Terminé hace unos días el primer libro de Gabriela Esquivada, que en realidad nació como tesis académica y después llegó a las librerías. Se trata de una minuciosa investigación sobre la historia del ya mítico diario Noticias, donde formaron una redacción tipos como Francisco “Paco” Urondo, Juan Gelman, Rodolfo Walsh, Miguel Bonasso, Horacio Verbitsky, Tomás Eloy Martínez, Silvina Walger, Martín Caparrós (un entonces joven cadete que daba sus primeros pasos en el periodismo), Carlos Ulanovsky, Roberto Guareschi y otros nombres de prestigio más.
Esquivada despliega su poderoso estilo narrativo para atrapar al lector desde la página uno. Elige un camino arriesgado y triunfa: se distancia de la mayoría de los muchos textos que retratan aquellos violentos años que van del `55 al `76 (Operación Traviata, biografías de López Rega, Rucci, Ezeiza, proscripción y las historias de Montoneros, Triple A, retorno y muerte de Perón, y varios etc.) porque, con una sensibilidad difícil de encontrar en otros periodistas y escritores de su generación (la cuestión de género, sin dudas, fue un aporte y condimento clave), retrata los acontecimientos sin caer en lugares comunes ni en golpes bajos y el prejucio acostumbrado. Por el contrario, ofrece atajos constantes a la actualidad (entrevista a hijos y/o nietos de los protagonistas desaparecidos, como en el caso de Javier, el hijo de Urondo, en el Bar homónimo construido con la indemnización que le dio el Estado), necesarios para comprender los acontecimientos desde otra óptica. Pero esos atajos no están insertados como parches de un texto inicial, sino que forman parte de la historia que Esquivada se propuso contar. No da lo mismo hablar de aquel Firmenich omitiendo el actual, al igual que que pasa con otros protagonistas de una historia que, a medida que pasan los años, se despliega cada vez con más capas dignas de ser pensadas y relatadas. Como dice Esquivada más abajo, se trata de “nna historia que continúa. Y continuará”.
Por eso en muchos momentos del libro, el diario Noticias sirve como una excusa perfecta para que Esquivada use ese trampolín que fue aquella caótica redacción para saltar a las aguas que corren desde aquellos días hasta los actuales. También aparecen los indultos de Menem, el oportunismo setentista de los Kirchner, la muerte de Perón, las calles, los nietos recuperados, el horror en las historias contadas por los protagonistas o sus amigos o descendientes directos y hasta graciosas anécdotas de combate (el guardaespaldas de Bonasso) y amorosas, como la que relata Alicia Barrios sobre Caparrós. El tiempo, en muchas de sus formas, sobrevuela durante todo el libro. Todo aquello ocurrió en tan solo nueve meses, que fue el tiempo en que el diario (que por si fuera poco también instaló una nueva manera de periodismo) estuvo en la calle hasta el esperado cierre ordenado por Isabel Perón. Cada una de esos tantos elementos ayudaron a Esquivada a pintar un excelente fresco de esos tiempos, tan lejanos como próximos.
Lo que sigue es una breve charla que mantuve con la autora:
-¿Con qué se va a encontrar el lector cuando lea el libro?
-Espero que se encuentre con una historia. Hace años hice un ladrillo académico sobre el diario de los Montoneros, mi tesis de maestría, y aunque no se dejaba leer (o precisamente por eso) me aprobaron. Pero los personajes siguieron dando vueltas en mi cabeza y en nuestra vida política y cultural y se fueron acomodando en un relato sobre nuestro pasado y nuestro presente, porque aquella historia vive en nuestros días, más allá del uso proselitista del tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, más allá de las insistencias en el olvido como requisito para ser una sociedad con futuro. La vida sigue, indiferente, cruel, hermosa.
Horacio Verbitsky se convirtió en el columnista político más importante de la mirada K, Juan Gelman recibió el premio Cervantes, Miguel Bonasso fue diputado y siguió escribiendo, Mario Firmenich publicó su tesis de doctorado, Patricia Walsh creció en su carrera política, Alicia Barrios hizo el programa líder de solos y solas en Radio 10, Martín Caparrós co-fundó un diario como subdirector, Roberto Guareschi comenzó a hacer uno de los blogs más influyentes sobre periodismo, Carlos Ulanovsky y Sylvina Walger nos acompañaron desde sus columnas y sus programas de radio, Oscar Smoje se hizo cargo de la dirección del Palais de Glace. Podría seguir. Me importa, para no abusar de tu espacio, contar que también la memoria de los muertos siguió dando vueltas en mi cabeza, y el modo en que sus descendientes la llevaban: esa especie de canonización de Rodolfo Walsh que sucedió en los últimos años; la resurrección de la magnífica obra poética de Francisco Urondo y la apertura del Urondo Bar a cargo de Javier Urondo (hijo) y Sebastián Koncurat; la impugnación moral de la condena que la conducción de Montoneros impuso a Roberto Quieto, secuestrado y torturado en diciembre de 1975, y la reapertura de la causa por su desaparición que hizo su hijo, Guido Quieto; el intento de María Inés Roqué, cineasta, de entender la vida de Juan Julio Roqué en su bellísimo documental Papá Iván.
