columna publicada en el diario La Nación el sábado 6 de abril.
Yo no soy quien soy ni quien dicen. Entonces… ¿quién soy? Las redes sociales dieron vuelta la comunicación, pero también los parámetros que conocemos como identidad.
Para funcionar, las plataformas de la web 2.0 como Twitter y Facebook necesitan que armemos nuestros perfiles: nombre, foto, gustos, videos, comentarios, todo el contenido que subimos en ese perfil. Se supone que “ese” perfil digital soy yo. Pero gracias a la tecnología, ahora ese yo puede estar en otro lugar o, directamente, ser otra persona. ¿No me creen? Pregúntenle a Pablo Bruera, el intendente de La Plata, que usó su Twitter para contar que estaba recorriendo los centros de evacuados durante las inundaciones de esta semana. Para demostrarlo, subió una foto donde se lo vio colaborativo. Pero gracias a un periodista, se supo que en el mismo momento del tuit, el Bruera de carne y hueso estaba… ¡en Brasil!
En la vida hay gente falsa, pero en Twitter hay más. Incluso algunos falsos son mejores que los verdaderos. Tienen más seguidores, son más ocurrentes y hasta terminan volviendo locos a sus originales. El periodista y relator Víctor Hugo Morales (@vh590) insistió durante semanas en denunciar a su trucho (@victorhugo590). Pero rogó tanto que lo dejaran de seguir que le dio difusión . Conclusión: los usuarios se confundían sobre quién era quién, le respondían y esparcían (RT) lo que el trucho quería. Y este último no hacía más que mofarse del verdadero. Ni Woody Allen lo imaginaría mejor. Finalmente, Twitter suspendió el usuario falso minutos antes de que el verdadero uruguayo sufriera un ataque de identidad. Otro dato más para enloquecer al mismísimo Sigmund Freud: el verdadero usuario de Víctor Hugo no estaría manejado por él, sino por un colaborador.
Lo mismo ocurre con la mayoría de los dirigentes políticos importantes. Tuitean ellos, sí, pero también gente de sus equipos de comunicación o de alguna agencia.
Muchos de los famosos cayeron en Twitter y no salen de su asombro. Impiadosos, los usuarios los insultan, les responden con ironías, etcétera. Sería mucho mejor que los famosos simularan ser sus truchos, es decir, que se camuflaran disfrazados de ellos mismos. A juzgar por muchos de sus últimos tuits, Andrés Calamaro tampoco sabe si él es él.
Atención: los límites entre el mundo online y offline no se mezclan. ¡Ya no existen! La Chica Sabrina, un personaje de ficción que es furor en Twitter (154.000 seguidores), usa expresiones que ya fueron adoptadas por muchísimos usuarios “reales” en la misma plataforma. ¿Cómo logró esto? MI-T-ERIO.
Entonces, ¿cuál es el verdadero Bruera? ¿El solidario de Twitter o el que descansaba en Brasil? Ya no importa. Por las dudas, le echó la culpa a un integrante de su equipo de comunicación. Es decir, a otro. Que era él.