Por P.Z.
César Aira es uno de los más grandes escritores argentinos de la actualidad. Dueño de una prosa que fluye sin rispideces y una producción asombrosa, Aira permite que sus devaneos dominen la hoja a medida que avanza el texto. Aira es el escritor que patentó la idea de escribir sin corregir, una idea que podría considerarse subversiva: un escritor desapegado de su obra. Algunos dicen que Aira sí corrige, pero son los menos. El resto observa ?observamos? impávidos cómo un escritor consigue armar historias fenomenales de un solo trazo.
Pablo Ramos se enteró que Hemingway escribía parado, y ya no volvió a sentarse. Como desconfía de la computadora escribe a máquina y hace que algún alumno de su taller le pase el trabajo a un pendrive. Lleva tres pendrives encima, por miedo a roturas o pérdidas. La obsesión con la que preserva su escritura tiene que ver con la voluntad que tiene para obtenerla. ?Escribir es un trabajo atroz ?afirmó en Eterna Cadencia?. Hasta que no tengo el primer borrador sufro mucho. No disfruto de la escritura, disfruto la corrección.? Cuánto disfruta: hasta llegar escribir 35 borradores.
El momento de escribir y corregir define mucho la relación con la que cada escritor trabaja su literatura. Están aquellos que dicen que su primer borrador es un mal necesario, están aquellos que no se saben cuándo dejar de escribir y dejan que una fuerza externa (una llamada telefónica, que se corte la luz, que tenga ganas de ir al baño) le señale el fin de la tarea. Están también aquellos que nunca están conformes del todo con lo que escriben. Y están aquellos, como Jorge Luis Borges, que sugieren que publicar es el único camino para dejar de corregir.
Basta de la mentira de Aira. No puedo creer que todavía la gente le crea sus mentiras.
Que corriga o no corrgia Aira, no cambia en nada el hehco de que es un escritor admirable, y de una prosa a la que la palabra trasgresora, le queda corta.