(Artículo publicado en la revista Wobi de febrero)
Diego González Carvajal fundó la empresa Interrupción hace más de una década y con la ayuda de frutas y verduras orgánicas se propone cambiar las reglas de la alimentación basándose en el comercio justo y en la sustentabilidad.
?Yo tenía en la cabeza una idea más bien teórica que era crear una institución nueva que pudiera tener el fin de una ONG y al mismo tiempo me interesaba la economía, que era lo que estudiaba en la universidad. Quería trabajar sobre lo público pero no quería tomar la decisión de estar en una ONG o en el Estado. Y si iba a una empresa, iba a trabajar en el sector privado. Pero yo quería estar en las dos cosas, juntar lo público y lo privado en un solo espacio. Usar las herramientas propias que tiene una empresa con un fin social. Crear un mecanismo del mercado que tenga en cuenta sus costos sociales y ambientales. ¿Era posible algo así? Entonces la idea inicial se me ocurrió en el año 2000, mientras cursaba en la universidad? cuenta con timidez Diego González Carvajal, que tiene 36 años y es el fundador de la empresa argentina Interrupción (ver recuadro). En 2004 fue elegido por Ashoka como emprendedor social por haber creado las condiciones para un nuevo paradigma de consumo con acuerdos entre productores y consumidores con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible.
Según el balance de 2013 publicado en interrupcion.net, su compañía facturó 40 millones de dólares en ventas globales, tiene 35 empleados repartidos en oficinas en Argentina, Nueva York, California, Perú y Chile y más de 8 mil trabajadores asociados. ?Y en 2014 generamos un millon de dólares en primas de salud y educación para las asambleas de trabajo y comercio justo?, cuenta Diego con bastante orgullo.
-Sin embargo en 2001 Interrupción no era la empresa que es hoy. ¿De qué manera fuiste encontrando el rumbo?
-Al principio era solo una idea que tenía muchos proyectos. Los primeros años, del 2000 al 2005, fueron muy difíciles porque había una idea central pero los proyectos que hacíamos no se relacionaban entre sí. No le encontrábamos la vuelta al modelo de negocios. En el 2005 dejamos de hacer todas las cosas que hacíamos y nos focalizamos sólo en el tema de los alimentos y la agricultura, que ya veníamos desarrollando. Nos enfocamos en esa industria porque Sudamérica ocupa un lugar privilegiado en la economía mundial de la producción de alimentos. La estrategia a seguir fue muy clara: que la industria internalice los costos ambientales y sociales y cumplir con estándares muy claros como el comercio justo en lo social y lo orgánico en lo ambiental. Esos estándares más la biodinámica fueron, en aquel entonces, las grandes diferencias con cualquier otra empresa que se dedique a exportar frutas y verduras como la nuestra.
-¿Cómo son las prácticas en la industria común?
-La agricultura de hoy tiene alimentos genéticamente modificados que el cuerpo humano en ciertos casos no puede procesar y eso puede causar enfermedades. Se usan pesticidas y químicos que contaminan el medioambiente. Por otro lado, para la conservación de estos alimentos, se usan químicos que mantienen a las frutas de manera que pareciera que se conservan mucho más. Por ejemplo, hay un químico que pareciera ?embalsamar? a las manzanas y detiene su crecimiento. Es por eso que cuando vos comés esta manzana, estás comiendo una hormona que detiene el crecimiento. Esto genera problemas no solo sociales y ambientales, sino también en la salud.
-¿Y qué propone Interrupción?
-La diferencia fundamental se da en el negocio justo, donde se paga a los trabajadores que van a una asamblea de trabajo y desde ahí ellos identifican qué tipo de problemas se encuentran en su comunidad y el resto de la sociedad. Y a partir de eso constituyen un plan. El desarrollo de la calidad de vida que se forma a través de los años es realmente interesante. Y con respecto al tema ambiental, no se usan pesticidas ni químicos, cuidando el medioambiente.
Y después está el tema de la biodinámica, que es un sistema que te dice qué hacer con la agricultura de manera técnica. En vez de usar químicos, te enseña a usar diferentes tipos de hierbas que vos mismo cuidas. Hay ciertos estudios que indican que las técnicas biodinámicas logran que las frutas y verduras se conserven mejor que las que tienen agroquímicos.
