Ayer salió en la revista VIVA de Clarín una nota que escribí sobre el actual negocio de la música y la piratería en la Argentina. Se pueden leer los testimonios de CAPIF, Musimundo, los músicos Daniel Melero y Antonio Birabent, un abogado especialista en Internet (que afirma que bajar música no es delito) y el experto en nuevos medios Julián Gallo.
Para los interesados, acá está la nota completa con las partes que fueron editadas en VIVA por razones de espacio.
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Música en libertad
El boom de la música digital cambió hábitos de consumo y estrategias de venta. ¿Cómo se adaptan los músicos, empresarios y consumidores a la era del MP3?
Por Leandro Zanoni
El negocio de la música ya no es lo que era. Las nuevas tecnologías, el crecimiento de la banda ancha en Internet, y los altos precios de los discos, favorecieron al aumento de la piratería, que logró poner de rodillas a la industria discográfica. Según datos de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF, que reúne a las principales discográficas locales), en los últimos dos años la piratería de música digital aumentó 140%. Durante 2005, los usuarios argentinos descargaron de la web 412 millones de canciones sin autorización.
Según cálculos de la industria, para cuando termine el 2006, se habrán vendido casi 16 millones de discos legales, una cifra irrisoria teniendo en cuenta los 23 millones vendidos en 1998. Pero los tiempos de vacas gordas desaparecieron. ?Hace ya unos cuantos años el mercado mundial de la música está en crisis por culpa de la piratería. Si no logramos combatirla, vamos a desaparecer, como ocurre en otros países latinos que no tienen industria legal?, advierte Roberto Piay, director ejecutivo de CAPIF. Pero Julián Gallo, profesor de Nuevos Medios en la Maestría de Periodismo de la Universidad de San Andrés y creador del blog Mirá!, reniega de tal afirmación: ?Creer que el arte depende de las industrias culturales es como creer que los paisajes dependen del turismo. El arte puede ser más o menos próspero según el modelo que se aplique sobre él, pero siempre existirá. El turismo puede ser bueno o malo para los paisajes como las industrias vinculadas a la cultura pueden ser buenas o malas para el arte?.
El debate está planteado y poner de acuerdo a las partes interesadas (empresarios, productores, músicos, consumidores y teóricos) es, casí, una utopía. Mientras ellos discuten, miles de personas de todo el mundo siguen compartiendo sus canciones. Sin pausa.
¿Bajar es lo peor?
A fines del año pasado, CAPIF inició una serie de acciones legales con el objetivo de frenar las descargas de música. Las medidas incluyeron multas de hasta $15 mil a veinte personas (en su mayoría jóvenes de entre 15 y 25 años) elegidas por su compulsión al download. Con nueve llegaron a un acuerdo extrajudicial, a tres no los pudieron ubicadr y el resto decidió ir a juicio. Las reacciones, dentro y fuera de Internet, no tardaron en llegar. ?Reconozco que las medidas tomadas pueden resultar antipáticas pero porque hay una falta de percepción de que la propiedad intelectual puede ser usada como uno quiera. Es un delito, están robando la propiedad a la gente que vive de su creación. ¿Porque tiene que ser antipático que cada uno defienda sus derechos? Hay un error grave de interpretación, que intentamos combatir legalmente y con campañas de educativas?, se defiende Piay.
La campaña intimidatoria de CAPIF también contó con el apoyo de algunos artistas, como León Gieco y Gustavo Santaolalla. El autor de ?Sólo le pido a Dios?, dijo que la piratería ?daña todo el proceso creativo y las fuentes de trabajo de muchas familias que no solamente son la de los artistas?.
