Por P.Z.
Dicen que una pareja de artistas argentinos recibe a sus invitados sin levantar la vista del tablero, tan metidos en el juego que ni siquiera saludan. Creado en 1938, 100 fichas (2 comodines) se acomodan en el tablero de 15×15 con una serie de casilleros especiales que duplican o triplican el valor de la letra o la palabra. Si se acomodan las siete fichas que uno debe tener en cada mano, se suman 70 puntos extra. El Scrabble es uno de los juegos más populares del mundo ?hasta se hacen torneos internacionales?. Pueden jugar de 2 a 4 jugadores, pero para la literatura siempre ?siempre? juegan dos.
Tal vez porque en el Scrabble se construyen palabras como si se levantaran edificios, el juego es un personaje habitual en la literatura. Mensajes en código, canal de comunicación o de incomunicación, el Scrabble media el diálogo entre dos personajes.
Guillermo Martínez alcanzó un reconocimiento mundial con Crímenes imperceptibles (Planeta, 2003). Luego de una pila de libros, Alex de la Iglesia llevó la novela al cine con Elijah Wood y John Hart. Un estudiante argentino viaja a Oxford para estudiar con el famoso catedrático Arthur Seldom. A los pocos días de llegar, la dueña de la casa donde él vive aparece muerta. Sobre la mesa, un tablero de Scrabble contiene la clave que descifrará el enigma.
En Cuarteto para autos viejos (Eterna Cadencia Editora, 2007), Miguel Vitagliano entrecruza la vida de cuatro personajes. La novela comienza con el fin del matrimonio de ?el hombre que hacía las casitas? y Leticia, que, sin embargo, prefieren seguir viviendo juntos. Cuando el diálogo se llena de espacios en blanco, el Scrabble empieza a ser la herramienta para decir ?o para escribir? lo indecible.
Para cerrar esta serie ?me gustan las series de tres?, Ana María Shua permite que Laurita (Los amores de Laurita, Emecé, 1984) se exprese por medio del Scrabble cuando termina la relación con Pablo. Mejor dicho: que no se exprese, porque las palabras que piensa tienen más de siete letras.
Dije que en la literatura el Scrabble se juega de a dos. Pero hice trampa: los jugadores no son Seldom y Guillermo, no son Leticia y su marido, ni los Laurita y Pablo. Los jugadores en una novela, siempre ?siempre? son el escritor y el lector.
Excelente columna, de gran calidad. Tu blog Zanoni es una joyita.
OK. :)
PD: me gusto el titulo “amarillista”!!!! XD