobre cómo tomaba, su recuperación en una clínica de los Estados Unidos y el autor pregunta sin pudor ni límites.
También hay detalles sobre su infancia desdichada en Sarandí con una madre postrada en una silla de ruedas sin poder hablar ni moverse y un Lanata obligado a ser adulto a los ocho años. A partir de allí, surge un hombre que siempre termina escapando de todos lados y se convierte en una imparable máquina de ideas y proyectos que no descansa nunca.
Su vida íntima también incluye temas como el dinero (que así como entra, lo gasta sin pausa), su precaria salud, sus caprichos y sus múltiples aventuras con las mujeres con un Lanata vestido con Versace, desprolijo y hambriento. Allí desfilan nombres y anécdotas con famosos (Fito, Charly) ideales para alimentar el puterío que tanto gusta en los pasillos y redacciones periodísticas.
2) Lanata es un animal periodístico que a los ocho años ya era su propio editor: para una tarea escolar debía contar quién era el escritor Conrado Nalé Roxlo y él no tuvo mejor idea que agarrar la guía telefónica y llamarlo a la casa. Después tocó todas las cuerdas que tenía para tocar: trabajó en la mítica Radio Belgrano de los ´80 y en El Porteño. Fue uno de los fundadores de Página/12 y tuvo la personalidad suficiente para impregnarle su estilo y creatividad, cruciales para su éxito. Hizo grandes programas de Radio (Hora 25 y Rompecabezas), la revista Veintiuno y televisión con Día D y Detrás de Las Noticias. También documentales, varios libros y el ruidoso fracaso de Crítica. Hoy trabaja en los tres principales medios del Grupo Clarín.
Todo lo que hizo siempre estuvo apuntalado por estoicos periodistas que se ponen el disfraz de colaboradores e investigan los datos para sus notas y hasta se convierten en pacientes secretarias todo terreno que lo deben soportar las 24 hs. (no es casual que, en general, sean siempre mujeres).
3) En el último capítulo Majul se viste de abogado del diablo y tirotea a Lanata en un un diálogo sincero y por momentos incómodo. El autor del libro no deja tema sin preguntar: el abrupto cierre del diario Crítica, su relación con el poder y los anunciantes, la venta de Página/12 a Clarín, el dinero, las durísimas peleas en público con otros periodistas, sus encuentros con Héctor Magnetto, su polémico desembarco en el Grupo Clarín, etc. Lanata se defiende siempre con su sus argumentos que a priori resultan razonables, pero que según otros testimonios, muchas veces son inexactos o exagerados. Cuando las contradicciones son evidentes, manda a cagar a todos. Ese es Lanata, alguien mucho más cerca al hombre que el libro termina mostrando. Un tipo generoso y también egoista, con un par de errores y agachadas, pero que puede mostrar a cambio varias ideas rupturistas que lograron correr la vara en la industria de los medios, tanto en gráfica como en radio y TV. No es poca cosa, en una industria periodística estancada y, en general, acostumbrada a la mediocridad y la chatura. Nada justifica sus pecados, que en todo caso, deberá (o no) rendir frente a sí mismo o su círculo íntimo.
En general el periodismo lo usa como un chivo expiatorio moral y él se presta a eso. Se lo acusa a Lanata de ser puro ego pero, se sabe, en el periodismo actual el ego es moneda corriente. Otros tienen mucho ego y no logran ni se animan a generar ni el tres por ciento de lo que él genera, ni en repercusión, ni en negocio ni en audiencia. Lo cierto es que la diferencia entre él y el resto es abismal. Lanata nunca pasa desapercibido y eso ya de por sí es un gran mérito para ser periodista. Y para ser completamente justos al juzgarlo, habría que bucear entre las vidas de los cuatro o cinco periodistas más importantes de los últimos 30 años para comparar actitudes, contradicciones y errores. ¿Quién se animaría a tirar la primera piedra en el periodismo? Muy pocos.
4) El libro salió en el momento justo. La figura de Lanata se encuentra en su punto más alto de popularidad por ser el catalizador elegido por el Grupo Clarín en su feroz pelea con el gobierno por la Ley de Medios. La jugada del Grupo salió bien. Él solo cumplió una doble tarea: por un lado ser el cañon desde donde salieron los misiles más certeros al gobierno (el caso Boudou, Moreno, Delía, etc.) y por el otro un para-rayo depositario de las críticas más feroces desde los medios oficialistas como 678, Duro de Domar, Tiempo Argentino, etc.
Ya es sabido el excelente olfato de Majul para este tipo de textos sobre los temas calientes. Lo hizo en su momento con “Los dueños de la Argentina” 1 y 2 y “Las máscaras de la Argentina” en aquellos años menemistas y más acá en el tiempo, con “El Dueño” y “El y ella”, sobre el patrimonio y los negocios de los Kirchner. Todos fueron best seller. Seguramente este de Lanata también sea un éxito de ventas por lo antes dicho y también porque es el libro perfecto para llevarse de vacaciones. Además es el primer título de “Margen izquierdo”, la nueva editorial del autor (distribuye Planeta).
5) El libro se lee de un tirón. Majul escribe como habla: rápido y claro. Va al punto y no pierde tiempo en decir lo que quiere. Por eso las 440 páginas del libro se terminan en dos o tres días. Pero la velocidad del autor también lo hace tropezar con sus propios párrafos. A lo largo del libro, se repiten varios errores de edición, como los mismos datos y testimonios, tanto de Lanata como de otros entrevistados. La agitadísima vida de Lanata hizo que emprendiera una enorme cantidad de proyectos periodísticos y por momentos no pude mantener un orden cronológico porque Majul va y viene en el tiempo en un mismo capítulo.
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