Al igual que Juan Martin del Potro y Diego Buonanotte con Lalo hoy estamos cruzados. Por eso yo, Capitán Intriga, me voy a sentir el dueño de eBlog por un rato y postear por acá. Después de pensarlo un rato, me convencí de que si me intercambiaran con Zanoni, no dudaría en armar mi vida en video, mostrando cómo es la glamorosa vida de una verdadera estrella 2.0:
Pero no dejaría de mostrar, como eBlog suele hacer, cómo las empresas y las marcas van cambiando y adaptándose -con resultados dispares- a los tiempos que corren.
Por ejemplo, hoy muchos bares y restaurantes porteños están más que atentos a GuíaÓleo, la autodenominada “comunidad gourmet” de Buenos Aires, que permite a sus usuarios votar y opinar sobre locales de la ciudad, con gran libertad y franqueza. Muchos ya adquirimos el hábito de chequear antes de organizar una cena o salir a tomar unos tragos qué dicen del lugar en GuíaÓleo sobre precios, calidad de los platos, atención al cliente y datos importantes como el estado de los baños, la capacidad del estacionamiento y si hay WiFi.
Como en toda comunidad de estas características, abundan las personas que se toman demasiado en serio su trabajo -y juegan a ser sommeliers y catadores del vino en copa que te dan con el menú del día que cuesta sólo 20 peluchitas- así como también los que no olvidan usar el sentido común y entendieron el final de la peli “Ratatouille”.
Sin embargo, para muchos dueños de locales, GuíaÓleo significa un verdadero dolor de cabeza con el que es difícil lidiar.
Algo parecido pasa en San Francisco, Estados Unidos, con Yelp!, un sitio de reviews de diferentes negocios que siempre trae mucha polémica (en este artículo directamente es calificado como chantaje 2.0). Hace algunas semanas, el restó Pizzería Delfina recibió comentarios muy negativos de los usuarios de Yelp! como: “The pizza was soooo greasy. I am assuming this was in part due to the pig fat” y el liso y llano “This place sucks”. En vez de salir a patalear o ignorar estas opiniones, sus dueños decidieron hacerse cargo e imprimieron remeras con la reviews y se las dieron a los empleados.
Una forma canchera e inteligente de tocar un tema espinoso y no morir en el intento.
¿Quién será el primero que se anime a hacer lo mismo en Buenos Aires?
Fuente: 7×7
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