Hace exactamente 20 años, en la tarde del viernes 26 de abril de 1991, a Diego Maradona se lo llevaron preso por tenencia de cocaína. La Policía lo sacó esposado desde el famoso departamento del barrio de Caballito, en medio de cien periodistas, fotógrafos y cámaras de TV que transmitían en vivo. Esa foto, la del ídolo esposado y barbudo, recorrió el mundo y fue tapa de muchos medios locales e internacionales, como la revista Newsweek de abajo. El ídolo se encontraba en nuestro país cumpliendo una sanción porque semanas antes le había dado positivo el doping (también cocaína), mientras jugaba en el Nápoli italiano. El gobierno encabezado por Carlos Menem -salpicado en aquel entonces por el escándalo del Yomagate- aprovechó el caso para limpiarse a sí mismo. ?Si hay alguien que esta? preocupado y luchando para que no se instale el narcotra?fico en la Argentina es este Gobierno. Y vamos a destapar las ollas que sean necesarias para acabar con esta podredumbre de la corrupcio?n?, dijo el ex presidente al día siguiente. La operación para meter preso a Maradona y dar una señal a los Estados Unidos de que en nuestro país se combatía el narcotráfico a cualquier precio, había sido un éxito.
Lo que sigue, es un extracto de mi libro Vivir en los medios, sobre Maradona y la prensa:
¿Maradona fue víctima de una operación del Gobierno de Menem para desviar la atención pública y mediática del escándalo del caso Yomagate? ¿La Policía avisó a los medios que irían a detener a Mara- dona? ¿La foto de Maradona esposado que recorrió el mundo podría haberse evitado?
Miguel Ángel Bertolotto, de Clarín, responde: ?Todo indica que fue una operación. El caso no lo cubrió la sección Deportes, afortunada- mente. No tengo dudas de que alguien le habló a los medios y todo indica que debe de haber sido alguna fuente cercana al Gobierno?.
Días antes, en la inauguración del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, Menem dijo: ?Si hay alguien que está preocupado y luchan- do para que no se instale el narcotráfico en la Argentina es este Gobierno. Y vamos a destapar las ollas que sean necesarias para acabar con esta podredumbre de la corrupción?.
Gonzalo Bonadeo opina: ?El rol de los periodistas en la detención de Diego fue el del alcahuete, porque solo querían tener la imagen de un Maradona barbudo y destrozado. Jamás en la historia del narcotráfico en el mundo llegó el periodismo antes que la Policía. Y ese día estaban todos esperando. Hay muchas versiones sobre el tema. Hay quienes dicen de la SIDE, pero sabemos que en un país como el nuestro, en el año 91, no se podría haber hecho esa movida sin la anuencia del Gobierno. No digo que el periodista se pierda la nota, pero vos tenés que saber perfectamente cuando te están operando para que seas un símil servicio y cuando es una conquista periodística en serio?.
Horacio Pagani, de Clarín, escribió una columna titulada ?Evitemos la hipocresía?:
?Hay que ayudarlo a Maradona. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes cuando el asunto era un secreto a voces en todo el ambiente? […] No sirve que digamos ahora ?nos sorprendió?, ?nunca lo había visto en cosas raras?, ?¿será cierto??, ?esto es una conjura?, ?pobre, está enfermo?. […] Los que mantuvieron durante mucho tiempo el complot del silencio con los brazos cruzados, no pueden hacerse los distraídos. Si callaron antes deben callar ahora. Y si por conveniencia no lo ayudaron antes, que lo ayuden ahora, en silencio. Aunque sea por agradecimiento?.
