(columna publicada el lunes 17 de marzo en El Cronista)
Parece que los usuarios están hartos de tantas aplicaciones. La gran mayoría de los iconitos de colores que pululan en las tiendas son apps inútiles o réplicas peores de las más exitosas, pero que nadie jamás se instalará. Existe ya una saturación y una oferta desmedida en desarrollos que se lanzan con mucho dinero invertido en publicidad y prensa pero que después no llegan a nada. Porque sólo unas pocas (cada vez menos) logran sobresalir en los profundos océanos que ofrecen las tres principales tiendas como Play de Android (Google), Windows Store de Microsoft y AppStore para los dispositivos de Apple. Cada vez más les resulta difícil organizarlas en sus tiendas y todas pelean duro por estar entre las elegidas de las vidrieras principales de cada categoría, que es cuando tienen alguna chance de ser elegidas. El resto naufraga.
Hoy existe un tsunami de millones de aplicaciones pero sólo un puñado logran un nivel digno de descargas. El dato duro: apenas el 0,01% de todas tendrá éxito en 2018, según un estudio de la consultora Gartner. En el futuro nos bajaremos menos apps, aseguran, pero más útiles.
Se estima que las apps pagas son el 9% del total de las apps que existen (unas 100 mil millones). El modelo de negocios de las pagas es simple: 70% va al bolsillo del desarrollador y el 30 se lo queda el dueño de la tienda. El negocio para la tienda es lucrativo porque mientras los desarrolladores le prenden una vela a cada una de las descargas, la tienda cobra por todas juntas. Apple, por ejemplo, factura por año unos u$s 10 mil millones en apps. ¿Y el que las hace? Según una investigación de la revista Forbes, el fabricante cobra de Apple un promedio de u$s 21 mil anuales y de Google unos 6 mil. Pero la cifra baja a 2 mil en el caso de la tienda de Microsoft. Es decir, muy poco. Pero es cierto que varios la pegaron y no solo ganaron millones de dólares por las descargas sino que también lograron inversión o venderlas. Con apenas dos años de vida, Instagram fue adquirida por Facebook el año pasado en mil millones de dólares.
Sin embargo, a la industria de desarrolladores el dato de Gartner le interesa poco y nada. Su riesgo es muy bajo. Su método consiste en desarrollar muchas apps y lanzarlas constantemente, así se ahorran costos de mano de obra. En el mejor de los casos tienen alguna idea original pero en la mayoría copian alguna que ya haya mostrado éxito. El costo para desarrollar una app es relativamente bajo y, si funciona, puede resultar un enorme negocio. Es decir, aplican el término de long tail pero mal: lanzan muchas hasta que alguna “la pegue”. Pero ya vimos que llegan muy pocas y hasta el momento, nadie tiene la fórmula que asegure el éxito de antemano. Todos quieren fabricar una y venderla por millones, pero ¿cuántos Instagram y Candy Crush existen? Pocos. Además muchos desarrolladores basan su éxito en las cifras de descargas, algo que se puede conseguir pagando publicidad o con una campaña de prensa en los medios. Pero la variable importante es la utilidad y el tiempo de uso real que le da el usuario. ¿De qué sirve una app descargada un millón de veces pero que usan cien personas o que no sirve para nada productivo?
Querido lector: basta de instalar aplicaciones en apariencia útiles y divertidas pero que después morirán lenta y silenciosamente en nuestro celular o tablet. El consejo que doy siempre es el siguiente: ¿la instalarías si la tuvieras que pagar un dólar? Si la respuesta es no, entonces no vale la pena. Ahora, ya mismo, agarrá tu celular y fijate qué aplicaciones no usaste en el último mes. Ocupan espacio, memoria y consumen batería. No dudes: delete.