Se publicó un libro llamado “La joven guardia? (Norma), que recopila 20 cuentos de algunos de los exponentes de la nueva narrativa argentina. La selección estuvo a cargo del periodista Maximiliano Tomas (29 años, diario Perfil, autor del libro ?Cuentos breves para leer en el colectivo? y del blog Tomas Hotel). Charlamos para eBlog con Maximiliano sobre el libro y la nueva generación de escritores que se abre paso a los tumbos, como pueden y también, a veces, como quieren.
-¿Porqué el libro?
-El motor del libro fue la confianza en que existía una nueva narrativa argentina, el desafío de descubrir sus nombres y su obra en ciernes, de enmarcarla en un libro que sirva de mapa para los lectores de hoy, y también para los de mañana.
-¿Cuál fue el criterio de selección que usaste para elegir a los veinte autores?
-La edad de los postulantes (autores nacidos a partir de 1970, es decir, que ninguno superara los 35 años a la fecha de la publicación del libro), que tuvieran al menos un libro publicado, en cualquier formato editorial (único requisito de la gente de Norma, que colaboró en el proyecto desde un primer momento) y, sobre todo, la calidad narrativa, juzgada sólo por el antólogo, es decir, por mí. No hubo más que eso. No pesó en la elección final (muchos pueden dar cuenta de ello) ni las formas de representación literaria (escuelas, estilos, procedencias), ni currículum, ni amiguismos. Los preseleccionados terminaron siendo alrededor de 50, muchos de ellos mujeres, y algunos de ellos muy jóvenes y buenos.
-¿Qué significa ser escritor hoy?
-Ser escritor argentino hoy es elegir plena y conscientemente el destino de la literatura, con todo lo que eso implica. En otros tiempos, alegar en una reunión social, o frente a una suegra, un ?soy escritor?, podía aparejar con suerte cierta seductora cuota de excentricidad; quizá hasta fuera sinónimo de clase o de intelectualidad. Hoy, sólo sirve para ganarse una mirada de desprecio y una pregunta: ¿y además, qué hacés? ¿De qué trabajás? Lo que quiero decir es que si en algún momento del siglo XX existió en la Argentina una figura del escritor, eso es hoy prácticamente imposible. Por diversos motivos, que atañen al campo social y al mismo tiempo y dentro de él al intelectual y literario, la idea del escritor romántico es impracticable.
En la actualidad el escritor argentino joven escribe lo que puede, como puede, donde puede. Trabaja, en el mejor de los casos, de lector en editoriales, de corrector, de periodista, de crítico, de profesor. Escribe sobre todo y pese a todo. Y si bien las certezas a la hora de encarar la página en blanco siempre fueron pocas, en la actualidad sólo hay un abismo: no existe en el horizonte lector imaginable, ni interés editorial, ni en los medios, ni hay tampoco mercado.
-El panorama parece desolador, sin embargo, en el prefacio del libro decís que la generación actual de escritores es, tal vez, la más libre -literariamente hablando- de la que existió hasta hoy, por, entre otras cosas, no escribir ?a la sombra de ningún padrinazgo?.
-Por eso creo que pese a lo anterior, no hay que ser tremendistas. Quizá todo lo que mencioné más arriba sea lo mejor para los escritores jóvenes. De eso hablaba cuando decía que hoy, al escribir, la nueva generación es más libre que en cualquier otro tiempo. Todo está por hacerse. Y de hecho, ya hubo algunos intentos, y hay aún algunos muy concretos: editoriales pequeñas e independientes que capearon bien la tormenta del 2001 y gozan de buena salud. Que lograron captar la atención de los pocos lectores activos, que saben dónde buscar lo que vale la pena leer. Y mientras los ?lectores de verano? se entretienen con el mercado del best-seller, lo nuevo, lo vital, pasa por otro lado. Aunque no hay que confundir ética con necedad: la utopía sigue siendo vivir de la literatura y de los libros, que nos publiquen bien, y que nos lean mejor y más. Es sólo que vivimos un tiempo histórico en el que la literatura importa poco (y eso no es culpa de nadie, o de todos, que es lo mismo) y nos toca trabajar de escritores, editores y publishers al mismo tiempo. Construir una obra, y a la vez, lectores para esa obra. Un desafío que tampoco es demasiado nuevo, tal vez sólo más profundo que en otro tiempo.
