15 January 2007

Graña

En el invierno de 2002 le hice un reportaje al periodista Rolando Graña para la revista Planeta Urbano, donde en ese entonces escribía free lance. Pero entre que ofrecí la nota en la revista y terminé de hacerla, el editor se fue a trabajar a otro país. El reportaje quedó guardado y nunca salió en otro lado. Hace unos días lo busqué y acá lo desempolvo hoy, cinco años después.
Graña habla de medios y de periodismo, pero también de su pasado. Estudió letras y trabajó en la primera época de Página/12 y El Porteño. Después se hizo conocido por la TV: primero en CNN como corresponsal y después como conductor del programa Punto Doc, en Cuatro Cabezas. Sobre el final de la nota cuenta cuando, ya de grande, se enteró que tenía un hermano 23 años mayor y lo fue a buscar.

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?Soy de una familia de clase media baja. Quería ser maestro, docente. Estudiaba letras y en algún momento pensé en dedicarme a la literatura. Había intentado estudiar historia del arte, pero no había salida docente. Y después, a los 22 años, empecé a trabajar y ahí descubrí la calle. La calle es algo muy fuerte. Nunca quise ser oficinista?, dispara convencido Rolando Graña sentado en el mismo lugar donde minutos antes despidió a los oyentes del programa de radio que conduce cada mañana en La Mega. ?Siempre pensé que iba a trabajar toda mi vida haciendo periodismo gráfico. Y sigo pensando que lo que verdaderamente sé hacer es periodismo gráfico. Conozco todos sus vericuetos: la confección de una revista, la distribución, las imprentas. Todo eso me encantaba. Hasta que un día, casi de casualidad, me ofrecieron trabajar en tele. Yo les advertí que nunca había hecho tele, pero no les importó.
-Dijo que durante el último período en Página/12 fue un periodista ?desaparecido? dentro del diario. ¿Por qué?
-Era un desaparecido, sí. Empecé a trabajar a los pocos meses que salió el diario, en agosto de 1987. Estuve entre los fundadores en la mejor época. Trabajé ahí diez años, tenía treinta páginas a mi cargo y laburaba como un perro. A Página le entregué mi vida. Y al cabo de los años, por esas cosas tontas, de internas y pequeños enconos, se instala una suerte de estalinismo de tipos que manejan el diario con sus amigos y la gente que le cae bien. Y era absurdo, yo era corresponsal de CNN y creo, un buen periodista y durante un año nadie me pidió una nota. Por eso dije que era un desaparecido dentro del diario. Son esas pequeñas miserias que después prescriben y al cabo de los años uno termina perdonando esas canalladas. Esto que estoy diciendo fue en el año ´95.

-¿Cómo fue el cambio del periodismo gráfico a la pantalla de CNN?
-A mi me costó mucho aprender tele. Yo venía con dos deformaciones: la académica (estudié letras) y la prensa gráfica. Allí tenía todo el tiempo del mundo para escribir y corregir. Con el tiempo, siendo jefe de espectáculos en Página/12, empecé a admirar a los actores. En medio de una nota a Georgina Barbarrosa (que en ese momento hacía comedias en tele y yo empezaba a hacer cosas para televisión) le dije que la admiraba por su forma de hablar en cámara como si estuviese escribiendo, sin furcios y con un buen manejo de los silencios. Le pedía que me enseñara a modular y a actuar para mejorar ante cámaras (risas). Hasta el año pasado que empecé a hacer radio, mi erre era insoportable, me quedaba sin aire y tuve que mejorar la voz. Hay periodistas que se manejan fenómeno, pero a mi me costó mucho.

