Llegó en medio de la danza de la lluvia
por Hernán Di Bello
A la hora prevista, exactamente a las 20.00, se produjo el desembarco de George Bush en Mar del Plata, mientras en el Centro de Prensa de la Cumbre de las Américas daban una rueda de prensa las comunidades indígenas que habían participado del diálogo entre los cancilleres del continente y la “sociedad civil” (vaya uno a saber qué viene a ser eso).
La escena fue la siguiente: a la conferencia con los aborígenes no habían ido muchos periodistas que digamos, pero cuando en las pantallas apareció la imagen del presidente W quedaron todavía menos, al punto de que los entrevistados terminaron superando en número a los entrevistadores.
Algunos silbidos y aplausos socarrones respondieron el saludo que hizo Bush antes de bajar por la escalerilla del avión que lo trajo a Argentina (“la tierra de los fuera de la ley”, según el diario conservador británico The Times), que el sábado lo llevará a Brasil y el lunes a Panamá.
Pocas horas antes fueron aterrizando por Mardel los 180 periodistas acreditados en la Casa Blanca y unos 120 más que también vinieron del gran país del norte y cuentan con centro de prensa propio en el Sheraton, el hotel que USA copó por completo. ¿Hombres de negro? Cientos. ¿Marines? También. Faltaba Arnold, el gobernador de California, bromeó uno de los cronistas que recibieron a Bush batiendo palmas.
Nuestro Néstor Kirchner no vino en tren, por más que algunos pícaros sugirieron que iba a compartir asiento con Maradona en el “Expreso del Alba”, pero su llegada a “La Feliz” también dio que hablar. En principio, el helicóptero que trasladó al presidente literalmente hizo temblar el techo del Centro de Prensa, situado exactamente debajo de la (¿improvisada?) pista de aterrizaje. Fiel al estilo K, el hombre saludó, recibió aplausos y generó alguna que otra corrida entre los movileros de radio y televisión.
Paradojas del destino, Kirchner tendrá el viernes un encuentro bilateral con su colega estadounidense mientras por las calles marplatenses habrá varios miles repudiando la presencia del hijo de Bush padre, entre ellos varios amigos del gobernante argentino.
Las pintadas y los carteles contrarios al archienemigo de Osama Bin Laden fueron puntillosamente eliminados, al menos en la zona vallada de la ciudad balnearia, pero (oh, sorpresa) justo se les vino a escapar un “Bush asesino” que hasta anoche se lucía en un puesto de diarios cercano al Hermitage. “Borren eso ya”, se oyó decir a un miembro del ceremonial.
Por lo pronto, danza de la lluvia mediante (dicho esto con todo respeto hacia las comunidades aborígenes de América y el presidente de los Estados Unidos de América), tras el arribo de Bush cayeron las primeras gotas sobre los impávidos lobos marinos marplatenses. ¿Será una tormenta pasajera o al hombre lo persiguen las tempestades?
más allá de todo término periodístico, me parece que, como se dice en la cancha, el tipo es mufa.
cariños.