Pero la cuestión de la propiedad intelectual y los derechos es clave. ¿Es ilegal bajar música? ¿Es delito? El abogado Horacio Fernandez Delpech, especialista en Derecho Informático y autor del libro ?Internet: Su problemática Jurídica (Ed. Abeledo-Perrot, 2001) aclara: ?El art. 72 bis de la ley de Propiedad Intelectual (11.723) dice que solamente es delito penal cuando la descarga y la copia de canciones se efectúa con animo de lucro. Actualmente el bajado de música para uso personal y sin animo de lucro solo seria un ilícito civil, generador de acciones civiles de daños y perjuicios?. La ley 11.723 fue creada en 1933 y se la conoce como ?Ley Noble? por su autor, Roberto Noble, fundador de Clarín. Por su antigüedad, obviamente, no fue pensada para contenidos digitales ni de Internet. CAPIF intenta modificarla en un proyecto que, por ahora, descansa en el Congreso. Sin embargo, Fernández Delpech es pesimista: ?Creo que las discográficas enfrentan un serio problema que no tiene mayor solución, ya que las nuevas tecnologías cada vez facilitan más el bajado de música sin costo, en forma rápida y sin perder fidelidad?.
El músico Daniel Melero hace una distinción entre piratería y compartir música online. ?Mientras lo primero es un negocio espurio, lo segundo tiene que ver con compartir información, sin fines comerciales?, explica. ?El disco físico es una excusa para movilizar música como soporte, pero hoy existen otros soportes que son digitales. Con el nacimiento de nuevas tecnologías, siempre se modifican las formas de hacer negocios. Así como nacen nuevos, desaparecen otros. Compartir música perjudica la forma en que la industria discográfica venía haciendo negocios. Ahora, el problema, no es ni nuestro (de los artistas) ni de la gente (los consumidores), sino de ellos. Como no saben o hacen malos negocios, prefieren culpar a todos frenar la cultura. Pero tarde o temprano esta crisis iba a pasar?.
El éxito o el fracaso de un disco dependen, en gran medida, de su difusión, es decir, de cuánto dinero decida invertir la discográfica (dueña de los derechos) en publicidad en los medios y promoción radial, por ejemplo. Pero ¿qué ocurre cuándo se trata de grupos y/o solistas que recién están dando sus primeros pasos en la música o que consideran que no reciben la difusión suficiente? Dar a conocer la música resulta indispensable para que el público asista a los shows, la principal entrada de dinero del músico, ya que en el mejor de los casos, el artista cobra una regalía que oscila entre el 8% y el 13% del precio que la discográfica le vende el disco al comercio (unos $10 aproximadamente). O sea, poco dinero, teniendo en cuenta que hoy es casi una utopía vender más de 10 mil copias. Por eso, aquellos que están a favor de bajar canciones, echan por tierra el argumento utilizado por CAPIF que dice que el que más se perjudica con la piratería es el artista.
Internet, entonces, se presenta como una gran aliada para que la música llegue a oídos esquivos. El músico (y actor) Antonio Birabent está a favor de que la gente comparta su obra: ?Artística y humanamente me sirve que se bajen mis temas porque las hago para compartirlas y entiendo que para muchos es la única manera de acceder a la música. Los discos en general están muy caros, ese es un error de las empresas discográficas. La música como fenómeno económico se ha reducido cada vez más y las opciones de difundir son pocas (excepto que tengas un gran aparato comercial atrás), por eso me parece lógico que una persona en Catamarca o en Inglaterra acceda a mi música a través de la Red?.
Cambiar o morir
En 2003, Apple lanzó al mercado el iPod, un reproductor de música digital con contundentes ventajas: gran capacidad de almacenamiento, fácil de usar y bajo precio. El éxito fue tan rotundo que hoy el iPod está considerado el mayor ícono cultural de esta época. Pero el dispositivo de Apple vino acompañado de iTunes, una monumental tienda online para comprar y bajar millones de canciones legales (gracias a un acuerdo entre Apple y las discográficas) a un dólar cada una. Cuando Steve Jobs, el popular CEO de Apple, presentó iTunes en sociedad, muchos le preguntaron porqué la gente habría de pagar por canciones que se consiguen gratis en Internet: ?Que exista el agua de la canilla no significa que no sea negocio vender agua mineral?, respondió. Tuvo razón. A fuerza de estrategias de marketing innovadoras y enormes presupuestos en publicidad, el visionario modelo de negocios de iTunes resultó espectacular. Según datos de la propia compañía, al día de hoy se bajaron más de un billón de canciones.