Y por otro lado, si bien toda generación necesitó inscribirse en un mapa literario predeterminado, la de ?La joven guardia? tiene una ventaja: los grandes nombres, los clásicos, están muy lejos. La lectura de sus obras enriquece sus libros. Pero no se escribe claramente a la sombra de nadie. Por todo esto, creo que la libertad y la posibilidad creativa es muy amplia.
-Me llama la atención que esta nueva generación ?la mía, aclaro y me incluyo- puede decir abierta y en público que la dictadura o Malvinas no fue lo peor que nos pasó, sino que fue peor el menemismo (Damián Zifrón, Rolling Stone, 2004) o meterse con supuestos tipos ?intocables? como Ernesto Sábato (Andahazi) o decir, sin más ?los desaparecidos me chupan un huevo? (Terranova, uno de los veinte autores del libro, Rolling Stone, octubre 2005). Creo que todos de alguna manera necesitan despegarse de un pasado que pesa mucho, así poder escapar para seguir viviendo, escribiendo, filmando cine o cantando La Renga sin esas ataduras. Porque hay nuevas, y que afectan tanto o más: la desocupación, la devaluación, cromañon, etc. ¿Cuál es tu opinión?
-Cada uno de los autores del libro vive un presente y vivió un pasado personal y particular, que no es ni puede ser, claro, el de las generaciones anteriores. La dictadura y Malvinas son herencias recientes, pero no inmediatas. Yo, particularmente, disiento con Terranova en un punto: a mí los desaparecidos me importan. Creo que todavía quedan muchas deudas por saldar con ese horror tan cercano, y que 1976-1983 ha sido, de alguna manera, nuestro Auschwitz. Sólo que no es la literatura el campo donde esa pelea debe darse, donde deben dirimirse cuestiones como esa. Hay lugares más propicios para la construcción de una justicia, que considero necesaria. Lo de Terranova, creo yo, es una incorrección, una irreverencia que tiene por fin sacudirse lo barato del lastre setentista, la lectura simplista que se pretende hacer de una realidad que en verdad fue muy compleja. Y que hoy, por ejemplo, con una reivindicación algo ligera y sobre todo oral del gobierno kirchnerista, se corre el riesgo de idealizar algo que no fue, tampoco, tan ideal.
Lo que sí puedo decir es algo que suele repetir Abelardo Castillo (quien escribió el prefacio del libro): no creo en la literatura comprometida. Creo en el escritor comprometido con la realidad que lo rodea, pero por fuera de su obra. Por muchos motivos, pero uno de ellos es que creo que la literatura y el arte en general son inofensivos a nivel social, y en el caso de que sirvan para algo (de que tengan alguna utilidad, en lo que tampoco creo) es siempre para un propósito distinto de lo que quiso su autor. A esta altura, me parece que está demostrado que no se pueden librar grandes batallas desde las novelas, los poemas, los cuadros o las películas. Si existe la voluntad de cambiar algo, de luchar contra nuestros fantasmas actuales (esas guerras que mencionás: el menemismo, la pauperización cultural, el hambre, las enfermedades y las guerras, el maniqueísmo y la simplificación, la banalidad, el extendido y mal entendido sentido común, los altares erigidos a la vulgaridad y los medios de comunicación de masas, el desamor), más vale bajar al fárrago de la vida cotidiana, dejar de lado las artes, que no tienen nada que ver con esto, y poner manos a la obra.
Tomas, ¿Cómo no va a tener nada que ver?
Esa fue una solución fácil que encontró Castillo para unir Borges con la izquierda. Separó ámbitos platónicamente para poder estar en la misa y en la procesión.