Bonadeo agrega: ?Creo que fue un simple razonamiento: ?Si Diego es Gardel para los argentinos, tengamos a Diego a favor, tengámoslo agarrado de algún lugar. Alguna causa, algún compromiso y lo usamos políticamente?. Yo estoy convencido de que fue eso. Porque después inventaron el tema de ?Sol sin drogas?, no es serio. Porque además en un ?Sol sin drogas? llevado adelante por gente que estuvo involucrada hasta las pelotas en el narcotráfico. Una cosa muy fuerte. Y porque además, en todos estos episodios, la figura de Coppola nunca apareció. Mientras Diego iba preso en Caballito, Coppola, y esto me consta, tenía acceso irrestricto a la quinta presidencial de Olivos. Yo en el año 90 fui a jugar un partido de fútbol con Videomatch y Coppola jugaba en el equipo de Menem?.
Ezequiel Fernández Moores no duda: ?Fue una cama. Lo seguían. Necesitaban demostrar que en la Argentina había justicia y que no se protegía a los ricos y famosos. En ese sentido, al fútbol siempre lo utilizaron como modelo?.
En el libro Conocer al Diego. Relatos de la fascinación marado- niana, Daniel Arcucci repasa aquel episodio de Caballito: ?Fue uno de esos días en que la redacción apuraba su desalojo para prepararse para la actividad fuerte de verdad, la del domingo. No había mucha noticia ni mucho por hacer. Sonó un teléfono cualquiera. Avisaban de un ope- rativo antidrogas en la calle Franklin, de Caballito, y algo más: quien estaba dentro no era uno más: era Maradona. La fuente fue la misma Policía y quizás eso alcance para entender, más y mejor?.
Para Julio Chiapetta, periodista de la revista Noticias en aquel entonces, la detención de Maradona marcó un antes y un después en la relación del jugador con la prensa. ?Fue una entrega mediática y pre- parada. Es verdad que en el momento de su detención ningún periodista dijo ?o se dio cuenta? de que la detención de Diego fue una ?entrega?. Pero eso no significa que uno, después, se haya enterado de cosas o situaciones que le permiten afirmar esto. No sé bien si fue Menem, Ramón Hernández o algún otro personaje de la interna de ese Gobierno, pero quedó en claro que se armó un circo para que nadie se perdiera la ?primicia? de la detención de Maradona?.
El propio Maradona se refirió al tema del show armado tras su detención, en un reportaje que le hizo Gianni Miná, publicado años después para el libro Te Diegum: ?No sentí vergüenza cuando vinieron a arrestarme apresurándose antes a invitar a todos los medios de información posibles, para transmitir mi detención directamente ?mi- nuto a minuto? sin respeto alguno por el ser humano, cualquiera fuera mi culpa. Ha sido indigno. Necesitaban un gran show para confundir a los argentinos y entonces me usaron sin la menor piedad.
[…]
El policía que me llevaba afuera me aconsejó que me cubriera el rostro con el saco y yo me negué a hacerlo. ?¿Por qué tengo que taparme? ?le pregunté? si no maté a nadie?. Después le sugerí: ?Arreglate la corbata, que vas a salir en televisión en directo para todo el mundo?. Y siguió mi consejo sin pensarlo demasiado. Pero un instante más tarde se sonrió moviendo la cabeza. Había comprendido lo absurdo de la situación y la comedia que estábamos obligados a interpretar?.20
Inmediatamente después de la detención de Maradona, el presi- dente Menem firmó el decreto que le quitaba al jugador el pasaporte diplomático otorgado días antes del debut del Mundial de Italia. Sin embargo, en las únicas declaraciones que dio sobre el tema, Menem dijo estar ?sumamente conmovido por un muchacho enfermo, a quien hay que ayudar para salir del vicio de la droga?. El ministro del Interior, Julio Mera Figueroa, declaró: ?La detención de Maradona demuestra que en la Argentina ya no hay impunidad para nadie. Lo ocurrido pone de manifiesto que la droga destruye no solo a hombres comunes?.
La revista Somos (de Editorial Atlántida, para muchos analistas, el house organ del gobierno de Menem) tituló ?Se acabó la impunidad?. El periodista Luis Majul, quien en ese momento trabajaba en la revista, cuenta para este libro: ?El escándalo le cayó al Gobierno de Menem como un regalo del cielo. Era obvio que el gobierno tenía un interés concreto en que el hecho se haga público y se sepa en todo el mundo. Me acuerdo de haber hablado con algunos funcionarios y estaban exultantes, festejando. Sin dudas, sacaron un importante rédito político en lo que pasó?.
