El comportamiento de los medios es bstante común, pero no por eso menos cínico y perverso: promueven a cualquier persona a una fama rápida para después ocuparse de analizar “el fenómeno” que produce en “la gente”. Hablarán de lo rápido que escaló esa persona, de cómo la gente lo idolatra, se saca fotos, le pide autógrafos y hasta le grita por la calle, etc. El círculo es, más o menos, ese. Un gran juego de complicidades donde todos nos hacemos los giles: los medios, el famoso, la gente, los otros famosos, las empresas, etc.
No importa si esa persona hizo méritos suficientes (quién mide los méritos?) o si está preparada para soportar el lado oscuro de la fama. De última, como mucho, el new famoso no aguantará y se drogará sin freno, se pegará un tiro o se dará un palo con el auto. Como Rodrigo. Si alguna de esas cosas pasa, mejor! El negocio es lo único que interesa. Si el personaje “vende”. Esa es la palabra que usarán los editores de revistas para defender su tapa o los productores de radio o TV para sentarlo en un living o en la mesa de la señora. Hay que vender.
Pero, como indica el abc del capitalismo, para vender primero hay que comprar.
El caso de Ricardo Fort es similar a la de cualquier otro new famoso: Jacobo, Samanta, Zulma Lobato, Nazarena, Guido y Silvia Suller, etc. Pero con una salvedad no menor: él mismo generó su propia fama alquilando a los medios con la fortuna heredada. Y todos se sorprenden y preguntan indignados cómo es posible. ¿Pero acaso los medios no están siempre en alquiler? ¿No es esa una de sus características principales? Para una pauta publicitaria, para sentar y preguntarle a un político, para limpiar a un empresario, para los pastores de la trasnoche o para el gato de turno. Fort tiene plata y decidió comprarse su fama, al darse cuenta de lo barato que le salía el atajo hacia las tapas y los programas de TV.
De Narváez (quien también heredó su fortuna) hizo lo mismo pero en otro terreno: la política. Peló chequera, compró todo lo que tenía que comprar, y le ganó unas elecciones al gobierno de turno. En su momento Macri (oh casualidad, con su fortuna heredada) hizo algo parecido primero para ser presidente de Boca y después para llegar a Jefe de Gobierno.
Néstor Kirchner, gracias a la famosa caja, pudo alquilar piqueteros, medios, empresarios, periodistas, aparatos, gobernadores, radicales, actores, peronistas, intendentes, entre otras cosas. Los cuatro, Fort, Kirchner, De Narváez y Macri, vaya paradoja, alquilaron a su manera a Marcelo Tinelli, que siempre bien dispuesto, tiene para ofrecer el mejor trampolín de todos: 30 puntos de rating.
Los millonarios son así.
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