El debate sobre la piratería suena más fuerte que nunca en los blogs. Los de Mariano, Fabio, Vanina y Pablo son apenas algunos de los exponentes de un tema que tomó virulencia a partir de un post del diputado Claudio Morgado en el blog La Barbarie donde hace dos semanas tiró el tema de la aplicación de un, por lo menos, patético cánon digital a la copia privada. A partir de ahí, cientos de comentarios empezaron a circular en más de treinta blogs y hasta se construyó a la velocidad de la luz un blog de protesta (noalcanon.org)
Acá publico algunos fragmentos de la nota “Música en libertad“, que escribí para la revista VIVA a mediados de 2006 y que aporta cifras, datos, opiniones, nombres y diferentes posturas:
?Hace ya unos cuantos años el mercado mundial de la música está en crisis por culpa de la piratería. Si no logramos combatirla, vamos a desaparecer, como ocurre en otros países latinos que no tienen industria legal?, advierte Roberto Piay, director ejecutivo de CAPIF. Pero Julián Gallo, profesor de Nuevos Medios en la Maestría de Periodismo de la Universidad de San Andrés y creador del blog Mirá!, reniega de tal afirmación: ?Creer que el arte depende de las industrias culturales es como creer que los paisajes dependen del turismo. El arte puede ser más o menos próspero según el modelo que se aplique sobre él, pero siempre existirá. El turismo puede ser bueno o malo para los paisajes como las industrias vinculadas a la cultura pueden ser buenas o malas para el arte?.
“Pero la cuestión de la propiedad intelectual y los derechos es clave. ¿Es ilegal bajar música? ¿Es delito? El abogado Horacio Fernandez Delpech, especialista en Derecho Informático y autor del libro ?Internet: Su problemática Jurídica (Ed. Abeledo-Perrot, 2001) aclara: ?El art. 72 bis de la ley de Propiedad Intelectual (11.723) dice que solamente es delito penal cuando la descarga y la copia de canciones se efectúa con animo de lucro. Actualmente el bajado de música para uso personal y sin animo de lucro solo seria un ilícito civil, generador de acciones civiles de daños y perjuicios?. La ley 11.723 fue creada en 1933 y se la conoce como ?Ley Noble? por su autor, Roberto Noble, fundador de Clarín. Por su antigüedad, obviamente, no fue pensada para contenidos digitales ni de Internet. CAPIF intenta modificarla en un proyecto que, por ahora, descansa en el Congreso. Sin embargo, Fernández Delpech es pesimista: ?Creo que las discográficas enfrentan un serio problema que no tiene mayor solución, ya que las nuevas tecnologías cada vez facilitan más el bajado de música sin costo, en forma rápida y sin perder fidelidad?.
“El músico (y actor) Antonio Birabent está a favor de que la gente comparta su obra: ?Artística y humanamente me sirve que se bajen mis temas porque las hago para compartirlas y entiendo que para muchos es la única manera de acceder a la música. Los discos en general están muy caros, ese es un error de las empresas discográficas. La música como fenómeno económico se ha reducido cada vez más y las opciones de difundir son pocas (excepto que tengas un gran aparato comercial atrás), por eso me parece lógico que una persona en Catamarca o en Inglaterra acceda a mi música a través de la Red?.
“El músico Daniel Melero hace una distinción entre piratería y compartir música online. ?Mientras lo primero es un negocio espurio, lo segundo tiene que ver con compartir información, sin fines comerciales?, explica. ?El disco físico es una excusa para movilizar música como soporte, pero hoy existen otros soportes que son digitales. Con el nacimiento de nuevas tecnologías, siempre se modifican las formas de hacer negocios. Así como nacen nuevos, desaparecen otros. Compartir música perjudica la forma en que la industria discográfica venía haciendo negocios. Ahora, el problema, no es ni nuestro (de los artistas) ni de la gente (los consumidores), sino de ellos. Como no saben o hacen malos negocios, prefieren culpar a todos frenar la cultura. Pero tarde o temprano esta crisis iba a pasar?.
“Gallo: ?Si pudieran, las discográficas nos cobrarían por silbar una canción. Afortunadamente, a través de Internet, la cultura se expande como el fuego, cruza territorios, leyes, prohibiciones, lenguas, religiones, destruye industrias, se mezcla, se transforma, crece. Si el precio que pide la música (su industria) es reprimir esta energía creativa, si lo que quiere es mantener su modelo de negocio de forma inamovible; que se pudra, que se muera la música. El silencio será mucho más artístico entonces?.
La nota completa, acá.
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