Desde Italia, los napolitanos estaban dispuestos a defender a ul- tranza a su máximo ídolo. ?¿Y qué decir de los tan susceptibles señores de la prensa impresa y de sus colegas divos de las cámaras de tele- visión, que durante años han empleado sus preciosas energías profesionales en una obsesionante y despiadada vivisección del Pibe de Oro? Desde ?Maramondo? hasta ?Maracoca?, títulos a nueve columnas para aumentar las tiradas y hacer felices a aquellos directores de diarios que después, por turno, se presentaban en la tevé y nos anunciaban solemnemente, con el aire aburrido, que a uno lo vuelve tan intelectual, que ya la telenovela Maradona era inaguantable. Justamente ellos, siempre los mismos, autores e ideadores de los textos y el libreto. Empeñados primero en una instrumental beatificación y luego en un indecoroso linchamiento. Todos en hilera, sin pudor, siguiendo a Maradona hasta dentro de la habitación del juez que lo interrogaba, capaces de transformar su detención en Buenos Aires en un evento espectacular, casi cinematográfico?.21
En 1991, la Policía allanó un departamento en Caballito y encontró a Maradona con cocaína. Fue llevado preso en una operación política que incluyó a los medios de prensa que transmitieron en directo desde la puerta del edificio. Los medios del mundo reflejaron la noticia con estupor, como la revista norteamericana Newsweek.
PESCADO PODRIDO
A los pocos días de la detención, El Gráfico publicó dos informes ?confidenciales? que causaron escándalo, dando a conocer una polé- mica versión sobre la detención del jugador. El Gráfico habló de una mujer policía (una tal Viviana Vignola) que supuestamente sedujo a Maradona y se dieron una serie de detalles sobre la forma y el estado en que fue encontrado el ídolo en el departamento. La revista también afirmó, en resumen, que Maradona tenía en su poder 115 gramos de cocaína y fue encontrado desnudo en una cama junto a sus dos amigos, sugiriendo una supuesta relación homosexual.
La conmoción que causaron los dos informes (que no fueron fir- mados por ningún periodista) provocaron que la Policía Federal le informara por escrito a la jueza que atendía en la causa, Amelia Berraz de Vidal, que en realidad, en el procedimiento se encontraron solo tres gramos de cocaína, que la mujer policía no había existido y que Mara- dona no estaba desnudo.
Horacio Pagani opina: ?La revista se portó como el orto. Fue una vergüenza, porque además ellos se olvidan, no tienen memoria. En general se portaron así siempre. Ellos fácilmente borraban con el codo lo que habían escrito con la mano. Esa nota fue una mentira, al extremo de la perversidad?.
Natalio Gorín, por entonces jefe de redactores de la revista, cuenta: ?El Gráfico, que siempre buscaba exclusividad en sus notas, compró un informe. Creo (casi seguro) que venía de Policía Federal. Esto es muy común en distintas áreas del periodismo. Pero guarda que muy lejos no estaba. El grave error de esa nota, me parece, es no haber atenuado el tema homosexual, que estaba en el informe de ese ?Garganta Profunda?. Lo digo, por el famoso Watergate.
Nunca se sabrá quién fue el Garganta Profunda del episodio de la calle Franklin, que además no lo conozco. Garganta Profunda sigue siendo el mayor secreto de la historia. Hay una diferencia, el de Estados Unidos era por motivos políticos, y el de aquí vendió una historia. El Gráfico compró. Y le fue mal, contra mil veces que le fue bien. Y pocas veces se pagaba. Era habilidad de los periodistas, como en el Watergate.