Pero no resolvió nada; salió del paso nada más. El tema de esa fusión sigue inquietando a la literatura que no deja de plantearlo en sus propios términos.
el mejor escritor argentino de los últimos cincuenta años problamente sea rodolfo walsh. escribió operación masacre, ¿quién mató a rosendo? y los cuentos de los oficios terrestres u obras de teatro como la granada. modestamente, los autores nacidos después de 1970 son contemporáneos de las mismas lacras que walsh denunció: la explotación del hombre por el hombre, el terrorismo policial, el endeudamiento fraudulento del país, etc. Eso no le impidió aunar la denuncia con la precisión formal. Esa Mujer, vale de ejemplo.
no se trata de volver a los 60.
se trata de no vivir al pedo en una vida diseñada por otros para jodernos.
¿alienación se llamaba eso, no?
Bueno, no, que Castillo no haya encontrado la solución para el “pequeño” problema en el que se entrecruzan arte y política no significa que sea un mal escritor, ni mucho menos cómplice de todo eso que Rodolfo dice.
Esa tendencia a juntar todo “lo otro” en una gran bolsa para señalarla con el dedito. Qué fea costumbre, eh. Walsh escribía bien, pero no llega a ser un Cortázar ni por casualidad. Tiene prensa del estilo de la que aquí presenta Rodolfo, esa que aúna calidad literaria con una visión del mundo muy simplista.
en cualquier lado, pero mucho más con lo que implica en nuestro país, ser artísta ya es revolucionario como para que uno pretenda generar revoluciones con birome, pincel, guitarras o lo que fuera.
que cada uno escriba por lo que lo mueva y que las máximas de autores reconocidos o de ignotos como yo no les importen a nadie, que cada uno se siente al teclado o detrás del lienzo a hacer lo que le gusta y ya.
se puede estar de acuerdo en distintos momentos con posturas opuestas. saer dijo poco antes de morirse que no estaba seguro de muchas cosas, y que de las que estaba seguro le hubiera gustado no estarlo tanto. pero podemos, al menos, hablar un poco más sobre quienes hacen declaraciones “provocadoras” del tipo de las de juan terranova. terranova en un post reciente dijo: “tenemos que hacer una literatura como los beasty boys”. eso a mí me dice mucho sobre su proyecto literario. en la antología de tomas aparece también gonzalo garcés, a quien tabarovsky en “literatura de izquierda” incluye entre los llamados “jóvenes serios”, por la tendencia trillada, crasamente apolínea de sus novelas. garcés, en ñ de hace unas semanas, publica una nota sobre houellebecq, donde dice que el francés “expresa una opinión mucho más difundida de lo que se piensa cuando dice que el islam es la religión más pelotuda”. quiero decir, está claro que el parecer de estos chicos es que hoy ser “iconoclastas, pendencieros” (estos adjetivos los usa garcés en otro artículo de ñ donde habla de sí mismo) es suscribir más o menos concientemente el discurso conservador. tomas también publica en ñ. tomas ganó un concurso de cuentos con un relato donde el asesino era julio cortázar, disponible en la red. por último, a quien administra este blog quiero decirle que andahazi no es un escritor.
Andahazi no es un escritor? Yo pensé que sí, porque ya tiene varios libros publicados, y esos libros no tienen dibujos, sino palabras, oraciones, párrafos, capítulos, historias, argumentos.
Además, él pone en la tapa de sus libros su nombre y su apellido (no firma “anónimo”), y eso no sólo lo convierte en escritor, sino también en autor.
Si no es un escritor, entonces hay que avisarles urgente a los que hacen los rankings de libros mas vendidos para que lo saquen de sus listados!
Algunos autores de la joven guardia están bien: pero la mayoría oculta a otro más notable, menos bocón y más pendenciero: Fabián casas.
replay: Walsh escribía bien, pero no llega a ser un Cortázar ni por casualidad. Tiene prensa del estilo de la que aquí presenta Rodolfo, esa que aúna calidad literaria con una visión del mundo muy simplista.
1) Walsh escribía muy bien. 2) De prensa no tengo nada. La verdad, la prensa y el estilo, en mi caso, me importan poco y nada. 3) Nadie señala a nadie. 4) Ninguna visión del mundo es simplista. Preferiría la palabra ideología, si no te molesta, pero dejemos visión: cualquier visión puede ser en sus fundamentos y no en sus consecuencia simplista y viceversa. 5) Cortázar, claro. Un escritor enorme, qué duda cabe. 6) Por último, la visión del mundo un tipo (Walsh) que pudo decodificar los cables secretos de la CIA no me parece nada simplista. Pero ésa es otra historia, mucho más compleja, mucho más literaria que todas nuestas opiniones.
