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28 February 2012

“De La Cámpora se sabe muy poco”

Entrevistamos a la periodista Laura Di Marco, autora de “La Cámpora” (Sudamericana), el libro que desnuda la agrupación juvenil kirchnerista liderada por Máximo, el hijo de la presidenta.

– ¿Por qué un libro sobre La Cámpora?
-Porque sentía que, por primera vez, desde la Coordinadora alfonsinista aparecía un fenómeno potente y que convocaba a la juventud. Después de haber vivido los años noventa, y haber comprobado el total desinterés de los jovenes en la política quise entender cuál era el imán, el hechizo de La Cámpora. El halo de misterio que la rodeaba, la dificultad para penetrar en ese mundo para el periodismo profesional (o no militante) duplicó mi curiosidad.
El libro es finalmente, un manual de la nueva etapa política que cuenta, por primera vez, la historia desconocida de los líderes de la agrupación juvenil que lidera Máximo Kirchner, un grupo de jóvenes que conforma la intimidad política de la Presidente y del que se sabe poco y nada. Es, además, la historia de un país que se rompió en 2001 y la de una nueva generación política, surgida al calor del que se vayan todos y de las cacerolas de 2001: la de los herederos que los Kirchner se ocuparon de formar, casi desde el inicio de la era K. Porque, al contrario de lo que indica el lugar común, de que estos jóvenes llegaron a los cargos de la nada, la verdadera historia es al revés: elegido como un presidente débil, Kirchner se nutrió de los restos del sistema político tradicional, que había implosionado Y la novedad fue que eligió a los jovenes para construir una fuerza propia.

-¿Cómo fue la investigación del libro?
-Muy compleja, duró un año entero. Hubo que hacer un enorme trabajo de fuentes para reconstruir escenas, y vidas. Colabró Mariano Confalonieri, de Perfil y chocamos con muchas dificultades. Hablé con muchas fuentes al interior de La Cámpora que quisieron charlar conmigo para esclarecer el fenómeno del que participan. Descubrí que hay muchas internas entre ellos y eso favorecía las filtraciones.
Después de las internas se cerraron mucho más. Se dieron cuenta -esto me lo contaron ellos mismos- que tienen tiempo biólogico para construir poder y tendrán, al menos por cuatro años, una Presidenta que les seguirá abriendo puertas. En la intimidad, El Cuervo Larroque dice: “por supuestoque queremos estar 4 años, y 40 años más también, para hacer lo que queremos hacer”. Usé declaraciones juradas, bases comerciales, archivos de la memoria (para buscar en la vida de hijos de desaparecidos, como Eduardo Wado de Pedro, diputado nacional y miembro de la conducción de La Cámpora y otros menos conocidos) y una periodista del master de La Nación, María Delia Pérez, se dedicó exclusivamente a rastrillar todo el intercambio en redes sociales.
Además, consulté con unas 50 fuentes de la política, entre funcionarios, secretarios de Estado, miembros de ONGs dedicadas a promover la transparencia en la adminitración pública, miembros de la oposición, peritos contables, fiscales, etc.

-¿Te sorprendió algo en particular durante la investigación?
-Me sorprendió que muchos de los cuestionamientos internos de los pibes hacia la cultura de La Cámpora (la parte asfixiante, ese tufillo verticalista, autoritario) eran cuestionamientos similares a los míos. El punto es que la agrupación no está dominada por ellos, sino por el “ala dura” que lidera El Cuervo Larroque.
Lo que más me conmocionó fue, sin duda, la muerte de Iván Heyn, alguien con quien había hablado para el libro. Y luego ver sus mensajes angustiantes, después de su muerte, me desarmó. Y me dejó shockeada por muchos días. Todo lo que Iván decía en los mensajes previos a su muerte estaba en sintonía con lo que yo había percibido: una agrupación que sacó debates muy interesantes afuera de la sociedad, pero con muchos, muchas tensiones internas. Democratizante hacia afuera, autoritaria hacia adentro.

-¿Cuál es tu opinión personal de La Cámpora después de escribir el libro?
-Es un sello construido desde el poder, más parecido a La Coordinadora que a Montoneros, aunque algunos en La Cámpora -sobre todo los que vienen de HIJOS- sienten que el proyecto K es el mismo por el que peleaban sus padres, pero aggiornado. De allí que, sobre todo en el sector de HIJOS, haya algo que “revolución inconclusa” en la agrupación juvenil.
Es un grupo que combina la continuidad (con los noventa, la vieja política) y el cambio (se proponen como un sujeto de cambio social); los chicos de La Cámpora son una mezcla entre la cultura política de los 90 (los gerentes de la politica) y los setenta (los militantes). Y por ahora no se sabe para cuál lado se inclinará: es un fénomeno político que empieza a formarse. Un dato importante: el 24 de octubre de 2011 la Presidenta festejó su reelección con parte de la cúpula camporista: un dato no menor para una Presidente viuda, sin entorno propio. Los amigos de Máximo forman parte de su intimidad política, jóvenes leales que le deben todo.
El kirchenrismo construyó un clima de época, que interpeló a los jóvenes con sus sucesivas confrontaciones, percibidas por los sub 35 como una guerra contra los poderosos, y logró el milagro de la reconciliación de la juventud con la política.

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