Ningún periodista de El Gráfico estaba en Franklin, Ningún pe- riodista de Clarín o La Nación estaba en el despacho del Presidente cuando se decidió invadir las Malvinas. Después se rearma, se investiga. El Gráfico tenía una historia bárbara. Y esta historia tenía elementos no verdaderos, cosa que El Gráfico no sabía en ese momento. Todo fue decisión del alto mando: Constancio C. Vigil, me consta. Aldo Proietto [director] y Vigil la leyeron y la releyeron como 20 veces. Pero es tan hipócrita el mundo del periodismo que esas notas se la quisieron adjudicar al periodista Alfredo Alegre?.
En su libro, Arcucci recordó la trastienda de los ?informes secretos? que publicó El Gráfico:
?Allí mismo se empezó a discutir cómo lo cubriríamos [al caso]. A mí, por supuesto, me tocaría la intimidad, cómo lo había vivido Diego, su familia. Y habría, además de las fotos del día, imágenes que resu- mieran los pasos de Diego desde las lágrimas finales en el Mundial de Italia hasta ese momento. Poco más. El tema pasaba a ser de otra área, más policial que deportivo, se opinó, y eso excedía los límites de la revista. En aquel momento, me pareció razonable. Y con mi amargura a cuestas partí para ver con qué y con quiénes me encontraba para hablar de aquella debacle.
Al día siguiente tuve el primer indicio de que la cobertura no se quedaría allí, cuando me dijeron que sólo pensara en una columna de opinión, si quería, que habría espacio para una historia, pero que de eso se encargarían otros. Y el domingo, el día del cierre, la presunción fue al fin una certeza.
[…]
Me salió algo horrible, de lo que apenas podría rescatar ahora el último párrafo, porque lo escribí con lo último que me quedaba. Ojalá Diego entienda ?y solo él tiene la capacidad para hacerlo? que su imagen dramática en todos los medios no es culpa de los fotógrafos; que de esto no se sale nada más que con el incomparable amor propio que indudablemente posee; que el ?nuevo Maradona? recién ahora empiece a construirse. Ojalá comprenda que escribí esto porque me dolió en el alma enterarme de que dijo: ?Me quiero morir, me quiero morir?, y porque lo quiero de verdad. No sé si tenía derecho de hacerlo. Sí, seguro, la obligación.
Después, salí a ver qué encontraba, a quién veía, mientras en la redacción se cocinaba una nota muy diferente a lo planeado apenas dos días antes. No vi ni quise ver aquello. Sólo sabía que todo se me había ido de las manos.
[…]
Al día siguiente, el teléfono de mi casa empezó a sonar alrededor de la tardecita, a la hora de la salida de la revista en el centro de Buenos Aires. Atendí el primero, el segundo. Al tercero, ya no quería saber más nada: todo el mundo me preguntaba a mí por la versión que se había publicado sobre el caso, el operativo, Diego. Una versión que yo no conocía y, por supuesto, con la que no estaba de acuerdo. Escandalosa. Ese fue justamente, ?Una versión escandalosa?, el título que pude leer en la tapa del diario Crónica, ya el martes, de regreso a la redacción. Y también, el argumento por el que me senté ante el director y le dije que renunciaba, que no seguía, que no iba a ir más. Que ya estaba. Curio- samente, me tomé el tiempo para terminar de escribir una entrevista con Caniggia y después me fui, con las palabras de Aldo Proietto resonando en mi cabeza: ?Estás caliente y está bien, porque es tu amigo. Tomate tu tiempo?. Yo no quería saber más nada?.
Arcucci recuerda en una entrevista para esta investigación:
?Yo de ninguna manera estaba de acuerdo con que se publicara la nota que se publicó. No me exigieron escribirla a mí, y es más, yo dije: ?Bueno, voy a hablar con Franchi y le voy a comentar esto que va a salir?.
?¿El informe que salió publicado fue cierto?
?Nunca se va a comprobar si fue cierto. Hay un informante. El infor- mante puede venderte carne podrida o venderte la verdad.
A los pocos días de ofrecer su renuncia a El Gráfico, Arcucci recibió un llamado a su casa, casi a medianoche. Era Marcos Franchi. ?Diego quiere verte. Se enteró de lo que te pasó en la revista y dice que no vale la pena irte, que tenés que seguir?, le dijo el representante.
