El súper viernes
Si todos los días fuesen como este viernes, los periodistas viviríamos menos. A ver, Maradona, Bush, Kirchner, Chávez, la Cumbre, el “Expreso del Alba”, las reuniones bilaterales entre presidentes, los disturbios, la pacífica marcha anti visita del presidente estadounidense hacia el Estadio Mundialista. Y encima Fox se la agarra con Diego (¿Qué te pasa, Vicente?).
Dormir poco es costumbre, pero levantarse a las 5 y algo para cubrir la llegada del tren antibush con Maradona y compañía a bordo no es cosa de todos los días. Tumulto y a ver qué le dice Kirchner a Bush, o al revés ¿no?. Y arranca la muchedumbre que conducen Evo Morales, Pérez Esquivel, pero también Bonasso, D’Elía, con un “no” a Bush, que acá también siempre parece estar a punto de reírse, como el comandante venezolano Chávez, dos horas y fracción hablando, de a ratos con lluvia y de a ratos con ese sol marplatense de noviembre, ante una multitud en el José María Minella.
Y empezó la Cumbre! El Centro de Prensa es exigido al máximo y las lenguas que hablan las gentes que lo pueblan se entremezclan con el sonido de la ceremonia inaugural, con K anti FMI post Bush meeting, quien reconoció: “No es fácil ser anfitrión mío”. Mientras habla el presidente y lo aplauden, la violencia se derrama sobre unas veinte cuadras de Luro y tragar gas era lo único que faltaba; tristes escenas que dan la vuelta al mundo en segundos, ya que la última moda es fotografiar en moto con mochila a cuestas que contiene notebook que transmite vía celular.
“La infantería del periodismo”, tal como la definió en tono bromista un reportero gráfico, usa rigurosa máscara. El ardor invisible, los ojos húmedos y la garganta oprimida llegan hasta las puertas mismas del Hermitage.
La foto oficial y la primera sesión de la Cumbre transcurren y demandan atención, al igual que las conferencias de prensa de presidentes que pasan como futbolistas después de un partido. Desde Buenos Aires llega más violencia y ya es de noche en una ciudad vacía en un sector (el sector donde suele vivir la gente de aquí) y en otro blindada y con comercios destrozados. Por ahí andan varios periodistas por estas horas, que duermen porque falta poco para que termine la que para algunos es “la” cobertura del año. Perdón Mar del Plata.