Tal vez el enorme aparato de difusión oficial kirchnerista – tan amigo del archivo televisivo y gráfico, tan custodio de la conciencia colectiva, tan progre- no recuerde el encuentro en la quinta de Olivos entre Charly y Menem en 1999, ya sobre el final del mandato del riojano. Tal vez alguno se acuerde pero no convenga sacarlo a flote en 678. ¿Para qué? Atenta contra el “nuevo” Charly, tan K, tan limpio, gordo y pulcro que el sábado durante la asunción del segundo mandato de CFK, entonó las estrofas de nuestro himno.
Algunos fans, ciertos militantes, esos chupamedias, dirán que aquel Charly no sabía lo que hacía y bla bla. Intentarán justificar, acomodar, editar. Pero a mi me da lo mismo. Yo prefiero escuchar sus canciones, su piano, sus discos. Los de siempre. Esas canciones que no pasan de moda ni pueden acomodarse al presidente de turno ni a su ejército de soldaditos a sueldo.
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