Siguiendo la tendencia de la publicación de crónicas de jóvenes autores (con Golden Boys, La Argentina Crónica y Los imprudentes, de la colección Andanzas crónicas de Tusquets, entre otros libros de reciente aparición), la semana próxima Publirevistas (del Grupo La Nación) lanzará el libro “Los mejores relatos de Rolling Stone: crónicas filosas”, que reúne las mejores crónicas de sus diez años de historia local, compiladas y editadas por Ernesto Martelli. Los textos van desde Josefina Licitra y su premiada crónica “Pollita en fuga” hasta Cristian Alarcón en un rodaje de una película porno, Daniel Riera y su crónica sobre sadomasoquismo y Juan Ortelli, que se metió con las tribus de hip hop en los suburbios. Pero también hay textos de Marta Dillon y Alejandro Seselovsky y Paula Rodriguez, entre otros.

La tapa, afanada de Hablando del Asunto:

Acá, el prólog del libro escrito por Martelli, en un adelanto exclusivo:

La diversión estimulada por sustancias químicas. El sufrimiento de una condena a perpetua. El efecto del récord de desempleo en la peor económica crisis de la Argentina pero también las estrictas condiciones de un nuevo empleo, cronometrado y globalizado. Identidades en conflicto. Sexo colectivo y cuanto más libre mejor pero también violaciones sin condena. La cumbia y el hip hop. El hambre y también las ganas de no-comer?.
Tenés en tus manos un libro denso. Lo sabés; quizás, justamente, lo compraste por eso. La densidad, según la física, es el ratio, el índice que muestra la cantidad de masa que entra en un volumen determinado. Cada material refleja ese índice. Se trata aquí, pues, según el periodismo ahora, de historias verdaderamente densas.

Vale aclararlo: no nos referimos solamente a cierta densidad de los temas, qué obviedad. Tampoco, ya lo verás al leerlo, al tono dramático al que recurren los locutores en off de los informes televisivos sobre temas polémicos. Ni siquiera al tono intimista de algunos manipuladores afectivos que buscan la complicidad permanente. Se trata, como sugiere el diccionario, de la cantidad de masa periodística en un determinado volumen; las notas originalmente publicadas, este libro en su conjunto.
Y esa densidad esta marcada por el pulso decisivo de los autores. Ellos son también protagonistas. A ellos les ha tocado detectarla, transmitirla, vivirla. Escribirla. Interpretarla. Sirva también esta antología de la revista como un reconocimiento a una buena parte de los periodistas que en los últimos años han hecho de este oficio, una profesión apasionante.
Al leer todas estas notas no ya como partes dentro de una revista sino como un volumen integral, como un corpus, independientemente del contexto original de su publicación, estamos pervirtiéndolas: fueron pensadas como fragmentos dentro de una publicación que tiene su pulso motor en la cultura rock y sus alrededores. Ahora, nos vuelven también como fragmentos pero de un gran relato que no es ni pretende ser un fresco social ni generacional, vale aclararlo. Eso sí, sin dudas, servirán como materia prima para una lectura profunda de la juventud de comienzos del siglo XXI. Porque estas cosas nos pasaron: a los que las protagonizan, a los que las escribieron, a los que leemos.
Es así como nos es retribuido el valor de apostar a historias largas, a encarar los temas con una perspectiva inédita o fuera de lo común, a dedicarles un tiempo que excede a las urgencias y un espacio que contradice el lugar común de que ahora nadie lee. De este modo, la revista completa una serie de antologías que reflejan tres partes esenciales de su estilo, su identidad, su modo de comprender y abordar la cultura actual: el libro de las mejores entrevistas a músicos de rock local, donde el modelo de ?interview? adquiere múltiples formas y despliega diferentes estrategias para devolvernos el reflejo más profundo de los iconos musicales; el álbum de las mejores fotografías donde el proceso siempre complejo, inconsciente y colectivo de obtener imágenes se revela como un gran generador de imaginarios y fantasías alrededor de la cultura popular.
Hagamos el ejercicio, juntos, de pensarlo de este modo: acá no se habla (sólo) de la moda del éxtasis sino de la ignorancia sobre qué contienen las pastillas; no se piensa (sólo) en las más recientes distorsiones alimentarias sino que se penetra en un culto global y militante a favor de la anorexia; no (sólo) se describe un estadístico mapa del delito que tiene a los jóvenes como protagonistas de ambos lados sino que se entrevista a una secuestradora adolescente en la clandestinidad? No (sólo) se describe la trama financiera de los teleoperadores sino que un periodista trabaja 30 días allí? Yo aborté, se dice. Y así?.
Tampoco se trata de un libro de crónicas, estrictamente. Porque los recursos periodísticos son bien disímiles. Hay crónicas sí, porque es un género al que la revista recurre en busca de profundidad. Pero también hay investigaciones, retratos, ?newspirience?? En su mayoría los textos son generados por jóvenes y hay ahí otro dato valioso: hay distancia, sorpresa, curiosidad de extranjero, pero también audacia, cercanía, empatía, entusiasmo.
El propio Jann S. Wenner, a quién citar sino, suele repetir con la más pura convicción y ante la pregunta sobre el secreto de esta revista, que hay una sola arma que ha convertido a ROLLING STONE en el símbolo periodístico que es: pasión. De eso se trata, pues.