La tecnología obligó a la industria discográfica a cambiar y adaptarse rápidamente a los nuevos tiempos. ?Todo lo que esta sucediendo con la red global está cambiando la forma de consumir música: impone inevitablemente nuevas actitudes y usos?, dice Birabent.
La solución al problema discográfico pareciera estar en la creatividad, la audacia y en la innovación para darle al público valor agregado. De un tiempo a hoy, comenzaron a aparecer distintas alternativas de negocios tanto en la producción como en la difusión y la comercialización de música. Por ejemplo, el creciente mercado de los ringtones para celular y los DVD, que se convirtieron en un salvavidas para las discográficas, aportando buenos dividendos a sus alicaídas finanzas. La cadena Musimundo lanzó su campaña ?Middle Price? (mitad de precio) que consiste en lanzar el disco novedad a precio normal ($30 promedio) y el resto del catálogo de ese artista o grupo a mitad de precio. Pablo Morales, director de la división Entretenimiento de Musimundo, dice que si bajaran los precios de los discos duplicarían el desinflado mercado de consumidores, pero acepta que no resulta tan fácil como quisieran. ?Nos tenemos que poner de acuerdo con las discográficas para achicar márgenes de ganancias. Es complejo porque los costos son en dólares y el disco se vende en pesos y casi no aumentaron desde la devaluación. También haremos campañas para aumentar los volúmenes de producción y seguiremos pidiéndole al gobierno para reducir el IVA que pagamos todos los meses, cuando otras obras artísticas están exentas de ese impuesto?, protesta.
Mientras tanto, los músicos se las ingenian para seguir viviendo de sus propias creaciones. Melero presentó en marzo su disco Acuanauta de una manera particular: gratis para todo aquel que se lo baje desde el sitio Web de la marca de cigarrillos Kent. Melero cuenta: ?El resultado fue de lo más positivo que logré desde que me dedico a la música, a todo nivel: artístico, económico, personal, etc. Antes, con las discográficas, lo único que tuve fueron problemas. Resulta increíble que muchos artistas no aprovechen esta coyuntura?.
El año pasado, el trío El Otro Yo (miembros de Unión de Músicos Independientes) le pidió a sus fanáticos a través de su sitio Web oficial que les mandaran las grabaciones piratas de los recitales. El material se convirtió en un disco en vivo llamado, por supuesto, ?Pirata?.
No enfrentarse con los consumidores ni con los fanáticos (en definitiva, son los que pagan) y darle diferentes opciones para llegar a la música parecen ser algunas de las premisas de las nuevas reglas del negocio musical.
Sin embargo, las discográficas locales no parecen mirar en ese sentido. Para octubre CAPIF analiza encabezar una segunda redada legal en busca de quienes bajan canciones. Y recién en diciembre del año pasado se inauguró la primera tienda local para bajar música legal, 10 Música (del Grupo Hadad). La siguieron Ubbi, Fibertel y un par más. Sin embargo, los altos precios ($3,5 de promedio por canción) y el mal funcionamiento de los sitios, entre otras causas, impidieron que el negocio se afianzara. Para este año, Musimundo también piensa salir a competir en ese terreno, pero con los mismos precios. La bajada legal aún no llegó al dígito de mercado y, con suerte, llegaría el año que viene a facturar $4 millones. Demasiado poco para una industria en crisis.
Gallo dice: ?Si pudieran, las discográficas nos cobrarían por silbar una canción. Afortunadamente, a través de Internet, la cultura se expande como el fuego, cruza territorios, leyes, prohibiciones, lenguas, religiones, destruye industrias, se mezcla, se transforma, crece. Si el precio que pide la música (su industria) es reprimir esta energía creativa, si lo que quiere es mantener su modelo de negocio de forma inamovible; que se pudra, que se muera la música. El silencio será mucho más artístico entonces?.