?Fui hasta la casa de Diego y Pochi, la mamá de Claudia, me dice: ?¡Qué suerte que tenés, lo podés ver y nosotros no!?. Es el día de hoy que no lo puedo creer. Lo tendría que hablar con Marcos alguna vez. Yo creo que formó parte de algo, una especie de operativo de recuperación de Diego donde ellos pensaron en gente que, cada uno desde su lugar, le podía dar una mano simplemente estando. Y creo que yo formaba de parte de eso?, cuenta Arcucci.
Después de un largo y emotivo abrazo y entre lágrimas, Maradona le pidió a Arcucci que continuara en El Gráfico porque necesitaba gente de su confianza adentro de la revista. El periodista, finalmente, le hizo caso y no renunció.
Ernesto Cherquis Bialo había dejado la dirección de El Gráfico me- ses antes porque, según dijo para este libro, ?ya intuía que la revista se convertiría en un house organ del gobierno de Menem. Si yo hubiese estado en El Gráfico, esos informes sobre la detención de Diego no salían. Únicamente por encima de mi cadáver se hubiesen podido publicar?.
Para el periodista Horacio del Prado aquellos informes marcaron un punto de inflexión en la relación entre la revista y sus lectores. ?En los numerosos estudios de mercado que se hacían en Atlántida, los encar- gados de marketing de la editorial consultaban a todo tipo de personas: lectores, no lectores, fanáticos del fútbol, aquellos que no compraron jamás la revista, de diferente nivel social, cultural y económico y de varios rangos de edad, etcétera. Casi todos los consultados tuvieron un de- nominador común. Dijeron, en resumen, que no querían ni les gustaba ver en las páginas de El Gráfico a un Maradona preso por drogas. Que si querían ese tipo de fotos e informes, compraban otro tipo de revistas. Coincidieron, además, que en las páginas de la prestigiosa revista debía existir el fútbol como protagonista absoluto y Maradona como el mejor exponente de ese deporte?, cuenta del Prado.
Varios periodistas consultados coincidieron en que, entre otras razones, aquellos informes sobre Maradona significaron el principio de una estrepitosa caída de la revista. Y no se equivocaron. Con el correr de la década de los 90, El Gráfico fue perdiendo lectores y publicidad. A pesar de los varios intentos por reflotar la calidad que caracterizaba a la revista, que incluyeron cambios de formato, suplementos especiales y diferentes periodistas al frente de la redacción, El Gráfico fue adquirida por Torneos y Competencias y en 2001 pasó prácticamente al olvido al convertirse en una revista mensual con muy pocas ventas.
Al igual que luego de la eliminación argentina en el Mundial de España en 1982, la relación entre Maradona y El Gráfico volvió a rom- perse. El ídolo recién le daría una nota exclusiva a la revista cuatro años después, en 1995. Pero además, a raíz de los informes, Maradona querelló a Editorial Atlántida por calumnias e injurias, una demanda que quedó en la nada en 2000 cuando caducó la instancia. El monto del juicio era indeterminado, pero se había pactado en $500.000 para regular los honorarios de los abogados de ambas partes. La carátula del expe- diente (No 28.274/1993) es: Maradona, Diego Armando c/ Ed. Atlántida S.A. y otros s/ Daños y Perjuicios.
También Maradona le inició un juicio penal a Aldo Proietto por ca- lumnias e injurias. El expediente llevaba el No 24.976.
Los repudios a la revista y a aquellos informes fueron inmediatos.
