Lo que sigue es una entrevista a José Esses, uno de los autores de este interesante libro que acaba de aparecer en las librerías (de Planeta) y que analiza minuciosamente las diferentes actuaciones de la selección argentina en los mundiales desde Italia 90 hasta el último en Sudáfrica. Si te gusta el fútbol, no te la pierdas.
-¿Cuándo y por qué surgió la idea del libro?
-Empezó a aparecer cuando con Fede hojeamos un ejemplar Gráfico del mundial ’90, específicamente la edición especial que salió luego del triunfo 2-0 sobre URSS. Notamos que los jugadores no tenían ropa oficial para los momentos que no fueran de entrenamiento o partido, que la cobertura mediática se centraba en gráfica y radio, que los teléfonos en las habitaciones eran casi la única manera que tenían los futbolistas para comunicarse con sus familias. Entonces recordamos que en el mundial siguiente, con el dólar y el peso a 1 a 1, la expansión de la TV por cable, los celulares ladrillo y las famosas gorritas con publicidades, había cambiado mucho la cobertura. Bue… había cambiado todo. Ni hablar de cuatro años después, en 1998, cuando se transmitió por primera vez el mundial por Internet y los players andaban de traje.
-¿Entonces?
-Mientras nos íbamos cebando, notamos también que, ante la sequía de títulos, nos acostumbramos a recordar detalles o jugadas de los últimos mundiales: el foul de Monzón a Klinsmann, el debut mundialista del Mencho Medina Bello en el ’94, el gol de Mauricio Pineda ante Croacia, la puteada desde el banco del Cani versus Suecia, a Messi sentado con cara de nene enojado, a Diego colgado del cuello del Kun mientras Alemania nos hacía el segundo, distintas postales de las derrotas, que a veces se confunden con fracasos. Y ahí nos acordamos de una frase de Marcelo Bielsa, que, más o menos, dice que se aprende más de las derrotas que de las victorias. Entonces se nos ocurrió analizar los últimos seis mundiales de la selección argentina de fútbol: de Italia 1990 a Sudáfrica 2010. Vimos los 29 partidos que jugó Argentina en ese lapso, desde el 0-1 ante Camerún hasta el 0-4 contra Alemania, siempre bajo la premisa de encontrar pistas que nos permitan entender por qué perdimos y también por qué siempre volvemos a creer que somos candidatos.
También le damos mucho espacio a los cambios en los medios de comunicación, la publicidad y los contextos socio-políticos de cada torneo.
-Es un libro distinto… ¿cómo lo definís?
-Siamo Fuori es un intento de reconciliación con la derrota, que, en definitiva, es lo que venimos consiguiendo mundial tras mundial.
-¿Cómo lo estructuraron?
-Cada uno de los capítulos tiene su hipótesis de derrota: en Italia ’90 llegamos a la final a través de los penales y, cuando el equipo parecía haber encontrado cierto mecanismo, perdió varios titulares (Caniggia, Giusti, Batista, Olarticoechea). De ese plantel rescatamos el carácter rústico de algunos defensores (el Moncho Monzón, Serrizuela, Basualdo), que eran especialistas en su puesto y llegaban muy curtidos, incluso los más jóvenes (Sensini, Lorenzo, Fabbri) tuvieron largas carreras. Era un equipo que casi no le interesaba atacar, en la Copa América que se jugó en Brasil un año antes ya había quedado en claro que el arco de enfrente le quedaba muy lejos. La motivación apareció con las cábalas y el clásico recurso del enemigo externo.
-¿Y en el mundial de EE.UU 94?
-Otra de las ideas del libro es poner en duda ciertos lugares comunes que se fueron instalando, entonces también nos preguntamos si realmente el del ’94 fue el mejor equipo argentino que no llegó a campeonar. En ese caso, Basile apostó a una generación nueva (Bati, Cholo, Cáceres, Leo Rodríguez, Chamot) más Diego y Cani. Le salió mal y terminó quedando afuera en un partidazo contra Rumania, que tenía a su generación dorada. En eso, Argentina tuvo cierta mala suerte o falta de análisis.
-Y llegó Passarella para “poner orden”. ¿Lo puso?
-En Francia ’98 Bergkamp venía de tener la mejor campaña de su carrera, por primera vez como delantero, e hizo goles de todos los colores. A aquellos que lo venían viendo, no les sorprendió la definición tan sutil contra Argentina, aunque quizás muchos de nosotros no lo teníamos tan visto, como tampoco a los alemanes en el último Mundial de 2010. Como nos dijo Mauro Camoranesi, el último argentino campeón del mundo (con Italia), es muy del argentino seguir pensando que el pasto crece sólo acá, cuando, a ese nivel, ya no hay miedo. Él nos decía: ¿o acaso te pensás que Rooney tiene miedo de ir a cabecear con Federico Fernández?