Sus historias se cuentan en este libro, casi como un tejido novelado, partiendo del mini-bang que parece haber sido el diario Noticias. Son historias que a mí me conmovieron y creo que no soy muy especial: son historias conmovedoras.
Esta historia sigue a un grupo humano desde la infancia peronista hasta el presente de los gobiernos kirchneristas, viendo cómo marcó las vidas de cada quien la Revolución Libertadora, la proscripción del peronismo, la desintegración del sentido ciudadano en la secuencia de golpes de Estado y gobiernos constitucionales, el impacto de la Revolución Cubana y los movimientos rebeldes en la Europa de 1960, el nacimiento de la guerrilla, la consolidación de la política como una dinámica amigo-enemigo, la primavera camporista, la vuelta de Perón, la muerte de Perón, la Triple A, la agudización del conflicto armado y la instalación de focos guerrilleros en el norte argentino, el delirante tráfico de cadáveres patrios, la represión autorizada por el gobierno de Isabel Perón, la desaparición de personas antes del golpe de 1976, el golpe de Estado del 24 de marzo y la transformación del país en un gran campo de concentración, el Juicio a las Juntas, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, la década menemista y el fin de la ilusión política en beneficio del operador, las peleas en los organismos de derechos humanos, la aparición de hijos de desaparecidos, la ilusión-desilusión de De la Rúa y Néstor Kirchner, la reivindicación y el uso de los derechos humanos. Una historia que continúa. Y continuará.
Nací en 1967. Tenía tres años cuando los Montoneros secuestraron y mataron Aramburu. No voté a Cámpora: estaba en salita rosa. No asistí a los funerales de Perón: tenía siete años. Pero crecí en dictadura, con el fantasma del peronismo revivido, bajo la represión más incalificable que vivió este país. Esa experiencia constituyó una subjetividad muy diferente a la de otros autores de libros de la época, en general testimoniales. Al tener que recurrir a las herramientas narrativas que le quedan a alguien de una generación que no estuvo exactamente allí, creo que ofrezco una mirada muy diferente. Entrevisté a sobrevivientes que trabajaron en Noticias y a los descendientes de los muertos y organizó un relato que empieza antes de los 70, para intentar entender en parte cómo se llegó hasta ahí, y se extiende hasta hoy, para intentar entender algunas de sus consecuencias. Eso, espero, encontrará quien se asome a las páginas del libro.
-El título “la historia del diario que nunca pudo anunciar la revolución”. Esa frustración puede ser aplicada más que al diario, a casi todo lo que emprendió una generación. Vos tenías seis o siete años cuando apareció Noticias, pero cuáles crees que son las diferencias sustanciales entre aquella generación que emprendió Noticias y la siguiente? (la tuya, la que emprendió Página/12, entre otros medios)
-Ese subtítulo lo puso el editor de Sudamericana a cargo de mi libro, Marcelo Panozzo, que casualmente también es clase 1967. Si hacemos una competencia de frustraciones entre esa generación y la nuestra, creo que ellos tuvieron al menos la posibilidad de soñar con cambiar el mundo y animarse a hacerlo. Perdieron. No sé si me hubiera gustado que ganaran. Sé que no me gustó la dictadura. Pero mi generación, educada en el primario y el secundario de las Juntas y la universidad de Raúl Alfonsín y las Felices Pascuas no tuvo siquiera esa ilusión. Primero le teníamos miedo a cualquier ser con uniforme, incluido el heladero; luego nos devoró el escepticismo ?creíamos haber sido los primeros que cantaron ?Se van, se van / y nunca volverán?? y terminamos por resignarnos a esta política sin militancia y con operadores. A diferencia de los jóvenes de Noticias, los que fuimos jóvenes en Página/12 valoramos la democracia (como un Santo Grial) y la prensa independiente (aunque nunca podemos saber quiénes son los dueños de los medios donde trabajamos). Los cambios tecnológicos nos moderaron las ideas soberbias sobre el papel del periodismo y nos abrieron a una pluralidad de ideas y a un horizonte cultural felizmente inabarcable y en constante renovación. Pero nunca pudimos creer ni en los Reyes Magos. Me hubiera gustado que alguna de las consignas del Mayo Francés me tocara el corazón, pero simplemente las leo como algo que movió a otros en otro tiempo. Es como cruzarme a una pareja de enamorados en la calle: entiendo lo que les pasa, pero no puedo sentirlo.
Blog: noticiasdelosmontoneros.blogspot.com
interesante. voy a leerlo!
En marzo se acerca otro aniversario del fin de la insurreccion comunista en la argentina y
este libro parece una manera interesante de conmemorar el fracaso de los grupos terroristas.
Voy a intentar conseguirlo.
Gracias!
José, porqué no leés mejor la revista Cabildo?. Ahi siempre festejan la derrota de la “insureccion comunista”.
Me gusta la entrevista, me gusta la forma de expresarse de la entrevistada, pero lo que más me gusta es el entrevistador, je
Y más en serio, qué triste el descreimiento de la nueva gente
Carla, huelo pescado, andá a lavarte con una soda.
gracias lalo por tu generosa lectura del libro.
la publicamos en noticiasdelosmontoneros.blogspot.com
El libro, una perla.
La entrevistada, un lujo.
Podías haber pensado en alguna pregunta acorde a la altura de la autora.
Si el entrevistado era otro, se lavanta y se va.