En una práctica poco usual en nuestro periodismo (por falta de presupuesto y tiempo), el staff de Newsweek entrevistó durante un mes a más de 20 personas para saber detalles de la vida del joven ministro de Economía Martín Losteau, entre los que estaban su padre, sus hermanos, funcionarios, enemigos, ex companeros de colegio, embajadores y ex presidentes.
La unica materia que se llevo en su vida fue psicología. Desde que ejerce el poder tuvo tres operaciones. Cómo le afecto que su padre fuera secretario de turismo de Videla, Viola y Galtieri. La obsesión por Gaturro. Su inexperiencia política para tratar con enemigos y construir alianzas. Por qué lo proteje la Presidente. Su distancia con Kirchner. Cómo sobrelleva la angustia del poder. Los consejos de sus allegados más cercanos. Por qué dice que no va a renunciar.
Los primeros párrafos de la nota de tapa, escrita por Alex Milberg:
Afuera del Colegio Nacional Buenos Aires, el país estallaba. En julio de 1989, la inflación voló al 196% mensual. Adentro de las aulas, el nerviosismo se reducía a un examen. Martín Lousteau ya había terminado el suyo y le soplaba a un compañero una respuesta: los “Mecanismos de Defensa contra la Angustia” citados por Freud. “Represión, negación, sublimación, racionalización.”. El profesor Eduardo Pagés, hoy fallecido, descubrió la maniobra y les quitó la hoja. Lousteau no preveía represalias mayores. Sus respuestas eran correctas y en el primer parcial había aprobado con ocho. Pero la autoridad tuvo otro criterio. Le puso un uno y más tarde lo mandó a diciembre. Psicología, materia de quinto año bachiller, fue la única asignatura que el actual ministro de Economía reprobó en su vida.
Con 37 años recién cumplidos, Lousteau hoy vive una encrucijada.
Por un lado, disfruta el salto inesperado a lo que probablemente sea el cenit de su carrera tras años de incertidumbre personal. Durante más de una década, combatió con el aburrimiento personal. Insatisfecho, inició búsquedas paralelas a su carrera. Viajó a Afganistán y jugó a ser periodista durante la guerra en 2001, fue profesor de tenis, hizo cursos de sommelier y tomó lecciones de clown. Cuando, el 14 de noviembre pasado, Cristina Fernández de Kirchner lo designó ministro de Economía a los 36 años, pensó que todo había tenido sentido. Llamó a sus dos hermanos y les pidió: “¡Vean TN, vean las noticias!”. Orgulloso, se sintió en la cumbre.
Por otra parte, padece física y mentalmente los costos de su inexperiencia política durante una gestión. Entre 2006 y 2007, en casi dos años al frente del Banco Provincia (BAPRO), fue operado de apendicitis, de los ojos y de una hernia. “Las tres tienen una relación clara con lo psicológico”, dice Román, su hermano siete años mayor. “Son producidas por el estrés, él lo sabe y lo elige”, agrega.
En poco más de cien días como ministro, Lousteau encontró varios motivos para sentirse angustiado. El control de la inflación, su lucha de poder con Guillermo Moreno por el INDEC, la indiferencia de Néstor Kirchner -pese al respaldo de la Presidente- y el castigo sistemático de un sector de la prensa que le perdió rápido la paciencia aumentaron sus episodios de insomnio y tensión. Acude por alivio a la quiropraxia, una terapia que concentra filosofía, ciencia y arte en las manos de un especialista dispuesto a manipular las vértebras de los pacientes hasta liberarlas de “sub luxaciones” y “energía negativa”.
Lousteau es muy seguro de sí mismo. Con ingenuidad, inteligencia y confianza, cree en el peso de los argumentos por sobre cualquier otra lógica de poder. Cree que los datos estadísticos deben recuperar la confiabilidad perdida y no les teme a las protestas del sector agrario, paralizado por las nuevas y polémicas retenciones a la soja. Al asumir, sus allegados, que soñaban con la renuncia de Moreno, aseguraron que Lousteau tenía una personalidad “rebelde” y que no sería un ministro de cotillón. En menos de tres meses, hasta Gaturro, el gato de Nik, lo ridiculiza desde las historietas cuando dice que “está pintado”. Ámbito Financiero lo mofa a diario y lo bautiza mediática mente con presuntos apodos: “A Lousteau le dicen Acoyte, porque es la continuación de Moreno”. Celos, envidias y críticas, tan legítimas como interesadas, le oscurecen la alfombra roja de bienvenida.
(el texto completo en la edicion de Newsweek que sale esta noche)
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