Hernán Di Bello, nuestro corresponsal en la Cumbre de las Américas, nos mandó su segunda crónica.
Mucho periodista, poco restaurante
Y sí, como dice el gran diario argentino, Mar del Plata está blindada. Y eso hizo huir a varios vecinos y a unos cuantos comerciantes que no quisieron saber nada con la “zona de exclusión”, entre ellos algunos dueños de los tantos restaurantes que sirven buena pasta en nuestra perla atlántica. Una recorrida nocturna basta para comprobar que con la Cumbre de las Américas abundan las persianas bajas, aunque siempre queda Montecattini, clásico entre los clásicos marplatenses.
Y también arrancó la Cumbre de los Pueblos, lejos de las playas y con el Nobel Adolfo Pérez Esquivel llevándose buena parte de la atención de los más de 1.500 periodistas ya acreditados para la cumbre, de los cuales la mayoría siempre está llegando. Al menos en la populosa rueda de prensa de inicio de la cumbre alternativa, paralela y opuesta a la de los 34 presidentes del continente, hubo más movimiento que en el Centro Internacional de Prensa, ubicado frente al Hotel Hermitage y con vista a la playa, que al quedar inaugurado oficialmente el lunes parecía inmenso ante el escaso número de personas estrenando bolso y credencial que deambulaban entre centenares de computadoras.
Mientras entre los marplatenses las aguas están divididas y se repite el “total, en una semana se fueron todos”, a los recién llegados tanta valla tampoco les sienta muy bien que digamos, porque llega un momento en que no queda otra que caminar y el Hotel Provincial parece cerca pero queda lejos, y por esa zona estará la “movida” a partir del jueves con la llegada de los cancilleres, luego la de los presidentes de 33 países y hasta la del mismísimo George Bush. Avivarse: hay combis oficiales que van y vienen del cerco policial-prefecturiano-gendarme-militar a los hoteles donde se alojan periodistas.
Aparentemente, el viernes las marchas de repudio contra W serán tres, un expreso maradoniano-bonassista pro-Chávez, pro-K y anti-Bush; una marcha con la CTA a la cabeza pro-Chávez, contra-Bush y contra-K, y los llamados piqueteros duros en composé con los denominados grupos de izquierda y derivaciones tales como el inclasificable Quebracho, obviamente anti-Bush,K, Chávez y siguen las firmas.
Mujeres y hombres de prensa, cordel rojo al cuello e identificación del mismo color, debaten sobre si lo de la cocina italiana fue casualidad o también tanto ruido con la cumbre y la contra-cumbre pudo con las las parrillas, que también las hay muchas y muy buenas en la ciudad que muchos argentinos invaden cada verano.
El sábado por la noche, en Mar del Plata ya no estará Bush y probablemente todo volverá a la normalidad.