Lo que me parece mal es ese intento que tanto se ve en ubicar a Walsh en la cúspide del canon literario argentino por el hecho de que su figura como escritor quede enlazada con la legitimidad de su proyecto político. “Si tenemos el mejor escritor del siglo XX, tuvimos razón en los 70´s”, esta especie de desplazamiento retórico es una operación que se viene haciendo. Gente que desprecia la literatura al tomarla como botín de guerra. Gente obnubilada por lo que fue su proyecto político y su ideología. Fanatismo.
Como dije antes, Walsh es un autor interesante, pero no llega a ser ni un Borges, ni un Cortázar, ni un Saer. La discusión política tiene que ir por otros carriles que no suman ni quitan nada al Walsh escritor.
Hincha la bolas esa “futbolización” que se hace de la crítica literaria…
Decime dónde está el intento de canonización que no lo veo.
Decir el mejor escritor no es canonizar. Canonizar es una actividad del santo padre que está en Roma. Es cierto que emitir un juicio de valor implica generalmente la reacción del Otro, que no hace otra cosa que… emitir otro juicio de valor.
Walsh es un autor interesante, pero no llega a ser ni un Borges, ni un Cortázar, ni un Saer.
Borges-Cortázar-Saer.
Eso sería otra canonización (bastante atinada), si vos fuera el papa. Pero como no lo sos, es un juicio de valor. ¿Los carriles de la discusión política? No tengo la menor idea. Tampoco sé cuál es el Nosotros al que te referís cuando ponés que «En los 70 teníamos razón…».
Preguntale a alguien que haya sido mayor de edad en esa época. Yo no lo era.
En cuanto al término fanatismo… me parece que se puede ser fanático por omisión, también. Como los que festejaron el mundial 78, la autopista de Cacciatore, Malvinas, o el más reciente 1 a 1. La mayoría silenciosa o bullanguera, según la ocasión.
Celine es un gran escritor y su adhesión política es miserable.
¿Vale lo mismo para Gorki, que hoy se lee menos o casi nada? Tal vez sí.
Heidegger es un gran filósofo y su rectorado nazi no empaña su carácter de pensador inaugural del siglo xx. En todo caso nos complica la comprensión de por qué aceptó un tipo como él ese rectorado y nos obliga a rastrear esas razones.
Las praxis políticas de los artistas y pensadores son contradictorias, ambiguas, complejas. No son buenos tipos, en general. No. Son otra cosa. No son un modelo de funcionamiento social, como se los quiere adaptar ahora, que sólo nos queda ensayar una lectura retrospectiva. Es más: No lo son, a pesar de los esfuerzos de muchos de ellos por serlo.
El proyecto político de Walsh no existe como tal. Sí, es verdad, que Walsh tomó decisiones que lo embarcaron en proyectos políticos que no representan un conjunto homógeneo. Walsh no es Ernesto Cardenal o Raúl Larra. Y, para colmo, es más parecido a Lugones de lo que creemos (hasta fue pareja de Piri, la hija de Lugones hijo, que murió torturada en la Esma a metros de la avenida que lleva el nombre del abuelo). Walsh fue cambiando con el tiempo, tuvo distintas fases, saltos bruscos, crispamientos que merecen un análisis mayor (más tiempo, más espacio).
Si tenemos el mejor escritor del siglo XX…
Eso no puede correr por mi cuenta porque yo dije otra cosa.
Di un juicio de valor sobre una obra determinada.
Si salté como leche hervida es porque ese rótulo que le pusiste a Walsh, “el mejor escritor argentino”, es parte de la retórica a la que antes me referí. Por lo que decís, no está en tus planes concientes esa operación. Está bien, te creo. El tema es que los discursos funcionan en sociedad. No controlamos totalmente nuestros enunciados.
