Sobre el fenómeno Instagram escribí para la revista VIVA de ayer. Acá el texto completo.
Clicks modernos. Ya hay más de cien millones de personas que sacan fotos y las suben a la Web con el celu a través de Instagram. ¿Qué es?
El dicho es conocido: una imagen vale más que mil palabras. Usted ya habrá visto su perfil de Facebook o Twitter inundado por fotos cuadradas con un look vintage que se asemejan mucho a las viejas Polaroids, aquellas instantáneas que marcaron a fuego la infancia de los que ya disfrutamos más de treinta años. No es que millones de personas de todo el mundo volvieron al pasado, sino que se trata de Instagram, una aplicación para móviles que causa furor entre los usuarios. Es una perfecta combinación de dos elementos: Por un lado es un software gratuito para retocar y subir fotos tomadas desde un smartphone y por el otro, es una red social, ya que mantiene la lógica de otras como Facebook, Pinterest, Foursquare y Twitter. Es decir, una herramienta de comunicación poderosísima que nos permite seguir y ser seguidos por cualquier persona del mundo para ver sus fotos, comentarlas, compartirlas en nuestros muros, geolocalizarlas, buscar fotos mediante la lógica del hashtag (#), ver las más populares del momento, buscar personas, etc. Desde el móvil.
Como un reality show fotográfico, cientos de miles de personas comparten con otros diferentes instantes de sus días: lo que comen, las zapatillas que se pusieron, un cartel, el color del esmalte de uñas, su mascota, un árbol, un dibujo, el mate. Cualquier cosa vale a la hora de disparar una foto. Y todo matizado con filtros que logran en pocos segundos que las fotos sean más artísticas y cálidas. Instagram no es la primera aplicación en permitir cambiar colores, el contraste o la luz de las fotos, pero sí fue la que logró hacerlo mejor y de una manera más simple. Instagram, dicen algunos analistas, está modificando nuestra mirada de los lugares y las cosas.
Fue lanzada en octubre de 2010 en San Francisco por Kevin Systrom (un ex Google) y Mike Krieger y, a pesar de que en aquel entonces sólo podían usarla los que tenían un iPhone (de Apple), la aplicación logró rápidamente una gran repercusión.
En la industria se sabe que cuando un sitio web o un determinado software logra imponer un verbo en la sociedad, es porque ya alcanzó el éxito masivo. Googlear y tuitear son los ejemplos más claros, pero Instagram se hizo tan conocida que ya tiene su propia acción: instagramear.
Dos meses después de su lanzamiento ya acumulaba un millón de exclusivos usuarios que se sentían en un club VIP usando lo que muchos otros no podían disfrutar. Por estrategia de marketing o por impedimento técnico, lo cierto es que Instagram se convirtió en una de las aplicaciones más deseadas por el resto. Así que después de un año y medio, en abril último, Instagram se hizo disponible para los usuarios de Android (de Google), el sistema operativo presente en los equipos de Samsung, Motorola, Sony y HTC, entre otros. Y volvió a batir récord: en su primer día de descarga, la versión para Android superó el millón de bajadas y en la actualidad, según cifras oficiales, más de 100 millones usuarios ya la tienen instalada en sus móviles. Entre todos suben a la nube nada menos que 6 millones de fotos por día. Y todavía falta que se sumen los usuarios de Blackberry y Windows Phone, que esperan ansiosos para usar la aplicación estrella.
Semejantes números lograron atraer a inversores. Entre los que pusieron dinero al principio estuvo Jack Dorsey, uno de los fundadores de Twitter. Pero en abril, Marck Zuckerberg, el creador de Facebook, rompió el chanchito y anunció que la red social compraba la totalidad de Instagram a una cifra record: mil millones de dólares a pagar trescientos en efectivo y el resto en acciones.
La aplicación logró tanta popularidad que ya existen varios sitios y blogs con noticias y estadísticas sobre Instagram y se organizaron distintas muestras y exhibiciones en varias ciudades, entre ellas Buenos Aires. Y también ya tiene su propio documental llamado ?Portrait?, llevado adelante por el norteamericano Andy Newman, quién en solo dos semanas consiguió el dinero para financiar su idea a través de la plataforma Kickstarter. Se puede ver completo en YouTube.
El pasado no pisado. Otra de las claves para entender el fenómeno Instagram no tiene relación directa con la alta tecnología. La mayoría de los usuarios adultos desean constantemente que la Web los devuelva al pasado, a las raíces de aquellos tiempos que ya no existen, sobre todo a las décadas del ´70 y ´80, cuando Internet y los celulares con cámaras de alta resolución sólo entraban en las mentes de la ciencia ficción.
Las fotos con una estética vintage logran activar en segundos los resortes nostálgicos de las personas. Desde hace ya un par de años, lo retro está de moda y las grandes marcas apelan constantemente a este recurso para comunicar sus productos y servicios en sus campañas publicitarias. Es por eso que Instagram les calza perfecto para subirse al tren de la melancolía.
Pero al igual que Twitter, Instagram no parece ser sólo una poderosa herramienta para editar y compartir fotos, sino que su uso comienza a tallar una web más visual y una nueva manera de buscar contenidos. Los grandes medios de comunicación ya tomaron nota y comenzaron a experimentar al respecto. Hace pocas semanas, la revista norteamericana Time envió a cinco periodistas a retratar con un móvil el desastre causado por el huracán Sandy en Nueva York con la misión de subir las fotos a la cuenta oficial de la revista en Instagram y etiquetarlas bajo una misma palabra. En pocos días tuvieron más de 250 mil seguidores y una foto terminó en la portada de la edición de papel. Otros medios como The New York Times, CNN, La Tercera (Chile), NBC, The Wall Street Journal y The Washington Post ya cuentan con sus perfiles oficiales. ?Me parece una buena herramienta documental. Los grandes medios pueden generar una comunidad propia y hacer coberturas al instante desde los dispositivos móviles de sus periodistas?, dice la fotógrafa local Polly Pop.
Pero no todos son elogios, ya que hay fotógrafos profesionales que no quieren relegar calidad. Uno de ellos es Germán Sáez, fotógrafo personal de diferentes personalidades. Si bien usa su iPhone para sacar fotos y diferentes aplicaciones para editarlas y subirlas a su sitio (germansaez.com), pone ciertos reparos con Instagram. ?No me gusta por los filtros que tiene, en especial esa burda opción de desenfoque que pretende dar un efecto tilt-shift pero no queda para nada creíble. Y esos bordes que quieren darle una apariencia de film?, explica y agrega: ?Y tampoco entiendo la gente que toma las fotos de sus hijos de vacaciones con su celular e Instagram en tan baja calidad. En unos años cuando los hijos sean más grandes no van a entender cómo habiendo buenas cámaras sus recuerdos de la infancia fueron guardados de esa forma?.
Ya sabe usted, lector. Si tiene un celular que permita Instagram, empuñe y salga a la calle a buscar esa foto que lo está esperando. En una de esas, si los astros están de su lado, la imagen de la vuelta al mundo acumulando elogios de miles de usuarios. O simplemente le sirva sólo para jugar a ser fotógrafo por un rato y soñar despierto a ser un artista. No es poca cosa.