Kirchner ama a las multitudes. Se deja llevar por ellas, se tira arriba de la gente, permite que lo besen y hasta que lo lastimen.
El fútbol es pasión de multitudes y por eso K. recibe a sus protagonistas con los brazos abiertos: Tevez, Beckembauer, Maradona.
Pero con Diego la cosa fue distinta y el encuentro tuvo otros entretelones. K. recibió al ídolo bajo presión, bien temprano y de sorpresa, sin avisarle a la prensa. ¿Porqué? Porque el 10, gordo y postrado en un neuropsiquiátrico, le había mandado a decir: “Si no me recibe, me pego un tiro”. A los pocos días entraba a la Rosada…
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