-¿Qué es el compost?
-Es una parte muy importante de todo esto. Se trata de todos los residuos orgánicos y lo que sobra de los vegetales puestos debajo de la tierra y luego son trabajados por las bacterias, las lombrices, materia fecal de los naimales y otros bichos que se encuentran ahí. Todo eso fermenta y termina produciendo un tipo de fertilizante propio y natural que rinde lo mismo que cualquier otro fertilizante químico. Eso se usa para hacer crecer otras verduras y así se forma un ciclo virtuoso que favorece al medioambiente. Es una técnica muy interesante porque no se genera basura. Tal vez hoy sale un poco más caro producirlo pero cada vez será más barato. Nosotros estamos tratando de armar un proyecto en la Argentina que es el de pasar por la puerta de los restaurantes para retirar los restos de vegetales y para llevarlos al compost de nuestras huertas. No solo contribuimos a reducir la basura sino que todo eso después vuelve a la sociedad como alimento.
-¿Ustedes desarrollan las granjas donde cultivan los alimentos o se suman con sus técnicas a las que ya existen?
-Depende. A veces ayudamos a formar una cooperativa y a veces ya está formada. Nosotros vemos si el comercio es justo y aplicamos nuestras técnicas, implementamos las tácticas, ayudamos a mejorar la calidad, etc. La certificación del comercio justo es internacional y está destinada a empresas u organizaciones privadas, con leyes que los regulan.
-En los últimos años se percibe un auge en la comida orgánica
-Es cierto. En ciertos sectores sociales, como en los medios y altos, ahora hay cierta tendencia a la comida orgánica, pero todavía no se da en todos los países ni tampoco a escalas masivas. También hay mucho marketing de parte de las empresas que venden los alimentos transgénicos para informar a los consumidores de que no es necesario comer sano. Puede ser que haya gente que diga que vende un producto orgánico y no lo es, pero hay una certificación que avala eso y es importante conocerla para saber si ese alimento estuvo producido sin químicos y mediante prácticas orgánicas. Más allá de todo esto, creo que existe una mayor conciencia en la sociedad sobre la importancia de alimentarnos mejor. Yo imagino el crecimiento de lo orgánico como algo que no viene desde una corporación que lo promueve sino de un reconocimiento de mucha gente que ve los beneficios reales de ese alimento. Soy muy optimista al respecto.
-¿Por qué?
-Por varias razones. La comida orgánica es más sabrosa. En otros países y ciudades ya se ven muchas tiendas orgánicas que venden productos y ahora también los supermercados comenzaron a venderlos. Acá y en Latinoamérica todavía eso no pasa, pero hay muchos sitios de internet y ferias especiales que ofrecen y venden estos productos y cada vez más gente los consume. Por eso se están armando grupos de consumidores donde se juntan a compartir información y alimentos. Hay mucha diversidad de oferta respecto a unos años atrás.
-Y ahora incluso ya se ve a lo orgánico como un buen negocio
-Sí, por los problemas que causan en la salud los alimentos genéticamente modificados. Económicamente esto afecta porque los problemas de salud que sufren las personas que consumen estos alimentos después tienen que ser costeados por las propias empresas. Como en los Estados Unidos, donde gran parte de la población tiene problemas de obesidad fundamentalmente por los alimentos que consumen, saturados de grasa, azucar, etc. Pero si la alimentación fuese buena, el gasto de salud que tendría ese país sería mucho menor. Hay países donde el Estado subsidia la alimentación sana, como en Rusia, donde el Ministro de Salud subsidia las frutas y verduras.
-¿Qué hay de los altos precios de la comida orgánica? Por ahora solo está destinada solo a quien pueda pagarla
-Es cierto, pero yo creo que cuando lo orgánico vaya creciendo y hayan más cultivos, los precios se van a nivelar y el resto de la sociedad (no solo los niveles más altos) van a empezar a consumirla. Ya está ocurriendo eso. El objetivo es tratar de bajar el precio y de competir con otras empresas. Hay avances. Por ejemplo, la Argentina tiene una Ley Orgánica muy buena.
-¿Cuáles son los próximos objetivos de la compañía?
