18 November 2009

La literatura durante Google

por P.Z

Googlear (guglear o googlear) es un neologismo que es cada vez más corriente entre los usuarios de internet que utilizan el buscador Google. Su significado se puede traducir por buscar en la web utilizando el motor de búsqueda Google expresamente. La Sociedad Americana de Dialectos eligió el verbo to google como el verbo más útil de 2002.

Excluir internet de la literatura contemporánea es una pose absurda, similar a desentenderse del teléfono o la televisión.

¿Cuánto tiempo necesita una tecnología para poder ser considerada literaturizable? En los ?60, Umberto Eco se preguntaba por qué era natural pensar que jinete y caballo pueden fundirse en una misma criatura, pero se daba así con el conductor y el auto (Obra abierta, 1962).

Habitualmente los más actualizados, los primeros en mencionar la nueva tecnología ?la radio, la televisión, internet?, son los autores de bestsellers. Es cierto que la mayoría de las veces ?hay que aceptar? las usan mal o las meten como con calzador en unos bodrios que no les favorecen en absoluto. Pero no se puede negar que son ellos, los autores de bestsellers, quienes se permiten experimentar con la tecnología. Mucho más que los escritores que experimentan con el lenguaje.

Hay sin embargo, varios ejemplos de escritores ?serios? que desde hace tiempo han comenzado a amalgamar la internet en su narrativa. Gutiérrez y Benavídez, los últimos antihéroes de Vicente Battista ?de casi 70 años?,  chatean o usan Google en novelas que se caracterizan por una realidad alienante, insensible e insensitiva. Eduardo Muslip en Phoenix revive el olvidado hábito de escribir cartas, pero hace que las escriban los presos: el resto del mundo (burgués) se comunica vía email.

Juan Terranova en Los amigos soviéticos pone al narrador a averiguar datos y a reconstruir las historias que le cuentan sus amigos, ex soviéticos, mirando videos en Youtube, navegando por páginas y buscadores. En Mi nombre es Rufus, creo que su mejor novela, Terranova reunía en un par de cientos de páginas la historia del rock nacional. En Los amigos soviéticos, en la misma cantidad de páginas, expande la experiencia de la URSS hacia el mundo infinito de internet.

Tal vez el caso más extremo sea el de Daniel Guebel con la exquisita novela El caso Voynich en la que, descartando los elementos del bestseller, se dedica a estudiar los avatares de un famoso manuscrito del Medioevo. La novela es casi un tratado acerca del sentido. Para la investigación, Guebel se valió casi completamente de la información disponible en la web. Lo inquietante es la afirmación que dice en la nota del autor: varios fragmentos del libro ha sido copiados textualmente de páginas públicas de internet. Cuando muchos intentan dialogar con Borges, Guebel, desde esa afirmación ?más allá de que sea cierta o falsa; más allá de que yo no se la crea? lo consigue con la herramienta más moderna que hay. Y que a Borges, seguramente, le hubiera encantado.

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