Esa necesidad de que Walsh sea el mejor. ¿Por qué no decir “Walsh un buen escritor”? Denostás la categoría de “canon” pero al hubicar a Walsh en esa cúspide te estás basando en ella: hay mejores y hay peores, y a vos te interesa marcar que Walsh fue el mejor. Ahí se juega otra cosa.
La literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez. (Rodolfo Walsh.)
Sí, hay de todo eso que decís Diego.
Sí, claro.
Fluctuaciones, intensidades.
Nada de fijar cosas para siempre.
Saltar como leche hervida, nos pasa a todos lo que nos interesa la literatura argentina. Que nos interesa en serio, que nos interesa como podemos.
Y avanzar con algunas premisas, a veces, polémicas, absolutas.
No es una chicana, pero ¿sabías que Walsh fue premiado dos veces por Borges?
Las cosas son mucho más complejas y jodidas de lo que parecen.
La famosa opacidad de lo real.
Sí, sabía. Muy merecidos se tenía esos premios.
Llego tarde a estas polémicas, pero no está de más sumarnos a estas opiniones, por lo que solicito su permiso, y sepan disculpar la extensión.
Como toda crítica en arte no puede ser más que subjetiva, no pretendo otra cosa que extender mi juicio de valor al respecto. Pero por subjetivo no quiero significar no-crítico o no fundado.
Observaciones preliminares:
Todos los comentarios que realizo están fundados en dos trabajos ensayísticos:
1. «Literatura Argentina y Política» (II- de Lugones a Walsh), de David Viñas.
2. «Rodolfo Walsh (el compromiso político y la literatura), de Nilda S. Redondo.
Ambos trabajos son excepcionales, y nos sirven para retacear las opiniones livianas.
Por supuesto, además de la lectura de los autores aquí en cuestión. Además, aclaro, que cito estos dos autores porque han trabajado con mucha profundidad el tema de la literatura inserta en el complejo universo de lo ideológico.
Por otro lado, parecería ser que cuando un escritor es de izquierda su prosa está ?ideo logizada? (en el sentido negativo del término), y las creaciones ?universales? son neutras (aunque provengan de una derecha recalcitrante). Esto no es más que una ?operación? cultural, que nos impide aprehender la realidad tal es, y tiene estrecha vinculación con lo dicho en esta polémica: la autopista de Cacciatore, el Mundial del ?78, Malvinas, el ?Uno? a ?Uno?, etc.
También uno puede preguntarse por qué no se pueden conseguir libros como «Mascaró ?el cazador americano-» de Aroldo Conti, por ejemplo. Una novela maravillosa, con genialidad y estilo literario propio. Sin embargo, otros ?productos? son asequibles, y de cuánto menos valor literario que esta obra (o no será que el golpe militar también fue un golpe a un todo cultural, como bien demuestran Hernán Invernizzi y Judith Gociol en «Un golpe a los libros ?represión a la cultura en la última dictadura militar-». Debemos ser cuidadosos de no caer, por omisión o ignorancia, en la aplicación de la funesta teoría de los dos demonios, que no agita otra bandera que la del revanchismo.
El reconocido Gabriel García Márquez decía en la revista Marca (Lima, 27/10/1977) que «Rodolfo Walsh dirigió a la Junta Militar argentina una carta acusatoria que quedará para siempre como una obra maestra del periodismo universal. Esa fue la carta que le costó la vida. La escribió desde la clandestinidad, en Buenos Aires, la ciudad hermosa o desdichada donde su compatriota o colega Jorge Luis Borges, candidato finalista al Premio Nobel, recibió alborozado una condecoración infame de Pinochet y aclamó a los gorilas argentinos como los salvadores de su patria».
