Al día siguiente del primer programa de Bailando por un sueño, Mario Pergolini lanzó una ironía desde su programa de radio: “Que doble la apuesta, que ponga a bailar a mogólicos si se la banca”. Se refería a que Marcelo Tinelli había puesto a bailar a un ciego. Muchos pusieron el grito en el cielo, especialmente los medios de Clarín (TN, Telenoche, Clarín, Mitre) seguramente alineados con su estrella máxima y además socio (Clarín posee el 30 por ciento de Ideas del Sur, la productora de Tinelli). Arrastraron al INADI a que acuse a Pergolini de “discriminación”, cuando en realidad el conductor de CQC sólo había apuntado a la hipocresía de Marcelo Hugo. Aunque suene mal en los medios, todos usamos la palabra mogólico para insultar a otro o para referirnos a un chico con síndrome down. Pero en los medios después se los llama “down” o “personas con capacidades diferentes”, entre otros eufemismos.
Muchos de los que le saltaron a los ojos de Pergolini lo hicieron por otros motivos, ajenos a lo que dijo. No se bancan a Pergolini y aprovecharon el momento. Muchos de esos, aplauden la incorrección política, el humor negro y las tapas de la revista Barcelona. Pero ahora se ponen del lado de la señora Rosa y gritan: “discriminación!”, cuando en realidad jamás emplearían a un chico down, estacionan en una rampa para discapacitados y no distinguen entre un sordo o un mudo.
Pergolini dijo -motivado por pararse siempre en la vereda de enfrente (y? esa estrategia en la TV actual es más inocente que Peter Pan) que no seamos hipócritas, que Tinelli lleva al ciego por rating. Eso es la TV y todos hacen lo que hacen para tener rating, inclusive Mario desde su productora. Susana sentaba en su living al hombre rata y al hombre de dos penes y todos la llaman “Diva”. Roberto Galán casaba enanos en los ´70. Pero guarda con hacer chistes en los medios sobre alguno de esos deformes, porque saltarán todos los correctos en nombre de todos los “especiales” del mundo para poner las cosas en su lugar. Hipócritas! En privado todos hacemos chistes con la mano de Scioli, la pierna de Sofovich, los ojos de Kirchner, gangosos, judíos, gallegos, negros, bolivianos y paraguayos. Y está mal, por supuesto. ¿Pero quién dijo que el humor debía ser correcto, limpio y puro? Discriminar es otra cosa. La RAE dice que es “Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc”. Discriminar es excluir. El INADI, entonces, debería poner sus energías en la lucha contra la discriminación real, que la hay y de sobra.
Más allá de todo, no está mal que alguien lo diga en la TV, que alguien pinche y critique a un show que nadie se anima a criticar. Es necesario un contrapeso. Todos los programas, conductores, panelistas, famosos de cabotaje y noteros medio pelo le chupan las medias a Marce -aunque después hablen pestes en privado- y a su programa para colgarse del éxito de Bailando. Dan lástima. Pero ninguno se anima a decir que a veces el Show da pena y verguenza ajena y que el rating no valida nada por sí mismo. El Show, siempre, va a continuar. Pero llevar a un ciego para manotear el aire mientras baila es un golpe muy bajo y alguien tenía que decirlo.
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