Lo único que les importa es descubrir si Tomás Escobar miente. Si gana dinero con su sitio. Para esa misión tan noble e importante, no dudan en ponerse el traje de policía de la Gestapo si es necesario. Ni tampoco en mentir.
Escobar es el creador y administrador de Cuevana.tv, el sitio web que permite ver online cientos de películas y series (que otras personas subieron a otros sitios). Millones de personas de todo el mundo usan el sitio cada día.
El problema es que la mayoría de esas películas están protegidas por derechos de autor y ahora Escobar debe enfrentar las demandas judiciales de los principales estudios de cine y TV. En eso está Escobar, de apenas 22 años, mientras Cuevana sigue funcionando.
Pero hay un muy pequeño grupo de gente que atacan a Escobar desde sus blogs. Esta gente, que dice ser experta en tecnología, emprendedora, creativa y geek, está empecinada en desentrañar las “mentiras” del joven Escobar. Mentiras como que Escobar no gana dinero con el sitio, por ejemplo.
Para eso, el ecuatoriano Eduardo Arcos no duda en escribir un post y difundir mails privados entre agencias de medios y anunciantes con Escobar y acusar a las marcas de “hipócritas” por pautar en un sitio de piratería. Y les pregunta a los anunciantes si no les molestaría que un chico haga copia de sus productos (!). Ay! que horror la piratería. El mundo se cae a pedazos por culpa de la piratería. Arcos se pregunta al final del post si nosotros podemos permitir “que una persona haga dinero a costa de mentiras, y de usando trabajo que no le pertenece?” (sic).
El otro es Amartino, quien tras una larga investigación, publicó en un post policial y buchón una captura de pantalla del abogado de Escobar (?!) para demostrar que Escobar mintió cuando dijo que no tenía para pagar profesionales de grandes estudios. Pero esa captura es de libre acceso en el sitio de Tanoira Cassagne, un estudio de abogados que defiende a Escobar. Parece que a Amartino le molesta que usemos a un abogado para que nos defienda cuando nos demandan judicialmente. O que ese abogado cobre honorarios (bajísimos casi simbólicos, como es este el caso) por su trabajo. Ohhh! Escobar tiene un abogado! Terrible denuncia! Tal vez quiera que nos defienda un arquitecto o un carpintero.
Pero el problema no son las “mentiras” de Escobar. No. El problema es que Escobar (como los chicos de Taringa!, también criticados por Amartino) pueda hacer algo de dinero con sus sitios. Poco o mucho, no importa la cantidad. ¿Qué problema hay que alguien haga algo de dinero para poder costear servidores y que el sitio siga funcionando? ¿Qué problema hay que una marca comercial paute en un sitio visitado por millones de personas? De última, es un riesgo que asume cada marca. ¿Acaso ahora también saben, además de contenidos, gadgets, comunicación, redacción, tecnología, abogacía, medios… de publicidad?
¿El problema es hacer dinero con contenido ajeno? ¿Y Google? ¿Y YouTube? ¿y Facebook? Vamos chicos… que pegarle al más débil nunca fue de hombres.
El problema, entonces, es de celos y envidia. Admítanlo. ¿Cómo se explica sino que de repente ellos -que se cansan de ver películas y series bajadas de la Web- se apropien de una cruzada antipiratería e “ilegalidad” digna de una fuerza policial? ¿Desde cuándo les preocupa tanto la justicia mundial y la supuesta honestidad comercial aplicada a los contenidos de entretenimiento cuando se la pasan bajando contenido pirata? Doble moral. ¿Cuál es el objetivo de sus post? ¿Quieren que Escobar vaya preso?
Los que atacan a Escobar son tan miopes, tan resentidos, tan egocéntricos, que no pueden ver más allá de sí mismos, ni de sus blogcitos. No pueden ver dónde está la importancia de esos sitios como Cuevana, Taringa o en su momento Napster, Kazaa y cientos más que, aún controvertidos, aún con prácticas que rozan lo ilegal, son fundamentales para la historia y la cultura actual. ¿Por qué? Porque reflejan necesidades colectivas, construyen nuevos sentidos. Porque mueven el estado de las cosas. Por que producen cambios a corto, mediano y largo plazo. Tensa la cuerda, molestan, exponen. Generan debates productivos. Modifican estructuras de muchos años, prácticas empresariales y comportamientos. En millones de personas, primero. Y en las industrias involucradas, después. Gracias a todos ellos, nació iTunes, por ejemplo. Y otros sitios legales para ver cine online. Ahora, para evitar la piratería, las series más famosas empezarán a estrenarse en simultáneo en todo el mundo (como ayer Games of Thrones, de HBO), etc.
Esos sitios son llaves que nos permiten abrir puertas que nunca se abrieron.
Es por esas razones, principalmente, que debemos protegerlos, alentarlos y ayudarlos a seguir adelante. No perseguirlos con el dedo en alto como comisarios de la web, como custodios de la ética y la moral mundial.
Detenerse en Cuevana y en “las mentiras” de Escobar es, además de canallesco, muy limitado.
Emprender. Llevar adelante una idea y que esa idea modifique algo, cualquier cosa que sea. Cambiar el estado de las cosas, las que sean. Esa es la diferencia entre estos policías truchos y un Escobar de Cuevana, los Botbol de Taringa!, Zuckerberg de Facebook, Shawn Fanning de Napster y por suerte, todos los verdaderos emprendedores que faltan venir.
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