Muchos periodistas famosos y consagrados cuentan que para entrar en la televisión tuvieron que esforzarse mucho, que fue producto de muchos años de golpear puertas, que tuvieron un par de ideas geniales y revolucionarias y bla, bla. Pero Graña no. Graña dice que entró a ese mundo ?medio de culo?. ?La única prueba de cámara que se había mandado desde Buenos Aires era la mía. Un tipo que leía mis notas y le gustaba como contaba la actualidad argentina, me llamó e hice una prueba de cámaras desastrosa, con anteojos y barbudo. Era una caricatura del hippie postergado. Y le gustó y andá a saber porqué, a ellos también les gustó. Entré al noticiero de la cadena Telemundo, que hacía CNN. Después vino el gran boom de la guerra del Golfo y me vi laburando en un lugar que me excedía. Yo había sido tomado para trabajar en cosas chiquitas y de pronto me vi en una especie de personaje importante en América Latina, para lo cual no estaba preparado.
-Usted comparó a CNN con estar en la colimba.
-Si, porque CNN es un lugar muy estricto, con su manual de estilo y un método de laburo muy rígido. Hay que tener en cuenta que yo venía de El Porteño y Página/12. Ahí escribíamos todos como se nos daba la gana, nada de reglas básicas periodísticas. Transgredíamos todo. Y en CNN no podías adjetivar, las notas tenían que durar dos minutos, no se podía usar remeras sin cuello. Pero lo que tenía de loco era que los tipos te enseñaban todo lo que ellos querían. Era como la Coca-Cola de las noticias. Te decían bien claro: ?o trabajas como nosotros queremos, o te vas?. Eran muy exigentes. Tenían un lema durísimo, muy conocido en el mundillo, que decía: ?tú última nota tiene que ser la mejor?. Sino es la mejor, te tenés que ir. Finalmente me terminaron contratando como full time, lo cual fue entrar en otro mundo. Siempre vivía acá, pero hice coberturas especiales en el mundo, porque había diferencias de categorías entre los corresponsales: los de planta y los free lance. Los de planta éramos tres en toda América Latina y cuando había situaciones de crisis, te mandaban a cualquier parte.
-¿Qué lugar de los que cubrió fue el que más lo impactó?
-África, cubriendo la posguerra en Ruanda. Fue el segundo mayor genocidio del siglo. Mataron más tutsis que armenios. Llegar a un país después de un genocidio fue muy fuerte, porque aquel fue un genocidio muy visible, no como el de acá de la dictadura, donde todo estalla años después. Acá la masacre se vio a la luz del día, se mataban en la calle con métodos extremadamente crueles. Habían inventado, por ejemplo, un hierro donde la punta tenía la forma de una cabeza humana, con dos clavos, uno mas largo que otro. Era como una ele que enganchaba justo en la cabeza y los tipos iban de atrás y se la daban en la cabeza a quien venía caminando adelante. Los clavos daban justo en el cerebro y caían al instante. Un método muy rural y la verdad que fue increíble. Me acuerdo que hice un copete en una iglesia donde habían matado a unas mil personas, hombres y mujeres. Y lo hice delante de una mesa donde había no menos de 300 calaveras. El gobierno que vino después había decidido preservar esos lugares intactos, con un olor a podrido que mareaba, para que quedara en la conciencia de todos el horror de lo que había pasado. Habían juguetes al lado de los esqueletos de los chicos? una cosa muy, muy impresionante.
Graña explica el motivo de su alejamiento de CNN: ?Podría decir que me fui por motivos profesionales, que tenía ganas de hacer Punto.doc, pero no. La realidad es que me fui porque despidieron a mi mujer, estando embarazada. Me sentí muy desilusionado. A ella, mi segunda esposa, la conocí trabajando ahí. Había una reglamentación y se asustaron y decidieron cortar por lo sano y la echaron. Esperé seis meses deprimido, haciendo las notas con piloto automático hasta que salió punto.doc.
-¿Cómo fue la experiencia de aquellos primeros informes?
-Bárbara. Le llevé el proyecto a (Mario) Pergolini y a (Diego) Guebel, se lo vendieron a Azul y ahí empezó todo. Fue saltar al vacío, y por suerte nos fue muy bien. Eran documentales que se hacían con mucho gasto de producción. Era otra época, hoy en día no se podría hacer. Era una maravilla trabajar ahí. Ojalá algún día se pueda volver a trabajar así. Hoy es imposible.
-¿Qué le falta a la televisión actual?
-Me gustaría como ex periodista de espectáculos, ver más series tipo las de Sony. Salvo Son Amores, no hay buenas sitcoms acá, no hay buenos telefilms. No entiendo porque el Instituto de Cine no financia buenos telefilms, bien hechos. Tampoco hay buenos programas de espectáculos, sino que están los que se basan en chimentos. No hay un buen show y a la vez serio que se hable de espectáculos sin que se convierta en una cartelera de chivos. Es muy difícil. Solo revistas como Rolling Stone logran convertir ese tipo de periodismo en algo atractivo, más allá del fanatismo de los seguidores de una banda o un actor. Me parece que ahí hay un vacío. Es lamentable que no haya un show ómnibus que combine humor, música y un presentador, tipo Saturday Night Live. Mirá cómo estaremos que lo más parecido a eso es Tinelli.