Diego dice que Walsh “tiene prensa del estilo de la que aquí presenta Rodolfo, esa que aúna calidad literaria con una visión del mundo muy simplista”. La refutación de Rodolfo es exhaustiva, a lo que agregaría que además de decodificar mensajes secretos de la CIA, en su conocida carta a la Junta Militares denuncia (hasta donde se sabe) por primera vez lo que luego se conoció como Teoría de los Demonios (en gestación por esas épocas). ¿Esto es atribuible a una persona con una visión muy simplista? Diego sinceramente no has leído a Walsh, y si lo has leído no lo has entendido. Diría que pocos periodistas están a la altura intelectual de escribir «¿Quién mató a Rosendo?» u «Operación Masacre», lecturas que desde la profundidad sociológica implicada desbaratan cualquier aserción infundada o no seria. Obras que desmenuzan el complejo campo de las conspiraciones políticas y los diversos intereses puestos en juego en tales conspiraciones. Que nos asombran por lo minucioso del relato, y lo simple del mismo ?lo cual no puede ser atributo de simplismo como ?concepción? del mundo- invitando al lector a pensar por sus propios medios.
Sin dudas que no se pueden poner en la misma bolsa Borges, Cortázar, y Walsh. Porque son escritores radicalmente distintos: tanto en lo literario como en lo político.
Hasta donde yo sé, Borges no escribió ninguna obra de teatro, en cambio Cortázar escribió muy malas obras (como sus poemas), y Walsh escribió solamente dos obras (La Batalla y La Granada) -ambas de muy buen estilo-. Esto marca algunas diferencias.
Diego se empeña permanentemente en comparar chanchos con margaritas: «Walsh es un autor interesante, pero no llega a ser ni un Borges, ni un Cortázar, ni un Saer. La discusión política tiene que ir por otros carriles que no suman ni quitan nada al Walsh escritor».
Tampoco se puede comparar Borges con Saer. Borges nunca escribió -ni escribiría una novela- y Saer en cambio escribió muchas y muy buenas. Como ya lo he dicho. Los escritores y sus formas de entender y hacer la literatura no son equiparables, comparables y siquiera clasificables. Cada uno es único en sí, y se adherirá a tal o cual paradigma.
Lo que es peor en esta discusión: Diego se enfurece permanentemente porque hay una aparente vía de canonización dirigida a Walsh, y ?salta como leche hervida? contra las canonizaciones oponiendo precisamente cánones. No se atreve a nombrar los términos en su correspondiente significado, haciendo uso de una retórica muy posmoprogresista: lo políticamente correcto. ?Ideología? es trucado por ?visión del mundo?, por ejemplo; y se enfurece contra un fantasma (algo que no está dicho ni explícitamente ni tácitamente por Rodolfo): que al canonizar a Walsh se indica que: «?si tenemos el mejor escritor del siglo XX, tuvimos razón en los 70´s?, Esta especie de desplazamiento retórico es una operación que se viene haciendo. Gente que desprecia la literatura al tomarla como botín de guerra. Gente obnubilada por lo que fue su proyecto político y su ideología. Fanatismo». Pelea contra fantasmas, y además estos fantasmas son unos ignorantes. O se les realiza una transferencia de ignorancia. No es atribuible la razón con que puede ser juzgado un criterio político-ideológico (es decir: tener y sostener una idea y práctica política-ideológica sobre los fundamentos respecto por la realidad social que se pretende y por la cual se lucha ?o se luchó en los 60 y 70-) bajo el simplismo: de nuestro lado estaba el mejor escritor del siglo. Condición de suficiencia chabacana si las hay, y triunfalismo berreta. Eso sí que es una generalización simplista (una visión simplista y conformista de la historia), intelectualmente deleznable, de alfeñiques políticos, y reduccionistas históricos. Y ligado a esto: lo peor es que quijotescamente se salga a esgrimir en contra del Walsh escritor por una payasada hipotética semejante.
Sobre la discusión política: también Diego ha leído a Borges sesgadamente (y perdón por descalificar tu lectura): ¿o por qué crees que en su obra completa no aparecen los poemas ?rojos? de juventud? ¿por “mala” literatura? No, precisamente, allí donde más se parecía a Carriego, han sido eliminados, por rojos y no por “mala” literatura. O qué es sino la literatura política vertida en «El Simulacro», «Mil novecientos veintitantos», «In Memoriam J.F.K», todos escritos de ese libro del que Borges afirmó que de “cuantos he entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal» como es «El Hacedor». O «Historia de Rosendo Juárez», «El Evangelio según Marcos» o «El Informe de Brodie», todos del libro «El Informe de Brodie», o “El Otro” de «El Libro de Arena», y podemos seguir…
No vengamos a masacrar impunemente las ideologías, merced a nuestra ignorancia.