Interesante la nota…. el ipod salió en 2001 (octubre) y Itunes habia salido antes ese mismo año (febrero) y el 12 de septiembre Jobs dijo que hasta ese momento se habían vendido 1500 millones de temas.
Zanoni en http://www.malaspalabras.com/ Post: El que acelera mucho, termina chocando.
Por otro lado, supongo que cada error del blogger, -sobre todo si es uno relativamente conocido y visitado- afecta mucho más a todos los que esperan que los blogs se conviertan en nuevos e ?impolutos? medios y destronen a las ?poderosas y corruptas corporaciones multimediáticas? como Clarín, etc.
Vía | http://www.malaspalabras.com/el-que-acelera-mucho-termina-chocando/#comments
Cualquiera, Leandro…
Escrito en http://www.malaspalabras.com/el-que-acelera-mucho-termina-chocando/ por Leandro Zanoni:
Por otro lado, supongo que cada error del blogger, -sobre todo si es uno relativamente conocido y visitado- afecta mucho más a todos los que esperan que los blogs se conviertan en nuevos e ?impolutos? medios y destronen a las ?poderosas y corruptas corporaciones multimediáticas? como Clarín, etc. Tal vez los blogs, en este caso, funcionen como depositarios de algún tipo de fantasía esperanzadora. Y la frustación -y la reacción posterior- sea mayor con un pifie blog que con una fe de erratas de un diario que nadie leerá.
Leandro, creo que nos tomas por boludos.
Gracias por no censurar el comentario.
el comentario citado que dején en el blog Malas Palabras tenía que ver con el debate generado en torno a los errores de los blogs (a raíz del caso Wikipedia y la noche de los lápices). Sería interesante que lean todo ese debate y que mi comentario no quede fuera de ese contexto.
lo que dije, lo puse entre comillas justamente para diferenciar lo que yo creo que muchos usuarios, lectores y blogguers piensan de los blogs como nuevos medios, pero no es necesariamente es lo que yo pienso de los blogs.
al respecto de lo que dice Jorge, el dato del billón de canciones bajadas me lo pasó la gente de prensa de Apple en latinoamérica, una semana antes de entregar la nota, hace aprox. un mes. Seguramente el número de canciones bajadas haya aumentado hasta ese número que decís que dijo Jobs hace pocos días.
el detalle era lo del billon = mil millones, de todas formas. En el momento en que se acercaban a los 1000 millones hicieron toda una cuenta regresiva y le regalaron un pack re-pulenta al chico que compró la canción 1000 millones. (una de coldplay).
Leandro, EXCELENTE tu nota.
Que leí en Viva y me alegro que esté disponible en la web ahora.
Es un up2date realista y muy bueno de lo que pasa con el negocio (y el no-negocio) de la música.
Saludos,
Gabriel.-
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quisiera saber como puedo hacer para ver programas de sotano beat por favor me pueden responder
No comparto el pensamiento del abogado Horacio Fernandez Delpech cuando aclara: ?El art. 72 bis de la ley de Propiedad Intelectual (11.723) dice que solamente es delito penal cuando la descarga y la copia de canciones se efectúa con animo de lucro. Actualmente el bajado de música para uso personal y sin animo de lucro solo seria un ilícito civil, generador de acciones civiles de daños y perjuicios”.
El art. 72 bis d) es clarísimo “Será reprimido con prisión de un mes a seis años:” “El que almacene o exhiba copias ilícitas y no pueda acreditar su origen mediante la factura que lo vincule comercialmente con un productor legítimo”.
Es lamentable, pero entiendo que el solo hecho de bajar música implica almacenamiento y por tanto sería un delito penal.
Pd. No soy abogado. Cualquier burrada sepan disculparme.