Desde hace varios meses que mis lunes arrancan muy temprano. A las 8 en punto estoy sentado frente a mi psicóloga con cara de dormido, la voz muy ronca y con muy pocas ganas de hablar. Pero ya estoy acostumbrado y después de tantos años de terapia (con otro psicólogo), ocurre algo parecido: cuantas menos fichas uno le pone a esa sesión, mejor resulta y te vas con más certezas (y más preguntas, lo cual siempre es positivo).
Hay un detalle importante: mi psicóloga atiende en mi edificio. No tengo que trasladarme por la calle para llegar puntual. Con salir de mi casa 7:59, llego perfecto. Tengo que bajar hasta el lobby del edificio e ir hasta el otro ascensor (el del ala “A) y de ahí subir unos pisos. Siempre que bajo el portero Luis (“encargado”, según él), un paraguayo entusiasta con la selección de fútbol de su país, ya está limpiando o baldeando la vereda. Todavía recuerdo su cara la primera vez que me vió bajar dormido de un ascensor a las ocho de la mañana y meterme en el otro para, a la hora, volver a bajar al hall de entrada. “A quién se estará comiendo a esta hora” fue su pregunta en robusto silencio guaraní.
Vivir en el mismo edificio que mi psicóloga tiene un sólo beneficio. Y es el más obvio: la cercanía y la comodidad que implica no trasladarme para llegar a horario. Una contra es preguntarme siempre si iría a terapia religiosamente todos los lunes si ella atendiera en otro lugar, supongamos, a diez cuadras. Seguro que a las ocho de la mañana no iría ni con riesgo de internación en el borda.
Otro detalle importante: mi psicóloga, vamos a llamarla prudentemente María, no sólo atiende en mi edificio. También vive allí. Por eso me la crucé fuera del horario de terapia varias veces. Casi siempre cuando saca a pasear a su perrito y sólo nos cruzamos un respetuoso y educado “hola, que tal”. Una vez le dije “nos vemos el lunes”, pero no volví a repetirlo porque me pareció muy confianzudo y se acercaba peligrosamente a una especie de cita.
María es una señora elegante y no me acuerdo cuál es su apellido.
Una tardecita me la crucé abajo cuando yo llegaba, mientras en el hall del edificio otros vecinos discutían acaloradamente. Reunión de consorcio. María estaba sentada en el piso de marmol marrón claro, en uno de los dos escaloncitos que hay en el hall. No digo que su imagen se me cayó… pero la vi de otra manera. Ella no discutía. ¿Analizaría en silencio el comportamiento de mis vecinos? Por las dudas, yo apuré el paso y apenas la saludé con la cabeza sin decir nada. No quería interrumpir su terapia.
También, sin buscarlo, aquel día me hice con otro dato de su vida: es propietaria. Tiene un perrito y es propietaria.
Una vez soñé que el edificio se incendiaba en el medio de la noche y todos los vecinos salíamos a la calle con lo puesto: cazoncillos, pijamas, camisones. Y entre los vecinos, los curiosos y los bomberos, estaba María, asustada e indefensa. Como estoy yo cada lunes a las ocho.
Vamos a dejar acá. ¿La seguimos el lunes que viene?
Curioso relato…
Como mujer me salta esta duda: ¿Es buena profesional, te la recomendaron?
como hombre, te preguntaría: ¿está buena? Jaaa
“Seguro que a las ocho de la mañana no iría ni con riesgo de internación en el borda…”
Yo tampoco.
abrazo!
excelente post! muy gracioso. Ojalá escribieras más textos así en el blog.
¡Estoy con Marula! Me encantó el tono de este post.
Atento que en cualquier momento aparece un banner con el teléfono de la psicóloga!
Por norma, todo post de este blog tiene que estar relacionado con un chivo.
Siempre las sesiones donde uno va sin ganas, sin pilas, sin nada que decir son las mas fructiferas ( o casi siempre) porque hay una suspensión de ciertos mecanismos de defensa (asi como cuando estamos muy cansados), no hay una hilacion preparada o semi preparada de discurso conciente, decimos cosas sin hilar aparentemente que no tienen sentido, y las interpretaciones pueden ser asi mas ricas…
sigo pensando que estás loco
Zanoni, la que analiza soy yo, no usted :)
Genial Lalo! Creo que es muy interesante seguir este post el lunes que viene!!