Las hinchadas de Boca e Independiente colgaron banderas con duras acusaciones a El Gráfico, a la Editorial Atlántida y a su director, Constancio C. Vigil. El 21 de mayo, Futbolistas Argentinos Agremiados repudió a la revista mediante un comunicado, firmado por el secretario general de la entidad gremial, Carlos Pandolfi. ?Los futbolistas profe- sionales deseamos expresar nuestro profundo desagrado, repudiando a la revista El Gráfico por las notas periodísticas publicadas en los números 3.734 y 3.735 de los días 30-4-91 y 7-5-91, por su ordinario y ofensivo estilo?. Señala también que en esos artículos ?afloran comentarios sin testimonio cierto, adoptando un sensacionalismo con fines económicos, lo mismo que algunas fotografías publicadas en otros medios que intentan inducir a la gente a sospechar de inconductas en la persona de Diego Armando Maradona?. En otro párrafo, Agremiados indicó: ?Es criticable adjudicarse la condición de ?la revista argentina de mayor prestigio en el mundo? y convertirse en una polea de trans- misión de cuentos, al expresar en su informe secreto: ?cuentan los que saben…? sin individualizarlos, eludiendo responsabilidades y atribu- yéndose autoridad por la crítica inmoderada?.
La reacción del periodismo frente a los informes publicados por El Gráfico fue casi nula. Juan José Panno opina: ?En el episodio del departamento de Caballito, el periodismo no reaccionó frente a las notas de El Gráfico, frente a semejante perversidad. Lo que hicieron fue una cosa de locos, con un ensañamiento increíble, porque además se metieron a hablar de la sexualidad de Diego… una cosa vergonzosa. Yo escribí en Página/12 una nota que se llamó ?Buitres??.
La primera entrevista importante que concedió Maradona a un me- dio gráfico después de su detención fue lograda en octubre por Gonzalo Bonadeo, quien relata para este libro que a partir de aquella nota, su relación con el jugador cambió para siempre. ?La nota la hice casi por azar. Fue para una revista que apenas duró seis números, Súper Depor- tes del Mundo, de la editorial de Sólo Fútbol. La hicimos en un barco tipo crucero de uno de los amigos de turno de Menem. Para llegar tuvimos que ir a un amarradero. Era un feriado y nos esperó una lancha que nos llevó al medio del río y estaba Diego viviendo con su mujer y un par de asistentes y nadie más. Las fotos de esa nota salieron después por ahí, él andando en moto de agua. Me acuerdo que Diego era muy socarrón y capcioso respecto de Menem. Tenía muy a flor de piel que lo de Caballito había tenido que ver con el ex Presidente?.
?Pero estaba en un barco de un amigo de Menem. ?Son las típicas cosas contradictorias de Diego en aquellos tiempos. ?¿Qué recuerdos tiene de esa nota? ?Yo siempre con Diego hablé muy abiertamente el tema de la droga.
Creo que casi todas las notas que hicimos con él fueron, en mi criterio, declaraciones políticamente correctas, lo que para el resto serían notas políticamente incorrectas. A partir de ese entonces, las notas fueron descarnadas, bastante densas. A Claudia la ponían inquieta las cosas que decía Diego. Claudia dijo: ?Nos vamos a tener que ir, acá nos van a destrozar?. Porque los temas eran [Eduardo] Duhalde, que en aquel entonces era acusado de narco, y [Carlos] Menem. Diego dijo: ?Lo que me pasó a mí le puede pasar a cualquier amigo o a un hijo? y lo remarca puntualmente como diciendo ?el hijo de Menem?. Ya en aquel entonces, por una cuestión de formas de hablar y de las cosas que se hablaban, la relación pasó a ser distinta.
Lo que sigue es un extracto de los fragmentos más interesantes de aquella entrevista, titulada ?El poder decidió que se vaya?:
?Estuve nueve años esperando descansar en mi país y me encontré con el infierno. No es que la gente me haya pagado mal, ni que yo haya sido inocente. Tuve mi error y pagué por eso, pero no alcanza. Existe una mano negra desde hace mucho tiempo en la Argentina. Y ahora, el golpe le tocó a Maradona.
Todos se preocupan por Maradona, pero no quieren saber cómo está el Diego. No entiendo. Hablan de mi tratamiento y de cualquier cosa mía como si yo fuese un delincuente. Lo mío fue malo, pero comparado con lo que sucede en el país es una pequeñez. Sin embargo, en los diarios está Maradona y no lo otro.