Cuando leemos -con criterio, y críticamente- cuál fue la influencia de Sur en el campo de las ideas no podemos venir a ejercer una opinión tan rudimentaria como que la discusión debe prescindir del campo en el cual las ideas se siembran (y las obras no son más que, en algunos casos, cosechas de esas siembras).
Recomiendo otro ensayo, de igual valía que los anteriores: «La Búsqueda de la Identidad Nacional en J. L. Borges y R. Scalabrini Ortiz», de Norberto Galasso. Y si quieren encontrar cómo la imaginación de Borges tiene giros según sea anarquista, según sea simpatizante de la rev. Rusa, según sea irigoyenista, según sea un enconado antiperonista -siguiendo la aristocracia de Mallea- y según sea el más retrógrado pensador en cuestiones políticas puesto al servicio de los gobiernos dictatoriales.
¿O piensa Diego que Borges no es canonizado por los “milicos”? Claro que sí, de la manera en que Sabato lo es en pleno alfonsinismo.
¿Qué opinión podemos tomar?
Ningún escritor escribe en el aire. Qué es sino «Libro de Manuel» de Cortázar, o «Respiración Artificial» de Piglia, o «Adán Buenosayres» de Marechal (un gran olvidado), por sólo citar tres novelas que Borges jamás hubiese podido escribir (porque nunca escribió una novela -por lo que fuere-, además por la ideología involucrada en las tres citadas).
Discrepo con Rodolfo, en términos del proyecto político de Walsh, lo tenía, y adhería explícitamente a uno en los últimos años de su vida (con todas las discrepancias del mundo respecto de las cúpulas): se trata de Montoneros (y presumo que a ese proyecto es al que se refiere Diego). Concuerdo en cuanto lo que se dice de sus ideas y venidas (se parece a Lugones, salvo que hace el recorrido inverso; quien hace un recorrido “tipo” “lugoniano” es Borges: comienza enrolado en causas populares y termina como conservador derechista).
El ensayo de Redondo tiene 369 páginas, y no agota el tema en cuanto a la práctica política y el “hacer” literario de Walsh, por lo que es muy atinado remitirnos a estos trabajos, y re-pensar a través de estos valiosos aportes. Nosotros no saldaremos nada, y mucho menos desde nuestra ignorancia.
Lo de Viñas también tiene su mérito, y allí encontraremos además, una evocación desde lo afectivo, como amigo personal, y como contrincante político.
«Las cosas son mucho más complejas y jodidas de lo que parecen», verdaderamente.
Yo nací exactamente en la mitad de la década del setenta, por lo que no participé activamente, como tampoco provengo de una familia de militantes, pero pienso que debemos ser muy criteriosos en término de lo que opinamos, y no creyéndonos libre-pensadores hablemos por boca de ganso, y precisamente revelados contra todo canon seamos los más funcionales al gran Canon (que nos extirpa la posibilidad de repensarnos por nosotros mismos).
Saludos,
Leandro
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De proyecto político a absoluta carencia de funcionalidad política, hay, segun creo, un abismo algo ingenuo: no creo que pueda decirse que, porque un escritor no haga como Walsh de su obra un arma de lucha, de resistencia abierta y pública, en nada desligada con el poder público de su voz; no quiere decir que la literatura no tenga nada que ver con el ejercicio de reafirmación/resistencia ante una ideología/sistema político reinante: porque construir tipologías cronopiescas, fatalidades arrabaleras, o lo triste de la rajadura de la pared del baño no debe ser mucho menos constitutivo, o de menor efecto en el lector que denunciar operaciones de un terrorismo de Estado; los sujetos que buscan tomar una actitud activa frente a un sistema dado no nacen de una calabaza, ni se educan en escuelas especiales, lejanas al poder del control gubernamental… No comprometerse con que por lo que se escribe alguien invertirá horas de su escaso tiempo para cargar/se de sentido ante esa maraña letrosa, no anula el resultado, o efecto, como se desee llamarlo…
Saludos…
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Cito:
“Si existe la voluntad de cambiar algo, de luchar contra nuestros fantasmas actuales (…la pauperización cultural, …, la banalidad, …los medios de comunicación de masas), más vale … dejar de lado las artes, que no tienen nada que ver con esto”
Las artes no tienen nada que ver con la pauperización cultural???? Jajaja con razon los cuentos antologados son tan malos
de la nueva literatura argentina recomiendo a Juan Xiet, silvana protto y ezequiel bilardi, el primero es el unico que publico libros, los otros sólo participaciones, busquen en internet, muy recomendados
Si, también recomiendo a Juan Xiet, es sencillamente maravilloso y creo que está por salir su 4º libro… Nicolás Bedini también muy recomendado!!
