(publicada en revista VIVA el 16 de marzo de 2014)
Esta historia se parece a una película berreta pero es real. Un adolescente ucraniano se va junto a sus padres a vivir a la costa oeste de los Estados Unidos. Es hijo único de un matrimonio de clase baja. Así que para estudiar en la universidad y comer tiene que lavar pisos y recibir ayuda social del Estado. Queda huérfano, deja los estudios para trabajar en Yahoo! y después de varios años, se va de la empresa para probar suerte con su propia idea. La bautiza WhatsApp, un mensajero instantáneo gratuito para celulares que gracias al boca en boca, en pocos meses se transforma en la aplicación obligatoria para millones de personas de todo el mundo y en una seria amenaza de muerte para el SMS. Cinco años después, la vende en 19 mil millones de dólares. La compra Facebook, la red social más poderosa del mundo y que -destino caprichoso- un par de años antes lo había rechazado para trabajar. Y los papeles de la venta se firmaron en la puerta del edificio donde él iba a buscar el cheque de la ayuda social cuando en el bolsillo no tenía un dólar partido al medio.
Ayer, 24 de febrero de 2014, Jan Koum, el protagonista de esta historia, cumplió 38 años. Ahora son las tres de la tarde y me espera desplomado en un sillón y sin ningunas ganas de hablar. Está cansado, con el estómago descompuesto por la resaca de un festejo que se filtró en Internet y un poco fastidioso porque no le gusta dar entrevistas.