-El combativo discurso de la presidente Cristina Kirchner encendió la mecha para que, alrededor de las 20 hs., miles de personas salieran a protestar con sus cacerolas en diferentes barrios de la Capital Federal y en otras ciudades del interior del país, como Rosario, Córdoba y Tucumán.
-En un impresionante acto de autoritarismo, el piquetero a sueldo Luis D´Elía decidió que toda la gente que fue a protestar en Plaza de Mayo eran “oligarcas de Recoleta, Belgrano y Palermo” (sic) que fue a dar un golpe de Estado contra el gobierno de Cristina Kirchner. Por eso decidió, amparado por el gobierno y por un centenar de “piketeros k”, limpiar en media hora la Plaza con palos, prepotencia y empujones. A la medianoche la Plaza era toda de los piqueteros. La policía brilló por su ausencia.
-Fiel a su estilo de confrontación, el gobierno no supo, no pudo o no quiso dialogar ni lograr un acuerdo con los sectores del campo para evitar llegar a esta situación. Gobernar no es sólo recaudar y acumular poder, sino también consensuar intereses contrapuestos, asegurar la paz social y el bienestar general.
-El gobierno quiere un país fracturado en dos. Por un lado “los pobres” representados por piqueteros a sueldo y por el otro “los ricos” del campo (da igual si son ganaderos o agropecuarios chicos, medianos o grandes productores), simplificando peligrosamente un complejo mapa social y dejando de lado a una inmensa clase media. Mientras fustiga a “los ricos”, la presidenta hace todo lo posible para que la cultura menemista siga vigente: no puede justificar sus propiedades ni su ascendente patrimonio, usa carteras Louis Vuitton de 5 mil dólares y le regala un mini-cooper a la hija de 18 años.
-Por otro lado, los dirigentes ruralistas, disconformes con las retenciones, no ceden al paro histórico de 14 días y las principales rutas del país siguen cortadas. Además, se corre el riesgo de un desabastecimiento de carnes, aceites, lácteos y otros productos básicos, además de un fuerte aumento en las verduras.
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