Van caminando dos personas y una le dice a la otra: ?Nosotros esperamos demasiado de Diego? Pero Maradona no puede hacer milagros, Maradona no es el salvador, Maradona no es Dios?. Y el otro responde: ?De acuerdo? Pero no invoques su nombre en vano!?
(Chiste de Fontanarrosa publicado en Clarín)
La semana pasada, el director médico del sanatorio Guemes dijo que “Maradona se cree Dios”. Tal vez sea cierto. Pero es cierto también que mucha gente (hinchas, futbolistas, medios, publicitarios, periodistas, políticos y escritores, entre otros) elige usar la palabra “Dios” para referirse a Maradona.
Pero el rol de la prensa fue fundamental para contribuir a aumentar la divinidad maradoniana. Como vemos, de alguna u otra manera, medios de todo tipo y color lo relacionaron con Dios en infinidad de artículos, títulos, tapas, columnas de opinión, publicidades e informes de TV:
Los ejemplos sobran. En 1999 la revista El Gráfico lanzó cuatro fascículos coleccionables sobre la vida del ídolo titulada ?Maradona. La obra divina?. Dos de esos fascículos se llamaron: ?Emperador de Japón, Dios de la Boca? y ?Dios se detuvo en Nápoles?.
La invitación para la inauguración del museo M10 en la Rural (2003) decía: ?Querés ver a Dios? Venía a su templo?.
Aunque se intensificó en los últimos años, el fenómeno no es nuevo. Ya en1984, cuando el ex jugador fue transferido al Nápoli de Italia, su figura fue emparentándose con la deidad. Los napolitanos vieron en él una especie de héroe y Mesías que había desembarcado en la ciudad para revertir el vacío de triunfos. Las contradicciónes del propio Maradona nunca ayudaron. Mientras dijo que el gol a Inglaterra fue “con la mano de Dios?, siempre intentó dejar bien en claro que: ?Cuando me dicen que soy Dios, respondo que soy sólo un jugador de fútbol”.
Por su parte, los libros tampoco huyeron a la tentación. Encontramos ?De la mano de Dios a sus botines?, de Rodrigo Fernández y Denise Nagy y ?La Mano de Dios?, escrito por el periodista inglés Jimmy Burns. También el ensayo ?¿La mano de Dios?? del filósofo Claudio Tamburrini.
La fotógrafa Valeria Weiss, autora del libro que retrata los carteles que la gente pegó en las paredes de la clínica Suizo Argentina (segunda internación, 2004), me dijo. ?Una de las cosas que más me llamó la atención fue la devoción religiosa hacia Maradona; el ochenta por ciento de los carteles tenía alguna alusión a Dios y la sensación que finalmente me quedó es que la gente le otorgó a Diego el título de Dios, sin importar de qué credo (estaban todos los íconos presentes); ese día para los argentinos se recibió de Dios acá en la Tierra?.
Diferentes periodistas entrevistados para mi libro “Vivir en los medios“, también cayeron en la trampa. Ernesto Cherquis Bialo dijo que ?En Nápoles, Maradona era más que un ídolo, era un Dios?. Y Gonzalo Bonadeo reconoció: ?Con los pantalones cortos, Maradona te caga la vida. Porque tiene el mundo a favor y vuelve a ser una especie de Dios?.
Sin embargo, varios de los mismos medios que lo trataron como Dios, criticaron con dureza a Maradona por, curiosamente, ?creerse Dios? y actuar con la impunidad y omnipotencia propias de un Ser Supremo. El Gráfico, una de las revistas que más lo endiosó, publicó notas como la que sigue, escrita por el entonces subdirector Aldo Proietto en 1989, en pleno conflicto entre Diego y el Nápoli. Se titula?El ?Sidieguismo?.
?Pobre Maradona. Endiosado, rebelde, tozudo, caprichoso, buen hijo, buen padre, buen amigo, genio en la cancha, contrajo una enfermedad compleja contagiada por su entorno: padece ?sidieguismo?.
?Quienes dicen amarlo y comprenderlo ?y tal vez lo amen, lo comprendan y además lo necesiten-han cometido el peor de los pecados: le inculcaron el virus de la impunidad?.
?Pobre Diego. Por ser el mejor jugador del mundo se atribuyó el derecho a modificar leyes universales. Por ser endiosado se creyó Dios. Un día de estos, cuando se encierre en su cuarto de Nápoles, retornará a la reflexión y advertirá ?nadie lo hará por él- que se ha equivocado porque es apenas un ser humano, aunque cuando juega a la pelota parezca de otro planeta?.
Bernardo Neustadt escribió en El Gráfico en 1993 (se respetan las mayúsculas y las negritas): ?¿Maradona? Fue?.
?Nosotros nos merecíamos, como sociedad y como país, OTRA CLASE DE MARADONA POR EL MUNDO.
Jugar bien al fútbol, acaso como nadie, NO ES SER DIOS.
Dios le dio los dones y lo dejó suelto.
Es un desagradecido.
Recemos para que no termine como Gatica .
En otro artículo, escrito por Fernando Fideleff y publicado en la revista Noticias a la semana del incidente con balines entre Maradona y los periodistas (1994), se pudo leer: ?Es hora de que el ídolo corte sus alas de ángel, baje a la Tierra y comprenda que lo suyo es, simplemente, jugar al fútbol?.
La publicidad no se quedó atrás. En mayo de 2004, cuando el ídolo estaba internado, la agencia Oyster Group publicó una gráfica con la imagen de Maradona con la frase “No te vayas. Arriba no hay lugar para dos”.
Es cierto. Tal vez Maradona se crea Dios. ¿Pero no es hora de mirarnos un poco al espejo?
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