13 April 2006

Truman sigue riendo

Soñé que cuando terminaba de leer Truman Capote, La biografía (de Gerald Clarke, Ediciones B, 1989), me levantaba y revoleaba sus setecientas páginas por el balcón. Que después me iba hasta la tumba del escritor y lo revivía para matarlo de nuevo. A trompadas. Pero Truman se reía durante toda la golpiza, incluso cuando empezó a salpicar sangre, generando en mí una impotencia horrible. Algunos sabrán de qué hablo. Una impotencia que solo saben generar los cínicos como Truman.
Supongo que el sueño violento fue porque en las últimas cien páginas, nuestro protagonista se torna más insoportable aún que durante sus 50 y pico años de gloria. Porque uno intuye y sabe el obvio final e intenta que, por una vez, deje de tomar vodka, de esnifar cocaína y de flagelarse con ese látigo invisible que él llamó ?don? en el prólogo a modo de despedida del impresionante Música para Camaleones (1980), su último libro escrito en vida. Truman se creyó tanto aquello de enfant terrible que se las arregló para escribir, publicar y aparecer en las tapas estando ya muerto.
Después del contundente y asesino éxito de A Sangre fría (1965), la editorial Random House le pagó varias fortunas en concepto de adelantos por lo que sería su nueva obra, Plegarias atendidas. Pero pasaban los años y la novela no aparecía. Truman, metido en diez proyectos a la vez de cine, teatro, periodismo, viajes y amistades famosas, repetía con esa vocecita de flauta que tenía en las gateras la mejor novela de la historia de la literatura. Cuando su editor Joe Fox le preguntaba cuánto le faltaba, siempre le respondía lo mismo: Poco.
Pero Truman se salió con las de él y se murió casi 20 años después sin entregarles la novela. Pudo vivir y pagarse todos sus caprichos ?un Jaguar, varias casas y taxi boys- a costa de promesas. De todas formas, llegó a entregar tres capítulos que fueron publicados por entregas en la revista Esquire. Para variar fueron un éxito y, sobre todo, ?La Cote Basque?, que le valió el rechazo eterno de al menos siete de sus amistades millonarias. Truman había divulgado todo lo que como buen gay chismoso recopiló durante años en charlas privadas. ?¿Qué pretendían de mí? ¿acaso estoy aquí para divertirlos?? , preguntó, herido.
Esos tres capítulos alcanzaron para que en 1987 se publicara su primera obra póstuma. El título está considerado por muchos como uno de los mejores del siglo XX. Responde a una cita de la Madre Teresa, que dijo: ?Se vierten más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas?. Truman se las ingenió también para ser el mejor ejemplo de su título. Uno termina sufriendo como un condenado por lo mismo que siempre deseó alcanzar. Y así fue su vida. Soñó su éxito y su fama y sus amigos millonarios y estrellas del cine y la TV. Soñó su soberbia y su exclusiva fiesta de antifaces. Soñó sus viajes por el mundo, sus novelas y ?sobre todo- soñó A Sangre fría.

El segundo libro que Truman escribió estando muerto es más reciente y se llama Summer Crossing (Anagrama, 2005). Se trata de una novela corta que escribió en 1949 antes de darse a conocer, es decir, antes de su primera novela, Otras voces, otros ámbitos (1948). En realidad, Truman no quería publicarla, tal vez por una cuestión de estilo o vanidad. O las dos cosas juntas y otros motivos hoy ya imposibles de conocer.
Su abogado y amigo Alan Schwartz escribe un epílogo donde parece querer lavar sus culpas por saber, en el fondo, que está publicando un libro que Truman había descartado estando vivo. Explica que en realidad alguien encontró el manuscrito de la novela (Capote escribía siempre a mano en blocs amarillos y lápices negros) en 2004 y lo ofreció para subastar en Sotheby`s.
De todas maneras, y a pesar de cualquier justificación, la novela es buena. Necesaria para completar su obra. Deja espiar al primer Capote e intuir algo de lo que vendría después con Breakfast Tifany´s (1958), por ejemplo, acaso su mejor novela. En Summer crossing Truman cuenta la historia de Grady Mc Neil, una ricachona de 17 años que logra quedarse sola en su piso de Central Park mientras sus padres se van a un crucero de verano. Se queda por culpa de un amor oculto que tiene con un empleado de valet parking cinco años mayor, un clase media más baja que media que, encima, es judío.
Es ya conocido el éxito de Capote, la película que ajustició con un Oscar a Philip Seymor Hoffman como el mejor actor de Hollywood 2005. Los medios de todo el mundo desempolvaron sus archivos y lo volvieron a poner en las tapas de los suplementos de espectáculos y culturales.

Truman sigue sangrando. Y riendo.

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4 thoughts on “Truman sigue riendo

  1. Ani

    Leí Música para camaleones y A sangre fría en la facultad. Viendo en las clases el Nuevo Periodismo no faltaban ni Capote ni Wolfe entre las lecturas.
    Me gustaron mucho. Estoy entrando en la etapa de lectura de biografías y creo que la de Capote, por lo que contás está interesante. Gracias por dar todos los datos. La conseguiré??
    Saludos,
    Ani

  2. Leandro Zanoni

    ana, se consigue ya en cualquier librería buena. Está muy buena.

  3. VIRI

    hola me gustaria que por este medio me dijeran en donde puedo conseguir el libro de Gerald Clarke, para comenzar a leer a truman ya que me parece un periodista y escritor magnifico y sobre la pagina esta muy bien estructurada.

  4. arturo piña perez

    truman capote esta mas alla del bien y del mal, ahora mismo platico con mis alumnos de secundaria sobre la magistral manera en que escribio a sangra fria los muchachos tienen entre 14 y 16 años.
    arturo piña perez

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