Alguien entra al estudio lleno de aire acondicionado y nos dice que afuera no para de llover. Es paradójico: Para Graña se hace tarde y recién son las diez de la mañana. Casi tan paradójico como que un periodista que dedica gran parte de su tiempo a investigar a los demás, no haya podido rastrear su propio pasado ni el de los integrantes de su familia. Él lo cuenta asombrado: ?Me crié en Puente Saavedra, mi vieja vive todavía ahí. Mis abuelos son españoles, pero por esas cosas que tienen las familias de inmigrantes, yo no sé bien quién es mi abuelo. Hay un señor que a mi abuela le dio el apellido Graña. Tuve una familia muy extraña. Por ejemplo, descubrí un hermano 29 años después y hace poco tiempo me enteré que mi viejo, que falleció cuando yo era muy chico, había sido periodista.
-¿Y cómo fue recibir esa noticia?
-Casi la mato a mi vieja. En la época del peronismo, yo sabía que mi viejo había laburado en un periódico que se llamaba ?Previsión Patriota?, que hacían los empresarios para presionar y lograr mejores condiciones para ellos, o sea, despedir gente fácilmente, sin pagar demasiada indemnización. Mi viejo, que sabía llevar papeles y liquidar los impuestos pero que no tenía secundario, se dedicaba a la contabilidad y gozaba de una jubilación de periodista por ese trabajo. Y hace poco mi mamá me contó que antes de casarse, mi viejo jugaba al póquer y me empieza a nombrar con quienes jugaba: un político, un empresario, un dueño de fábrica de muebles, etc. Yo le pregunté de donde los conocía y ella, suelta de cuerpo, me dice ?del diario Crítica?. ?-Pero cómo de Crítica?!?, le digo yo. ?-Si, tu padre trabajó en Crítica, como redactor de política?. No se firmaba en ese entonces, y Crítica tuvo muchas épocas diferentes. Mi viejo era gorila y entonces sospecho que habrá laburado en la última época del diario. Pero igual, fue gracioso escuchar ese dato que tiró mi vieja. Hace veinte años que soy periodista y ahora me vengo a enterar que mi viejo había laburado en Crítica. ¿Qué clase de periodista soy que me entero mis propias cosas más tarde? (risas)
-¿Y lo de su hermano?
-Lo de mi hermano fue increíble, a los 23 años mi vieja me dice que yo tenía un hermano, Julio Graña y que me llevaba 23 años, o sea que él ya tenía 45. ?¿Cómo no me dijiste antes??, le recriminé. Por eso la niñez la viví como hijo único. A partir de que me enteré, decidí buscarlo pero no tenía ni una sola coordenada para encontrarlo. Y una vez, haciendo una entrevista con Palito Ortega, un tipo que conocía a mi viejo, me comenta: ?Al que veo siempre es a tu tío, Julio?. Y ahí me di cuenta que era mi hermano. Me dio su teléfono, lo llamé y mirá que cosa loca, él sabía todo de mí, de mi carrera, etc. Me tenía perfectamente ubicado. Le pregunté porqué no me había llamado y me dijo ?-bueno, no sé? yo no sabía que vos sabías?. La vida me lo arrebató un año después, porque quedó hemipléjico por un ataque de presión. Pero durante ese año lo disfruté.

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About Lalo

Periodista. Fundador de eBlog y tercerclick, agencia de nuevos medios. Tres libros. Escribo en El Cronista y revista VIVA. about.me/lalozanoni

51 thoughts on “Graña

  1. Armando C. Uno de Flores

    Graña da asco, y lastima que ya dejo descendencia e hizo escuela, como el lamentable cagon notero de GPS, el “investigador” Pastor y el rubio de pelo largo que hace de Gaston Pauls.

    Ascooooooooooooooooooo !!!!!!!!!!!

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