Hola a todos, me pareció muy interesante el artículo y me alegra la iniciativa de publicar a los jóvenes autores. Me reí al descubrirme nuevamente situado tan cerca de la realidad de los escritores descripta por Tomas. Sin embargo, considero que además de tener algo que contar (de sobra) hay que encontrar la manera adecuada de hacerlo, aquella que mínimamente nos conforme y pueda convocar a ser leída. Creo que las posibilidades tecnológicas nos brindan posibilidades extraordinarias para expresarnos, compartir, intercambiar opiniones e incluso (a quien le interesa) ganar dinero o lograr reconocimiento sin siquiera publicar un libro. Sería interesante considerarlo antes de proponerse la publicación de cualquier obra, como un verdadero filtro de calidad literaria que permite a su vez múltiples posibilidades de expresión.
Dicho esto, mi simple opinión, paso a lo que quiero señalar. Me sorprendió el profundo contraste entre las agudas observaciones sobre lo relacionado a la última dictadura, por un lado; y a la ligereza con que escinde al ser humano de su obra. Un escritor, un artista, es ante todo un ser humano que logra expresar sus sentimientos a través de su obra, mediante un proceso que hace mucho el psicoanálisis describió, la sublimación. Una de los medios que encuentra nuestra mente para comunicarse, para señalar algo en nosotros mismos que nos perjudica y debemos cambiar. Por supuesto, el artista rara vez se da cuenta y si lo hace, decide ignorarlo por temor a perder su inspiración, su talento. Alice Miller da cuenta de ello en su libro La llave pérdida, libro que recomiendo a cualquier artista ( o quien se inicie en cualquier arte).
La literatura, justamente por contar con otras herramientas mucho más sutiles, permite también expresar de otra manera nuestras propias ideas y creencias. No hay manera de despojar a la literatura de todo el bagaje cultural del escritor que la genera, siempre quedará su impronta en su obra. Por otro lado, más que permitirnos transmitir una idea, la literatura será un fiel reflejo de su autor, o mejor dicho, del ser humano que obra como autor, aún contrariando sus intenciones manifiestas. Por extensión, como ese ser humano en concreto está situado en un contexto específico (un lugar, una época, una sociedad determinada, etcétera) es que la literatura es también una expresión genuina de ese contexto. Todo el resto de literatura forma parte de ese contexto, en mayor o menor medida, y cada obra en particular pasará a formar parte del contexto de otras, también en mayor o menor grado. Como dijo alguien sobre la educación, la literatura (el arte) no cambia al mundo sino a las personas, quienes damos forma a nuestro mundo. Creo que incluso es menos que eso, más que cambiar nos muestra otra visión, otra forma de concebir al mundo, que podemos tomar o no. Aún así, es indisoluble de la ideología, creencias, tabúes, preceptos morales, normas, emociones, sentimientos, etcétera. No depende, como insinúa Tomas, con lo que pretendemos hacer con ella o con lo que hagamos o dejemos de hacer con nuestros compromisos.
Por lo tanto, es una falsa dicotomía la del escritor militante/ escritor comprometido. No solamente son categorías no excluyentes, pueden darse ambas o ninguna, o un poco de cada una, en infinidad de combinaciones. Va siendo hora que aprendamos a no caer tan fácilmente en reduccionismos.