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14 March 2008

Francis

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Francis Cornejo y Diego Maradona en la época de Los Cebollitas

Hace 13 años entrevisté a Francisco Cornejo. Fue mi primer reportaje periodístico y, por supuesto, no tenía experiencia. La nota no era para ningún medio, sino para una pretenciosa idea: la biografía de Diego Maradona, que nueve años después terminaría siendo mi libro Vivir en los Medios. Me acuerdo que estrenaba el grabador -que todavía uso- y los nervios me superaban. Fui hasta el Parque Roca, en Villa Soldati, donde el descubridor de Maradona seleccionaba chicos para las infantiles de Argentinos Juniors en un descampado con canchitas sin pasto ni arcos. Eran las tres de la tarde de un día nublado y frío. A Francis lo había ubicado a través de la guía telefónica -muy efectiva, aún hoy- y me había atendido su madre, que en ese momento tenía 88 años. Vivían juntos. Era bajito, canoso y muy prolijo. Por momentos, en la entrevista, se emocionaba hasta las lágrimas recordando su gran obra: Los Cebollitas, aquel ya mítico equipo de Diego, que a principios de los ´70 ganaba todos los torneos que jugaba. Francis se enojaba con el olvido general, porque nunca nadie lo había reconocido como merecía y porque no le habían pedido permiso para usar el nombre para el programa infantil que en ese entonces iba por Telefé. Nunca cobró un peso por haber descubierto al mejor futbolista de la historia. “Soy pobre, pero jamás le pedí nada a nadie porque yo sólo tengo que agradecerle a Dios haber sido el primer entrenador de Diego”, me dijo.
Cornejo murió ayer a los 76 años. Lo que sigue son algunas partes de aquella entrevista, que por supuesto nunca olvidaré.

-¿Cómo llegó a sus manos Maradona?
-Bueno Diego llega de una forma inesperada porque siempre recalco que yo tenía la división prácticamente formada, la división categoría 60. Y estaba conforme con esa división porque había juntado unos buenos elementos. Un pibe que se llama Goyo Carrizo, que usted ya lo debe haber oído nombrar, un jugadorazo, el mejor que lo acompañó a Diego en toda su trayectoria de toda su vida. Yo le seguí todos los pasos a Diego y con ninguno hizo paredes como con él. Bailaban en la cancha. El pibe me dijo que en el barrio suyo había un amiguito que jugaba mejor que él. Pero ¿usted sabe cuantas veces le dicen a uno que tal o tal jugador es bueno? Pero como yo probaba siempre, le dije que lo traiga. Nunca dejé de probar. Pero no le creí… Goyo era una estrella. Él y Claudio Rodríguez eran terribles. Bueno, vienen y aparecen. Es el destino. Diego tenía 8 años, 8 años y medio. Y bueno, hago la practica y viene la sorpresa. No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta que este era un pibe distinto. Era tan distinto que con mi amigo Don José Trotta, dudamos que sea de la categoría 60. Pensábamos que era mayor. Las cosas que hacía Diego eran de otra categoría. Era muy superior. Nos impresionamos. Sabíamos, por la experiencia, que a veces vienen pibes chiquitos a probarse que resulta que tiene como tres años más. Eran enanos. Entonces nos dijimos: ?este debe ser un enano?. Te lo juro, creíamos que era un enano. Pero también pensábamos que si llegaba a ser cierto, me lo mandó Dios a éste. Le pregunté: ?¿ Trajiste los documentos, nene?? Y me dice: ?No, los tengo en mi casa?. Ahí nomás pensé: ?Chau, éste es un enano?. ?¿Estás seguro de que sos clase 60?, le pregunté; ?si, mi mamá tiene los papeles en mi casa?. Ahí comenzó la historia de Diego.

-¿Cómo se siente frente al título de ?descubridor? de Maradona?
-Yo me siento como el tipo que sacó la lotería. No me pongo en el logro personal, a mí me cayó del cielo. Si tuviera que destacar algo en mí al respecto en esta historia, sería que al ver un fenómeno como este, me dediqué a cuidarlo. Le festejaba los cumpleaños, el sandwich y la Coca no le faltaba nunca, como a los otros pibes tampoco. Lo visitábamos en Fiorito una vez por semana, lo cuidábamos a muerte. Gracias a Dios llegó. Yo me atribuyo, junto a don Trotta, ese mérito. Pero no porque yo sea alguien especial, porque me cayó a mí como si le hubiera caído a otro técnico. Fue el destino. Esto quiero recalcarlo bien. Ningún técnico le va a enseñar jugar a Diego. El jugador nace. Y Diego nació.

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