-Tenemos un gran desafío que es tratar de transportar los alimentos sin contaminar el medio ambiente. Es decir, que llegue hasta el consumidor sin contaminar. El otro desafío está vinculado a la comunicación. Hoy muchas empresas empiezan a vender productos orgánicos como un mandato de responsabilidad social. Mi desafío personal es ver que todo este tema de la alimentación tome relevancia en el grueso de la sociedad, a niveles masivos y que realmente transforme la alimentación de las personas. Porque estoy convencido de que a la enorme mayoría de la gente le importa mucho que un alimento esté genéticamente modificado. El problema es que las consecuencias son a largo plazo y no se ven en lo inmediato. Pero cuando empiezan a salir a la luz diferentes casos, automáticamente aumenta la conciencia en la gente. Por eso es muy importante que estos temas ocupen un espacio mayor en los medios de comunicación y en los espacios de interacción social, como festivales, centros comerciales, etc.
-Y entonces por qué Interrupción, que ya tiene diez años de operaciones, siempre tuvo tan bajo perfil?
-Es cierto que a nivel comunicación, marketing y prensa no hicimos mucho. Pero también es cierto que tuvimos mucho trabajo para lograr generar el negocio. El poco presupuesto que tuvimos para marketing lo pusimos en la comunicación en las góndolas, donde está el consumidor final que toma la decisión de compra. Pero nuestra idea a corto plazo es estar más presentes en las ferias orgánicas (que cada vez son más), en los medios y en los supermercados. Es todo muy nuevo y hay mucho por hacer. Tuvimos que ir aprendiendo en medio del crecimiento. Fijate que como país nosotros (la Argentina) recién estamos comenzando a consumir productos orgánicos.
¿Cómo ves el ecosistema emprendedor en la región?
-Yo veo que el espíritu emprendedor está muy presente, aunque todavía hay muchas cosas por hacer que todavía acá no están desarrolladas. Por ejemplo, creo que falta encarar los planes con una visión regional, me refiero a Latinoamérica y no cerrarnos solo en Argentina, porque sino el mercado es muy chico y no podés aplicar economías a grandes escalas. Y el tema del poco financiamiento que hay acá no ayuda.
-¿Qué proyectos te entusiasman?
-Creo que las tecnologías que le aporten servicios a industrias como alimentos y energía tienen más futuro. También hay mucho espacio para emprender en vivienda, salud y educación. Los proyectos que ví más interesantes son Mama grande (mamagrande.org), una empresa social de biotecnología, Energe (energe.com.ar) de energía renovable y Tesla (teslamotors.com).
Interrupción
Interrupción es una empresa social fundada a principios de la década del 2000 que exporta alimentos orgánicos, principalmente frutas y verduras y desde hace un tiempo también cereales. La idea rectora es ?interrumpir? a los consumidores en el supermercado para ofrecerles una nueva opción de alimentos cuya elaboración protege el medio ambiente y tiene un impacto positivo en las comunidades que los producen.
El objetivo de la empresa se puede leer en el sitio web: ?construir un futuro sostenible a través del consumo responsable, el desarrollo sostenible, las granjas orgánicas y el comercio justo?. Para eso trabajan directamente con pequeños y medianos productores de diferentes lugares de América Latina y se preocupan por contribuir al aumento en la calidad de vida para los agricultores y para mantener una tierra saludable para la siembra y cosecha de frutas y verduras.
?Como organización estamos comprometidos con la calidad, la transparencia, la generación de empleo y la sustentabilidad?, explica su fundador Diego González Carvajal, que estudio economía en la Universidad Di Tella e hizo un MBA en el IAE. ?Establecimos Interrupción con el principio básico de creer que podemos crear una nueva economía socialmente responsable si cambiamos la manera en que las organizaciones y los individuos ven sus roles dentro de la sociedad. Esta economía se compone de cadenas de suministro totalmente sostenibles que producen productos de alta calidad mientras se generan resultados sociales positivos?.
?Nuestro catálogo comenzó con mermeladas de bayas y velas perfumadas. Desde entonces hemos centrado nuestros esfuerzos en el abastecimiento y exportación de frutas y verduras frescas. Trabajamos muy de cerca con nuestras granjas asociadas y les proporcionamos asistencia para el desarrollo. También promovemos el consumismo consciente y la defensa de nuestros consumidores?.