-Pero nos quedamos afuera contra Holanda en cuartos…
-Volviendo al tema de las eliminaciones, en el ’98 creo que el equipo gastó lo que tenía para dar en el match contra Inglaterra. Passarella (en una entrevista tan cálida que hasta el jefe de prensa de River se sorprendió con que se extendiera por más de hora y media) se nos hizo un poco el gil cuando le recordamos que le jugaron a los ingleses con un hombre más durante una hora. Contra Holanda el equipo estaba cansadísimo y Ortega, especialmente, bajó mucho el nivel. Holanda tenía un cuadrazo y nos ganó bien.
-Y llega el ciclo de Bielsa que fue muy bueno hasta… el mundial
-El equipo del 2002 llegó muy baqueteado. También pudimos romper otro mito: que Bielsa “sobreentrenó” al plantel. Ayala nos dijo todo lo contrario: no los entrenó como él hubiera querido. Los dos jugadores más inspirados o creativos que había tenido en Eliminatorias (Verón y Ortega) anduvieron muy flojos, a Aimar tampoco le daba el cuero para tanto y Bati llegó después de su peor temporada en Italia.
-¿Y qué pasó en Alemania 2006?
-Estuvimos a 10 minutos de dejar afuera al local, quizás faltó algo de punch. Se falló algún mano a mano y después, sobre la hora, un tiro de Coloccini (del que nadie se acuerda) dio en el travesaño. Sobre los penales de ese día, Ayala nos dijo algo que no quiero adelantar pero que explica por qué nos quedamos afuera.
Del período de Pekerman en la selección también rescatamos que lidió con la peor crisis que sufrió Argentina en las últimas décadas (post 2001), con mayores índices de desnutrición y mortalidad infantil y cómo eso se laburó en los seleccionados juveniles.
-Y llegamos a Sudáfrica… Diego como DT
-Imposible despegarlo del eje Diego-Messi, la zona la ganó con comodidad, después se notó demasiado la falta de planificación y de coordinación colectiva, Mascherano quedaba +solo, la defensa (Demichelis, Otamendi) era floja y el equipo demasiado joven para dar vuelta un 0-1 contra Alemania a los 2′. Creo que ese seleccionado es un buen ejemplo de lo que nos viene pasando: tenemos buenos team, a la altura de una competencia como el Mundial, pero nos falta un plus (de suerte, de clase, de competitividad, de oportunismo) para llegar a semis.
-De todos los analizados, ¿con qué mundial te quedás?
-Me resulta muy difícil elegir un Mundial y no momentos de distintos. Pero me quedaría con el último, porque España ganó a puro toque, por los huevos que puso Uruguay, por la evolución de Alemania (ya no tan táctica y mucho más técnica). Creo que se valoró más el manejo de la pelota que cuando Italia salió campeón cuatro años antes. Los mundiales también sirven para imponer modas o verdades y Sudáfrica 2010 revalorizó un poco esa garra colectiva uruguaya y también el “tiki taka”, como lo llaman los españoles.
-¿A qué conclusión llegaron después de haber terminado el libro?
-Uff, llegamos a varias. Por empezar, que es casi imposible pensar y analizar este período sin la presencia del Diego. Ya sea como capitán en el 90 y 94, comentarista o como DT. Siempre estuvo presente de alguna manera.
Tal vez sea hora de hacer el esfuerzo y empezar a tener otros parámetros, no podemos seguir pensando que “alguien se va a poner el equipo al hombro” como él hizo en Italia ’90. Esas cosas, esos personajes, aparecen una vez en la vida y no pueden ser parámetro para comparar a los que vienen detrás, se llamen Messi, Tevez, Román u Ortega.
No veo mayores problemas en repensar una identidad e intentar modificarla. Lo hizo Brasil, lo hizo Alemania, también España, nosotros seguimos atascados en algunas encerronas por no incorporar otros modos de liderazgo o de trabajo. Se sigue hablando de “ganar como sea”, como si eso fuera posible. ¿Qué significa?
Otra conclusión que sobrevuela el libro, en materia de marketing, es que el discurso de “la pasión” le funciona muy bien a las marcas y a los medios de comunicación en general pero que en las canchas argentinas esa pasión se transforma en impaciencia y violencia. El fútbol vende mucho, acorta caminos, nos explicó Carlos Baccetti, como los culos o los bebés, graficó. Hay que estar atento para diferenciar a quiénes lo utilizan para eso y quiénes se preocupan por darle contenido.
-Pitazo final. ¿Algo que agregar?
-Una pequeña acotación: más allá de las crónicas de los partidos y los dos perfiles de jugadores que elegimos por período, también le dimos lugar a personajes y hechos que grafican los cambios que se fueron dando en el fútbol: Guillermo Tofoni, el responsable de esta nueva etapa con amistosos por todas partes del mundo, el Checho Batista, el DT que menos tiempo estuvo en las últimas décadas, el Fútbol Para Todos o los barras bravas mundialistas. La mirada Siamo Fuori intenta desdramatizar, poner en perspectiva y, cuando se puede, aportar alguna propuesta.
El libro del año, o hasta mitad de año. Lo dice uno de sus autores.