Nuestra crítica de cine VB fue a ver Sex and The City y le puso 5 eBlogs

Miranda Hobbes: The only two choices for women; witch and sexy kitten.
Carrie Bradshaw: Oh you just said a mouthful there sister.

Si uno dice que Sex and The City es una serie machista, lo dice, claro está, porque la serie predica que la mujer triunfante e independiente es sinónimo de la que bebe cinco Starbucks por día, escribe artículos baratísimos en una laptop, gasta miles de dólares en marcas de lujo para tirarse encima y, por sobre todas las cosas, no necesita al género masculino en su vida aunque no haga otra cosa que pensar en este último incluso cuando toma lattes, compra Louis Vouitton y tipea. Uf.

Pero ese es un acuerdo tácito entre los escritores y el espectador y es que por más que no nos casemos (¡vaya metáfora!) con esa concepción de la independencia femenina, podemos disfrutar de sus historias. Después de todo, yo tampoco apruebo la idea de que los presos abandonen el recinto presidiario sin previo aviso, y sin embargo puedo ver Prison Break.
Así queda claro que para disfrutar de la película es necesario ver la serie por varias razones. En principio, para entender dónde está cada personaje y por qué debe importarnos. Más allá de la breve intro en el principio, con el poco tiempo que le dedican a todas las ?no Carrie?, sinceramente no tenemos por qué entender las acciones y reacciones de cada una de ellas (que encima siempre tienen una cuota de miedo, ma? qué independencia), y ni qué hablar de respetar esta idea de mujer de la que venimos hablando. Si no vimos antes la versión para televisión, se vuelve bastante irritante que siempre que estén por la calle necesiten llevar bolsas en las manos (¿o es que tienen algún síndrome de mala circulación en los brazos?) y que tengan siempre la prenda de ropa ideal para su estado de ánimo, hasta para cuando les rompen el corazón (?sí, deme uno de esos ponchos sofisticados, en caso de que mi novio me deje).
Sin embargo, aun si vemos la serie (y de hecho, especialmente si la vemos) no puede dejar de perturbarnos el hecho de que Charlotte, Samantha y Miranda son meros testigos del gran ?drama posmoderno romántico? que es la vida de Carrie, reduciendo los avatares de sus propias existencias que pueden meter en forma de bocadillo cuando la otra – la única – hace una pausa para respirar. Es decir, que rompen con la primera premisa de la serie: la amistad de cuatro neoyorquinas. Aquí hay una sola y es Ella.
La segunda premisa con la que rompen y que anula el mismo título de la película es la del sexo. Quizás la más fundacional. Las escenas eróticas de la película son escasas e insatisfactorias. ¿Qué hay de la ardiente Samantha que a los 50 ni siquiera puede cumplir su fantasía con su vecino Dante? Nada.
Pero lo última premisa y promesa que se rompe es la peor. Y es que se descubre que Sex and the City no es sólo una historia machista y áspera para quien no la consume, sino que sus propios seguidores deben sentirse traicionados. Al final, no queda nada de nada del planteo de independencia: esa Gran Mujer, la que siempre hizo lo propio y siguió su camino, ?muerde el polvo? (como bien ella misma le dice a la nena). Y no es tanto el dilema que se case (ya aceptamos que la serie es así de convencionalísima), sino que resigne todo lo antes deseado, se eche culpas por ser tan ?ella?, saque el trajecito sobrio y se case en Civil como una simple mortal, después de que el Gran Macho prácticamente ni se disculpe por abandonarla al pie del altar con el ramo en la mano y rodeada de sus amigas. Ah, y por cierto: las otras 3 quedan afuera de la boda, como un anticipo de que acá las reglas las pone ?Papá?.
¡Si hasta se tiñe el pelo de marrón, símbolo claro para las convenciones de este feminismo edulcorado de que dejó de ser la ?loquita? para ser la ?mujer de su casa?!

Puntaje: 5 eBlogs