[…]
Están todos identificados [aquellos que lo tienen apuntado en la mira]. Porque si bien yo menciono a tipos que hablan por televisión, los que pesan son los que están detrás de ellos, los que les hacen decir lo que, por falta de tripas, no podrían decir por cuenta propia. Por eso no quiero más. Porque yo tengo un juicio con El Gráfico y van y mandan a un tipo para que hable mal de mí por Telefé [el canal del mismo grupo empresario]. Mi pecado es no tener pelos en la lengua. Y por encon- trarme con un poco de droga en un departamento no me van a hacer callar. Lo mío fue malo, pero hay demasiadas cosas más graves que esa.
[…]
Con algunos medios tengo bronca. Pero hubo muchos periodistas, amigos y no tanto, que me bancaron todo, que me apoyaron en este lío. Seguramente reaccionaron mejor de lo que yo hubiese imaginado. Indudablemente, me taparon la boca con su actitud.
?¿Fue mucha la gente que se borró con toda esta historia tuya?
?Un vagón. Más de lo que yo creía. Allá ellos, yo voy a seguir pensando lo mismo y, en todo caso, viviré fuera del país y volveré para Navidad o para el verano?.
Bonadeo dejó su opinión sobre el tema al final de la nota: ?Perso- nalmente, y a riesgo de equivocarme, siento que a Maradona le jugaron feo, que hay gente que tuvo el peso para acercársele luego de un distanciamiento, más que como amigo, para controlar qué era de la vida de Diego. En todo caso, me queda la enorme sospecha de que así como para Maradona su problema nació con la cocaína, para los demás, los que quisieron verlo perdedor, el problema pasa por la palabra de Diego, que tiene peso y que dice cosas que, para muchos impunes, no es conveniente que se digan?.
Durante el resto del año, Maradona aprovechó las entrevistas perio- dísticas para descargar públicamente toda su furia contra Menem. ?El Presidente me utiliza políticamente para desviar la atención de los problemas políticos. ¿De qué sirve hablar de Maradona si no tenemos un país como el que la gente se merece??, preguntó en octubre de 1991 por radio Mitre. ?Me molesta mucho que Menem, cuando le preguntan en el exterior por mí, diga que abandoné el tratamiento [contra la droga]. La realidad es que nunca me llamó. Parece que sus ?buchones? le informaron mal. Además, yo nunca le tiré en la cara nada de lo que hice por mi país, porque lo sentía?.
En la entrevista publicada en Súper Deportes del Mundo, Bonadeo le preguntó a Maradona:
??¿De dónde nació todo este problema con el Presidente?
?No sé. Yo dije lo que creía y si él pensaba distinto bien pudo mandarme a llamar como cuando quiso que jugara con él en la cancha de Vélez.
?¿No te dolió que se te considerara indigno del pasaporte diplo- mático después de que te lo dieran sin que lo pidieses?
?Esa fue una historia… Nunca pedí nada al respecto. Vino Fernando Niembro y me dijo que querían que fuese embajador. Yo le contesté que eso podía importarle a mis viejos pero a mí no. Tiempo después, en la inauguración del Mundial, vino Galmarini y me volvió a sacar el tema. Luego, Menem me trajo el pasaporte. Tras cartón, Galmarini me dijo: ?Ahora que sos embajador tenés que presentar el Mundial de Básquet?. Chau, dije yo. Soy tipo de fútbol y me quieren enganchar con el bás- quet. ?Estos me cagaron?, pensé. El pasaporte fue para usarme, no porque realmente pensaran que era adecuado?.
Coitado do Maradona! Ele teria muito a aprender com Aécio Neves e com os Perrela do Cruzeiro Esporte Clube. Esses transportaram 500kg de pasta base e est?o livres, leves e soltos em Brasília. Já, a imprensa argentina da época nada fica a dever à nossa atual imprensa brasileira.
Pingback: Na frente de 200 pessoas, Maradona era preso com cocaína há 25 anos