Tenè en cuenta los tips de Tetè!
Besos!
Me en-can-tó este post!! Incluso cuando vi tu comment hoy en Twitter pensé en que me gustaría leer algo más sobre esa sensación tuya de los lunes a la mañana… y aquí apareció!!! :D
La verdad es que me pongo en tu lugar, y ahora que además estoy buscando una psicóloga me pregunto:
– Iría yo a una que está en mi edificio?
– Qué pasa si quiero comentar un momento desagradable de alguna reunion de consorcio?
– Ver (aunque no quiera) algunas de las correspondencias que recibe (en mi edificio no hay portero),no anula un poco esto de la confidencialidad?.
Definitivamente, yo no podría en mi mismo edificio, así que: Me la recomendás? :P
Beso!
esta bueno el relato, ahora bien no entiendo porque la viste de otra manera en la reunión de consorcio.. vos qué esperabas que hiciera?
No pensaste en cambiar de profesional? ¿ella no te lo propuso? Es una situación muy curiosa y difícil de llevar, recomiendo que lo hables y quizás buscar otra analista!
saludos!
Un relato atrapante.
¿Te terminaste enamorando de tu psicologa?
prefiero ir lunes temprano, que viernes tarde.
Muchachos, saquen turno para la psico de Zanoni. Él debe tener negociado un descuento por cada uno que llegue recomendado de acá.
Digo ¿cualquier cosa que se te pasa por la cabeza la mandás como post?.
Por lo pronto, bastante poco serio.
Bah! de que me quejo, si en realidad guarda relación directa con la mayor parte del contenido de este blog.
Qué cerca le pasaste a la prosa poética, Lalo. Un lado que no te conocíamos. Más posts como este, please ;)
Mejor seguí haciendo lo que mejor sabes, y guardate las cosas personales para vos o tu flia.. A mi no me gustó
Quiero mas!XXXOOO
Aires frescos trae tu relato Lalo, me resultó muy grato leerlo.
Exitos con la psic y con el blog.
Se viene la novela de e-blog?? muy bueno el relato, Felicidades!!!
Hola, me pareció curioso el post y me tomé el tiempo de leerlo (seguía en un momento tu blog, después lo agregué al google reader y ahí murió…). Quería hacerte unas observaciones.
Es normal querer saber datos de la vida privada del psicólogo/a. Datos que podrás usar para defenderte en algún momento de la terapia. Es evidente que deseas humanizarla: si vive con alguien, tiene mascotas y si muestra señales de sentimientos detrás de la coraza que carga los lunes de terapia.
No creo que sea prudente que sigas inspeccionando la vida de esta mujer y tampoco veo profesional que ella acepte atender a un vecino en su consultorio/hogar.
Tan sólo es mi opinión. No soy psicólogo, soy un colega tuyo. Igualmente espero el próximo post del lunes ;)
¡Saludos!
Para Cristian: “datos que podrás usar para defenderte” ¿qué cuernos se supone que es esa estupidez? Un terapeuta no es un enemigo, sino todo lo contrario; alguien a quien llegamos en busca de ayuda y la mayoría de las veces suele ser altamente positivo para el transcurrir de nuestras vidas.
Para Zanoni: ¡GRAN anécdota! Si bien coincido en que no me interesa la vida privada de los que escriben, pero está bien redactada, es divertida y carece de narcisismo. ¡Está buena!
Ja ja… La visualicé y está buena!
Vas a tener que tratar con nosotros si la partís al medio o no…! Por hoy terminamos!
zanoni, qué edad tiene tu psicóloga. claramente te enamoraste de elia. maaaarche un conflictoo!
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@Cinematracks: me refería a mecanismos de defensa para evitar hablar sobre determinado tema. Googlealo, no quiero perder tiempo.
Cristian, ¿tiempo? es lo que te sobra querido! Un sicólogo ahí, por favor!
hint: fijate en el resumen de las expensas si debe algo
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